Sobre cómo el amor neutraliza la comparación

Llego a mi casa después de un día amable y gentil; un día que me envuelve como el abrazo de un ser querido. Me siento en la silla de mi escritorio después de haber visto La peor persona del mundo y me hago la siguiente pregunta: "¿Qué tiene el amor?". A esta pregunta la acompañan mis propias palabras (pronunciadas por primera vez en voz alta hace ya un año) y junto a este artículo que las recopila, reflexiono sobre lo presente. 

La inseguridad y la incertidumbre dentro de una relación romántica resultan ineludibles en la gran mayoría de situaciones, llegando en muchos casos a transformar relaciones monógamas prácticamente en relaciones poliamorosas (suponiendo aquellas dos miembros oficiales de la misma). Soy una persona con una inabarcable falta de seguridad, de apego inseguro ansioso y convencida de que en cualquier momento voy a ser reemplazada por una persona mucho más guapa, mucho más inteligente y más divertida. Me sorprende hasta lo innenarable la idea de vivir el amor sin miedo; vivirlo desde la Fe ciega en el otro y en los hipotéticos sentimientos que dicen poseer hacia uno (sentimientos en los que solo puedes confiar, puesto que la certeza absoluta resulta imposible). Es de este miedo, de esta fobia a la confianza romántica de donde nació por primera vez mi necesidad de darle respuesta a mi constante desazón (mi indeseada siamesa). "¿Qué necesito para sentirme tranquila dentro de una relación? ¿Cuáles son las palabras que funcionan para darme paz? ¿Cuáles son las acciones que calman mi ansiedad?" Empecé a preguntarme de manera casi obsesiva. 

Resulta irrazonable creer que una persona (cualquiera) será leída como la más hermosa, la más inteligente o la más divertida -en términos objetivos- a ojos de la persona amada. Siempre habrá alguien más bello, más interesante o más ingenioso. En el mundo existen demasiados individuos como para que esta última afirmación no sea vista como un hecho inevitable e irrevocable, como un hecho lógico y humano. La primera vez que acepté que siempre habría alguien mejor que yo, sentí que mis niveles de malestar disminuían drásticamente. Lo importante en el amor, me di cuenta en ese momento, no son las cualidades cuantificables, no son las cualidades teóricas, lo importante en el amor es el vínculo. Decía antes: "siempre habrá alguien más bello, más interesante o más ingenioso", pero eres tú quien es especial para la persona querida: existen y existirán personas más atractivas, con más conocimientos y mentes más rápidas, pero los vínculos que te unen a las personas a la que quieres siempre serán únicos, irrepetibles e insustitubles. Podrás cruzarte con alguien con la piel más clara y la voz más suave, pero al final del día seguirás teniendo dentro de tu mente al "amor de tu vida". Las comparaciones -tan habituales en el amor- con competidores/as potenciales dejan de tener sentido cuando todas estas ideas se interiorizan y enfatizan. Refranes como "el amor es ciego" son mucho más profundos de lo que su simpleza, a priori, puede parecer. El amor es ciego y sordo, y cuando las personas dicen que es algo que no se puede explicar, lo dicen porque el vínculo es algo que se vive y se lleva por dentro. 

En el segundo capítulo de la serie Modern love, una pareja -por detalles que no desvelaré- decide separarse. Ambos continúan con su vida y la reconstruyen junto a otras personas. Son personas que teóricamente cuadran a la perfección con las "preferencias" de los protagonistas: son físicamente canónicos y agradables, personas de corazón bondadoso y de curiosidad despierta. Poseen gustos similares y los planes que comparten cuadran en sus vidas. Pero ninguno de ellos consigue enamorarse de sus respectivas parejas. En un momento del capítulo, él dice (parafraseando sus palabras) que, aún habiendo conocido a personas brillantes, no era eso lo verdaderamente importante. 

Es en el amor donde creo que existe algo tan espiritual y poco lógico como la magia, el cómo surge con unas personas y cómo no se produce con otras que, en principio -de funcionar el amor a través de dinámicas repetitivas y preestablecidas- debería ocurrir. Me di cuenta entonces, y lo escribo hoy sobre esta página en blanco que se llena poco a poco con mis pensamientos -con la intensa, aunque no prometida, esperanza de conseguir ayudar a quien me lea-, de que la calma la encontraba en un: "hay personas mejores que tú, pero yo te quiero a ti", porque dentro de ese "a ti" las comparaciones concretas se neutralizan -dejando de tener sentido- recalcándose, en una frase tan honesta y sencilla, lo verdaderamente importante, lo verdaderamente único: el amor que se siente en ese momento presente. 


Por María B. Lario