¿La longitud importa?





Dicen que los jueces, a pesar de su exigida imparcialidad, no pueden ser ajenos a la sociedad en la que viven. Si no, pregúntenselo a la Magistrada Ponente del Tribunal Supremo designada para el caso de la Manada. El poder judicial emana del pueblo y, por tanto, los ciudadanos han de sentir que las sentencias son justas y representativas de la moral social presente en la sociedad. Si una parte de la sociedad considera una sentencia injusta y contraria a los principios éticos vigentes, pueden manifestarse en contra de ella - como ocurrió con la causa penal de la Manada. A fin de cuentas, a esto se refiere la Constitución cuando dice que la justicia “emana del pueblo”. 

Extrapolando este pequeño, pero tan mediático ejemplo a la esfera personal de mi vida, en concreto, de mis escritos, he de admitir que, por mucho que mi potestad de escribir sea completamente facultativa y no dependa en absoluto de lo que me puedan pedir los ciudadanos - ya que, por lo menos de momento, dicha potestad no emana del pueblo -, yo tampoco puedo ser ajeno a la sociedad en la que vivo. Ni mucho menos desoír las peticiones de mis lectores. Por consiguiente, antes de que empiece a enrollarme más de lo estrictamente necesario y a adornar mis líneas con excesivos epítetos triviales - como tanto me gusta hacer - me voy a parar en seco. ¡Pam! 

Seamos sucintos. Hoy en día, nos vemos rodeados de una cantidad inmensurable de estímulos externos, la gran mayoría de los cuales o no llegamos a percibir, o conseguimos percibir de una manera distorsionada… o, mejor dicho, sesgada. La evolución de la humanidad ha permitido que se forje una sociedad en la que los patrones de actuación del grueso de la población están más que definidos. Es más, de los patrones que sustentan la sociedad actual - cuyo núcleo duro ha sido esculpido con el paso de los siglos por una minoría poderosa - nacen otros, dependiendo del momento económico, social, político o sanitario en el que se encuentre el país, región o continente en cuestión. Esto lleva a que se establezcan, constantemente, subpatrones (derivados de los patrones originarios) que estamos exigidos a seguir - por mucho que sea de manera indirecta, y no nos percatemos de ello. Y en el momento que uno decide deshacerse de tales esquemas, se encuentra siendo considerado un marginado social, un rarito, un idealista, un wannabe…en pocas palabras: un forastero de la sociedad capitalista. Y, salvo contadas excepciones, pronto llegan las penurias ligadas a la no valoración del que decide tomar un camino aparte del señalado: desprecios, incomprensiones, depresiones, impagos, insolvencias, suicidios. Por no hablar de los que acaban frente a un tribunal de justicia o, aún peor, enterrados bajo tierra. 

Demos un voto de confianza a lo distinto, a lo innovador; voz al chaval que rompe con los patrones establecidos, a la chavala que crea una realidad paralela mucho más equitativa que la actual. Pongamos consciencia de lo que sucede a nuestro alrededor y como, en nuestro día a día, estamos siendo influenciados sistemáticamente en beneficio de una minoría oculta, pero muy poderosa. Pasemos tiempo solos; preguntémonos quién somos; hablemos con nosotros mismos; creemos una amistad tan real con nuestro yo interior que nos permita, al salir del capullo, mirar al mundo con otros ojos, con más amor propio y, por ende, con más ímpetu por contribuir a la mejora de un sistema ciertamente corrupto. Disfrutemos del corto plazo, pero con anhelo de mejorar el largo plazo. Tomemos acciones conjuntas de manera solidaria y altruista. Por instantes, seamos compasivos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Seguidamente, pasemos a ser revolucionarios. El cambio está en nuestras manos, y la “Revolución” se aproxima. Una revolución pacífica en la que todos seremos bienvenidos, indiferentemente de nuestro color político o de piel. Tan solo nos hará falta voluntad, persistencia y ganas de hacer de este mundo un mundo mejor. Y de ello os convenceré; o, al menos, esa será mi intención. Del verdadero mundo. Del verdadero Manifiesto. Pero para ello, tan solo os pido algo de paciencia - si no es mucho pedir en una época de extrema sensiblería personal y colectiva…

Demandaba la ciudadanía algo breve. Ahí lo tenéis. Dadle un buen uso. En los tiempos que corren la ley del mínimo esfuerzo puede que os salve momentáneamente; pero esta salvación no tiene pinta de que se vaya a perpetuar en el tiempo hasta que alcancéis los jardines del Edén sin haber dado palo al agua. Cuestionad, investigad, dudad, comparad, desconfiad, contrastad. Todos ellos son imperativos de gran utilidad en una época de incesante incertidumbre. Haced uso de ellos. Nos vemos muy prontito… pero igual no tan cortito… #THEREVOLUTIONWILLSTARTSOON

Por Rubén Serrano Alfaro