Este artículo no lo ha escrito ChatGPT




No le tengo miedo a los finales. He contemplado suficientes como para saber al menos dos cosas sobre ellos:
1. Los finales, excepto el postre, no suelen ser dulces. Y cuanto mejor es la película más nos decepciona el final.
2. Los finales, aunque lo parezcan, no suelen ser finales, sino cambios.

Por ello, y sabiendo que este es mi último artículo para Opinión 20, puedo deciros que el sabor de boca tras publicarlo será probablemente más agrio que dulce. También puedo deciros que este artículo no sólo cierra una bonita etapa, sino que habla de cómo el final de opinión 20 coincide con un final de etapa personal y cómoambos están desembocando ya en nuevos proyectos y me han dejado la mochila llena de aprendizajes y herramientas para elegir y enfrentar futuros retos. Hemos compartido mucho a través de las palabras que hemos ido atando al papel de esta pequeña revista. Y junto con las palabras algo de nosotros también iba quedando atado a ella y a las personas que la formábamos.

Como ya os he contado en alguna ocasión, considero que lo que hace especial a esta y a cualquier otra pequeña revista o blog es el hecho de compartir opiniones desde un contexto muy personal. Nos sentimos cómodos mostrando lo propio y dejando que el público curioso que quiera acercarse nos encuentre y sienta la cercanía de una persona que se está sincerando. De un texto que habla más de la persona que lo escribe que del tema elegido. Por eso, al preparar este artículo y al hilo del tema de más rabiosa actualidad, me preguntaba, ¿qué será de este tipo de publicaciones cuando se popularicen las inteligencias artificiales? Como futuro profesor tengo asumido que mis alumnos van a escribir ensayos en 2 minutos gracias a las inteligencias artificiales. Pero, como futuro lector, ¿estoy dispuesto a leer textos vacíos de contexto, sin una experiencia individual que enriquezca la perspectiva de lo que se cuenta? ¿Estoy dispuesto a aceptar textos que redunden en obviedades y en ideas ya gastadas, que usen un vocabulario neutro, que no beban de lo vivido por el autor?

Así pues, este último artículo es un alegato hacia lo personal en los textos de opinión, en los ensayos, en la poesía y hasta en la lista de la compra. Una afrenta contra lo banal de dejar que una inteligencia artificial cree nuestras noticias y nuestras obras de arte. Si un día, en el futuro, conseguimos crear inteligencias con identidad, es decir, que sufran, aprendan, sientan y desarrollen creencias e ideas propias, entonces estaré encantado de hacerles un hueco y escuchar lo que tienen que contarnos desde su percepción "personal". Hasta entonces deseo y espero que la prensa, el arte y la vida no se convierta en una hábil pantomima vacía de significado. Nunca fue tan cierto aquello de ¡Vanitas vanitatis! Puesto que vamos a morir, qué sentido tiene vivir en la apariencia y en lo vacío por muy bello o correcto que aquello pueda llegar a ser.

Para hacerlo más interesante le di a ChatGPT un pequeño resumen del tema sobre el que quería escribir y le pedí que redactara un artículo. Quería comprobar hasta qué punto esta herramienta podía ser de gran ayuda al creador. Al fin y al cabo, nos da una estructura que podemos modificar a nuestro antojo, una estructura a la que teóricamente podríamos añadir nuestra experiencia y ejemplos personales a posteriori. La IA generó un texto correcto, coherente, sin faltas de ortografía pero, como podíamos esperar, vacío. Es complicado de describir, pero cuando lo lees te das cuenta de que no te interpela ni te aporta nada. Es más, es este artículo vacío el que me ha llevado a elegir esta reflexión como elemento vertebrador. Tratar de sobrescribir mi artículo sobre el texto que ChatGPT me ofrecía estaba siendo mucho más complicado de lo que había supuesto en un principio y, curiosamente, mucho más difícil que crear un artículo a partir de un folio en blanco. Es cierto que en poco tiempo tenía varios párrafos que podría haber publicado aquí. Si esto fuese un trabajo de la universidad quizás me hubiese valido. Pero estos artículos son importantes para mí y quiero que mis textos digan algo. Tras este proyecto que podríamos considerar fallido, he aprendido que lo personal, esa marca que dejamos como autores, está ligada, sí, al contenido, pero, sobre todo, a la forma en la que lo transmitimos. A las estructuras de las frases de las que muchas veces nos somos dueños. A esos tecnicismos que utilizamos porque hemos estudiado esta u otra carrera, a las palabras en desuso que conocemos porque "en el pueblo de mi abuela se decía mucho". En el proceso de creación es donde vamos manchando el contenido con aquello que somos. Si dejamos que una máquina dirija esa creación estamos mutilando una de las partes más importantes de nuestros textos, aquellas que les dan interés y los hacen verdaderamente nuestros.

