Quiérete, pero no mucho

Fotograma de Sex Education


Es curioso porque siempre nos dicen hasta la saciedad lo importante que es quererse y aceptarse a uno mismo. No obstante, si nos paramos por un momento a ver cuáles son los mensajes implícitos dentro de la cultura de masas (un medio que también conforma directamente a la sociedad y sus valores), todos ellos dicen de forma categórica justo lo contrario: no te quieras y si te quieres, que no se note.

Siguiendo el hilo de ese primer pensamiento, se me viene a la cabeza una de las primeras series de mi infancia, serie a la que me referiré para tratar de comprobar si esto que expongo tiene o no sentido. Probablemente muchos y muchas de vosotros y vosotras la conocéis: Patito Feo. En ella se encuentran dos personajes femeninos radicalmente opuestos que protagonizan la serie televisiva. Por un lado, tenemos a Patito, una chica que es presentada como fea, pero amable y dulce, y por el otro tenemos a Antonella, una chica que no solo es hermosa, sino que es plenamente consciente de su atractivo físico verbalizándolo constantemente, pero ¿qué otras cualidades se le atribuyen a este personaje? El de la crueldad y el narcisismo. ¿No hay algo extraño en esta conjunción de cualidades para formar sus personalidades? (En la serie se da por sentado que las protagonistas irán evolucionando).

Me pregunto en este punto si eso es algo que sucede simplemente en Patito Feo, pero se me vienen a la cabeza otras series como Sex Education (Ruby), Pequeñas Mentirosas (Hanna o A), My Mad Fat Diary (Chloe) o Normal People (Rachel). En la primera, por explicar concretamente uno de los ejemplos, la joven que hace de exponente de la belleza (Ruby) es una persona que también está caracterizada por ser extremadamente cruel, todos la odian y sus vínculos amistosos son superficiales y escasos; en la segunda temporada se buscará matizar su personalidad, pero ese componente malvado y oscuro no dejará de convivir con el modo en el que vive su atractivo físico y seguridad.

Pensando más profundamente en este tema me doy cuenta de que en realidad la belleza en las mujeres siempre se ha unido de manera indivisible -aunque exagerándolo más o menos- a la “maldad” (o adjetivos negativos). Pero no cualquier belleza es negativa, la que es hermosa pero ingenua no supone ningún peligro, la “peligrosa” es la que se sabe atractiva y dicho conocimiento lo vuelve evidente con sus palabras. Una chica mala, en la cultura de masas, es también una chica hermosa, y esa chica hermosa va a utilizar su hermosura como herramienta para salirse con la suya en un sentido negativo. Estamos recibiendo toda una serie de mensajes que nos recuerdan lo importante que es quererse y aceptarse a una misma, mientras que todas las referentes que se quieren y lo demuestran, son presentadas a su vez como las malas de la historia: crueles, mentirosas, mujeres sin escrúpulos… El cliché de la capitana de animadoras. En la vida real todo es menos exagerado, pero al final ciertas actitudes o pensamientos acaban siendo estigmatizados gracias a esa asociación negativa.

Aclaro que con esto no niego la existencia de chicas bonitas que sean malas, con esto pretendo criticar y señalar que dentro de los medios masivos actuales que llegan a todos/as solo se generan mujeres crueles, canónicas y seguras de su capacidad de atracción, así como el ensalzamiento e idealización de chicas ingenuas e inseguras que, a pesar de todo, son igual de guapas que la “mala”; la diferencia entre unas y otras está en cómo comunican su físico. Parece que estar en paz con la parte superficial de una implica necesariamente el inicio de una competición con el resto de las mujeres. Si nos dicen indirectamente que vernos bien nos vuelve egocéntricas y narcisistas (en el mejor de los casos) ¿cómo puede alguien pretender que nos reconciliemos con nosotras mismas? ¿Cómo vamos a vernos con ojos amables?

¿Nunca os ha pasado que cuando os veis bien no lo decís para evitar quedar como “creídas”? ¿No hay acaso una aparente vergüenza ante la idea de percibirse a una misma hermosa? ¿No es leído por la sociedad como algo malo?

Quizás ese tipo de personajes donde la villana de la historia es (“casualmente”) la que se sabe atractiva y lo comunica, supone otro tipo de barrera mucho más “sutil” que frena la posibilidad de quererse a una misma. Se acaba generando una incongruencia contra la que es muy difícil luchar, porque nos dicen “quiérete”, pero actúa como una persona insegura, “quiérete” pero actúa como si no te quisieras, sé pasiva, sé sumisa, si te quieres cállatelo y que no se note. Se ha acabado romantizando hasta el ridículo la figura de la chica bonita, pero que no se ve a sí misma como tal, en otras palabras, se ha romantizando tener la autoestima destrozada. No hay productos culturales con un alcance significativo que nos muestren a mujeres que se quieren a secas, sin egocentrismo, sin competiciones, sin aires de superioridad u otras cualidades desagradables de por medio (aunque conservo la esperanza de que poco a poco vayan apareciendo y consiguiendo un mayor impacto). Queda muy bien que Mr. Wonderful (o cualquiera) diga quiérete, pero en realidad el quererse es, en esencia, empoderante y, por supuesto, a la sociedad actual no le interesa que se creen generaciones sin miedo a aceptarse y a verbalizar sus aspectos positivos con naturalidad. Al final cuando uno se quiere a sí mismo se quiere con todo y a pesar de todo, y ese amor acaba rompiendo, con contundencia, muchas de las esclavitudes que el canon deja caer sobre nuestros cuellos.


Por María B. Lario