Frenar la despoblación rural no es un objetivo imposible

En España el 42% de los municipios están en riesgo de despoblación rural, como también lo estaban muchas de las pequeñas aldeas de las tierras altas de Escocia que han conseguido revertir el abandono rural y que en los últimos 50 años ha visto crecer su población en un 22%. ¿Por qué Escocia lo ha conseguido y en España parece un problema estructural e imposible?


Vía del tren construida en las Tierras Altas escocesas

Escocia lleva desde media década hacia las tierras altas y creando planes para frenar su despoblación. Gracias a estas medidas la población en esta zona del país alcanzó su récord de población en 2011 y no ha dejado de crecer. El éxito de esta estrategia, que no sólo ha conseguido mantener población, sino que, además atrae nuevos habitantes hace que otros países europeos, incluido España, miren al oeste buscando ideas que puedan funcionar en su propio territorio.

El primer paso para frenar el descalabro demográfico en las Tierras Altas de Escocia fue conocer las causas que lo estaban provocando, para ello, en 1965 fue creada una organización independiente y apolítica que se dedicaba en exclusiva a analizar el declive económico y demográfico de la zona para poder elaborar planes contra la despoblación efectivos. El éxito de este órgano no radica únicamente en su independencia organizativa, sino en su independencia ejecutiva a la hora de poner en marcha distintos proyectos para atraer nuevos habitantes. Esta sería complicada de aplicar en España, ya que las causas de la despoblación difieren enormemente según el territorio del país, sin embargo, si cada comunidad creara una organización propia y especializada en su territorio y la dejara trabajar de manera independiente esta medida podría ser perfectamente aplicable en nuestro país.

Al igual que las zonas vaciadas de España, las Tierras Altas de Escocia han sido lugares dedicados principalmente al sector primario, y en estos últimos años, al turismo, pero no a la industria. Para cambiar esta situación se instaló la central nuclear de Dounray, que aunque no gustó a todo el mundo por romper el paisaje natural de la zona, consiguió atraer industria y puestos de trabajo de distintas cualificaciones a la zona. La llegada de la industria, sumada a la mejora de infraestructuras como puentes y aeropuertos que nacieron de ayudas de la Unión Europea ayudaron a que los habitantes de las tierras altas no solo tuvieran trabajo, también les comunicó con el resto del mundo sin tener que viajar a ciudades como Glasgow para coger un avión. La tranquilidad y la comodidad que esta situación provocó hizo de las Tierras Altas un lugar en el que vivir merece la pena. También esta idea es aplicable en España. La mejora de la red de carreteras y líneas de alta velocidad y la ampliación de las ya existentes también podría ser una manera de estimular la industria en áreas rurales. Además, unir las principales capitales de provincia con autovías de alta densidad que no obliguen a los conductores a pasar necesariamente por Madrid acortaría las distancias y supondría un empujón de las zonas rurales. Escocia ya se ha enfrentado a este problema y ha obtenido los fondos de ayudas europeas y de la colaboración público-privada, un sistema que empieza a aplicarse en España en otros ámbitos.

Hablar de la universidad de las Tierras Altas y las Islas es hablar de cómo persona jóvenes que quieran cursar estudios superiores no necesitan abandonar su pueblo natal para estudiar. Esta situación se da ya en España, universidades como la Universidad de Castilla la Mancha tienen repartidos distintos campus a lo largo de su territorio en capitales o ciudades grandes como Albacete o Talavera de la Reina. Sin embargo, las dificultades en el transporten hacen que los estudiantes alquilen habitaciones en estas ciudades y vuelvan a los pueblos solo los fines de semana y en fiestas señaladas. Escocia, que también se encontraba en esta situación, optó por mejorar la red de transportes en esas zonas menos habitadas, de manera que para los estudiantes es fácil hacer desplazamientos diarios que les permite estudiar o trabajar en ciudades cercanas sin tener que abandonar sus pueblos natales.


Por Cristina Moreno García