Al lío. Mi artículo empezaba así:
He decidido apuntarme (y es cierto) a un curso para aprender a controlar esta cosa que se nos viene encima que son las Inteligencias Artificiales (IAs). Así, sin comerlo ni beberlo, después de dos masters y un año de preparación de oposiciones he decidido que lo que necesitaba ahora mismo, en vez de parar a descansar, era seguir estudiando. Y aún así se siente como un cambio de etapa. Este verano, cuando termine el sagrado examen de las oposiciones habrá terminado la segunda parte de una carrera de fondo que empezó en 1º de Bachillerato, que mutó con el Erasmus y la pandemia (momento en el que comencé a escribir aquí) y está poco a poco empezando a cerrarse. Podríamos denominar a la etapa "prepararse para tener un oficio, para ser algo". Una vez uno es algo, puede ser todo lo demás, pero necesita ese primer escalón para poder empezar a rodar y administrarse el dinero, el tiempo y las ideas.

En la vida, tomar decisiones importantes es inevitable, y una de las más significativas es seguir aprendiendo. Mi curiosidad me sigue empujando hacia nuevos temas y, en vez de centrarme en especializarme en un área, estoy empeñado en convertirme en un sabio neorenacentista que quiere saber de todo sin llegar a saber de nada. Así, justo en la bisagra vital en la que me encuentro, entre el estudiante y el trabajador, tome la decisión de apuntarme a este máster. Fue una elección casi inconsciente. Sabía entonces que hacerlo requerirá de mi tiempo y esfuerzo, pero sé que me puedo fiar de la intuición de que también me dará muchas alegrías futuras. Y es que estoy listo para crear con todo lo aprendido en etapas previas. Y qué mejor herramienta que esta que va a cambiar la sociedad por completo para ayudarme en el proceso de cambio.

Entonces, recojamos lo planteado hasta el momento. Me encuentro ante un gran cambio vital, el final de una etapa importante, y estoy a punto de enfrentar nuevos retos para los que me he estado preparando durante muchos años. He escrito artículos, he cocinado paellas, he creado peonzas y he purificado proteínas. Perfecto. ¿Y ahora qué? "Cuando Dios cierra una puerta, en otro lado abre una ventana." Eso. Que nos toca saltar por la ventana y confiar en que al otro lado, además de bellos paisajes, haya un suelo que nos sostenga. Me ilusiona saber que estoy cambiando, que vendrán cosas nuevas. Pero su inminente llegada me está obligando a tomar decisiones ya, desde el desconocimiento de lo que vendrá. Una forma de tomar decisiones, por cierto, que habla más de nuestro tiempo y lo imprevisible del futuro inmediato que de mí en particular.

Mi forma de enfrentar esta situación es sencilla. Como en tantas otras ocasiones simplemente requiere recordar las sabias palabras de mi abuelo. "El Homo sapiens es un animal de costumbres". Esa rutina de la que ya hemos hablado alguna vez aquí es la que nos hace ser quienes somos, la que nos lleva por la vida y nos va a permitir estar preparados para afrontar cualquiera que sea el futuro que nos espera. La rutina es, en un tono más poético y parafraseando a uno de los libros de autoayuda más antiguos que conozco, el cauce que lleva nuestras vidas a ese mar que es el morir. Y resulta que podemos elegir esos cauces.

