Ellas también cogen el toro por los cuernos


En una de esas esporádicas miradas que dedicamos a la España que incansablemente produce lo que comemos, hay un grupo que difícilmente nos pasa desapercibido. Este no es otro que el de las mujeres que han dado un golpe en la mesa y se han echado al monte (literalmente) para mostrar que están presentes en un sector tradicionalmente dominado por los hombres: la ganadería. Ganaderas en Red es una asociación de mujeres que en su día cogieron el toro por los cuernos (también literalmente) y se lanzaron con su propia ganadería extensiva. Este tipo de cría busca producir alimentos de origen animal manteniendo el equilibrio con los recursos naturales de los que se sirven, pero que también cuidan como un tesoro. Se establece entonces una relación con la naturaleza tan profunda como el conocimiento que de ella les exige su trabajo.

La relación profunda con la tierra es lo que impulsó a Laura Martínez a dar el paso de hacerse ganadera. Veterinaria de formación, ahora tiene con su pareja un rebaño de cabras malagueñas en Bustarviejo, al norte de Madrid. La ganadería sufre cada vez más una falta de comprensión por parte de nuestra sociedad, así que las primeras reacciones que recibió fueron realmente de verlo como un paso atrás, como si tener estudios superiores debieran justamente haberla colocado por encima. Nada más lejos de la realidad. Para Laura, el cambio de profesión es “la mejor decisión que ha tomado en su vida”. La ganadería extensiva es para ella la oportunidad de estar siempre rodeada de animales que conoce bien y a los que dedica todos los cuidados. Además, es la oportunidad de conciliar con su vida personal y de tener su propio negocio que, dicho sea de paso, le va bien.

El de la ganadería como un paso atrás en su carrera no es el único prejuicio que desmonta Laura. Hablando con ella, me explica cómo, después de tres años de negocio, los clientes y las personas de su entorno van cogiendo confianza. Entre sus palabras podemos entrever que desde que terminó la carrera, cuando visitaba las explotaciones como una recién licenciada veterinaria de 24 años, ha tenido que demostrar cada día lo que vale. Siendo mujer y además joven, demasiadas veces han juzgado que es incapaz de llevar a cabo su trabajo. Pero Laura no es simplemente “capaz”. Esta jovencísima ganadera tiene un espíritu emprendedor que la lleva siempre un paso más allá. No contenta con sacar adelante sus 150 cabras en la región menos agrícola de España, lleva una quesería junto con su compañera Concha, comienza un huerto y está continuamente inventando nuevas formas de que su trabajo contribuya a la sostenibilidad y la economía circular.

Tania Santamarta es otra luchadora del sector. Hace 11 años decidió que no quería que la crisis la obligase a irse de su pueblo, El Villar de Santiago (León), así que se lanzó con las vacas. Actualmente tiene un rebaño, que lleva junto con el de su madre, de vacas de raza Asturiana de los Valles, una raza autóctona de esa zona montañosa. Las razas autóctonas son las mejor adaptadas a la región de la que proceden, por lo que son las óptimas para practicar una ganadería extensiva que contribuye a mantener los ecosistemas, las técnicas productivas tradicionales y gran parte de la cultura.

Sin embargo, por muy adaptadas o resistentes que sean las vacas, ni siquiera ellas soportan los inviernos montañosos. Con nieve durante largos períodos, tienen que alojarse en naves, y ocuparse exige trabajo tanto para mantenerlas en las mejores condiciones como para asegurarse una buena reserva de forrajes para alimentarlas. Tampoco son inmunes a los osos y los lobos con los que deben compartir el monte. Las ganaderas saben que es importante conservar el equilibrio y la biodiversidad en los pastos por los que van a pasar sus animales, pero a la vez sufren el olvido de las instituciones que parecen menospreciar el bien que estas trabajadoras aportan a la sociedad.

Estas historias son las que tantas veces se repiten entre todas las que forman Ganaderas en Red. Es por esta razón que lo primero que encuentran muchas en la asociación es un grupo de amigas de verdad que a diario pasan por lo mismo. Todas tienen este mismo trabajo que se ha convertido en su pasión, pero que también las pone al límite. A muchas les ha pasado que los intermediarios que las visitan les preguntan “¿dónde está tu padre?”, o comprenden bien los desvelos que supone un animal enfermo. La asociación también es un altavoz fundamental, tanto para ellas como para todos los actores de la ganadería extensiva, aportando visibilidad al trabajo que realizan. Tanto es así que estuvieron en el Congreso de los Diputados pidiendo actuaciones a nivel nacional que favorezcan esta forma de entender la producción animal que es clave en la transición ecológica.

Como en tantos otros ámbitos, las mujeres han tenido que luchar para hacerse un hueco en la ganadería. Pero si algo me ha llamado la atención al hablar con ellas es el entusiasmo y la resistencia ante todo tipo de adversidades que contagian desde los primeros minutos. Me siento en la obligación de reivindicar la ganadería extensiva en medio de la preocupación y búsqueda continua de un desarrollo sostenible y respetuoso con el medioambiente y la sociedad. No cabe duda de que es una manera de comprender los recursos de la naturaleza como un regalo que debemos aprovechar y respetar a la vez. Por todo esto, pongamos también a estas mujeres entre todas aquellas que nos inspiran y que queremos que sean los pilares de nuestra sociedad.

Por Carlos del Cuvillo