Ansío una rutina saludable y motivadora que me invite a crear y a conocer más y más cada día. Un concepto, la rutina, que cuando era más pequeño, al escuchar las palabras de mi abuelo, rechazaba con toda mi rebeldía de adolescencia. "¡Qué aburrido tener una rutina! Es mucho mejor hacer lo que nos apetezca en cada momento". Por esa época ya había empezado a leer algo de filosofía y el interés por los estoicos de mi abuelo, contrastaba grandemente con mi interés por los "hedonistas blandos" como Epicuro. En cualquier caso diremos que él tenía razón y, ahora, además de buscar rutinas propias que me hagan feliz a largo plazo, me meto la camiseta por dentro del pantalón para no pasar frío. Algo que para mí era impensable, por sentir que limitaba mi libertad y hacía más rígido el vivir, resulta ahora clave en mi desarrollo como persona.

Esto me dice ChatGPT sobre crear rutinas motivadoras (con un poco de maquillaje para que sea agradable de leer):

Para crear nuevas rutinas es esencial tener en cuenta que puede resultar un desafío, pero es fundamental para avanzar con éxito hacia el futuro que deseamos. Es importante recordar que los cambios significativos llevan tiempo y esfuerzo, por lo que debemos ser pacientes y perseverantes. Una rutina motivadora puede convertirse en un hábito arraigado y una parte integral de nuestra vida diaria si cultivamos hábitos saludables, establecemos objetivos claros y realistas, incorporamos actividades que nos gusten y disfrutemos, y somos perseverantes en el proceso de cambio.

Así como una IA puede recopilar y analizar grandes cantidades de información, nosotros también somos capaces de recopilar y analizar nuestras experiencias para crear algo nuevo y significativo en cada etapa de la vida. Al igual que la información sin contexto puede ser engañosa y llevar a una IA a dar respuestas erróneas, nuestras vidas sin un propósito claro y una perspectiva amplia pueden llevarnos a la confusión y la incertidumbre. Por eso, es importante tener en cuenta la sinceridad y la ausencia de presiones externas a la hora de crear y compartir nuestra historia. Solo así podemos encontrar nuestra propia voz y ofrecer una perspectiva auténtica y valiosa al mundo.

(Esta quimera entre yo y ChatGPT no es perfecta, y seguro que gran parte del problema es que todavía tenemos que aprender a redactar mejores prompts, pero hace las veces de conclusión para el artículo)

Amor como pieza clave, creatividad del momento, conocimiento a través de historias, la importancia de cuidar las propias decisiones, salud y rutinas.

Con estos artículos cerramos un ciclo en Opinión20, pero abrimos la puerta a nuevas oportunidades de crecimiento y evolución. Deseo que cada una de nosotras sea capaz de encontrar su propia voz desde su contexto, sin imposturas, para así contribuir al debate y al pensamiento crítico de nuestra sociedad. O por lo menos al propio.

Gracias a estos artículos que Opinión20 me ha invitado a publicar he descubierto que algunos de mis intereses se repiten a lo largo del tiempo. Muchos artículos terminan reflexionando sobre aspectos como el amor como centro y razón de la vida, la creatividad como acto valioso en sí mismo que debemos guardar y promover y la importancia de tomar decisiones conscientes para cuidar la salud tanto física como mental.

Gracias a todos los que habéis participado de este proyecto, especialmente a las personas que han dirigido el proyecto a lo largo de estos años. Sin vuestro esfuerzo, muchas voces jamás podrían haber expresado con tanta libertad las opiniones que aquí han brillado con naturalidad.




Por Juan Cabrera




Pd: Os dejo un pequeño regalo de despedida. Uno de mis entretenimientos últimamente es enseñarle a la IA a escribir poemas. Lo de la rima y la métrica le cuesta mucho pero le he pedido que nos hiciera un haiku que concentrase los aprendizajes de este artículo y este es el resultado después de un poco de prueba y error:

"El mundo gira,
nuevas voces, nuevas ideas,
futuro en marcha."