Toca latino

Hoy todo surge, gira o converge en el personaje de moda: el omnipresente artista madrileño C. Tangana. Pero no voy a hablar de su último disco. Bueno, sí, pero solo para decir que, a partir de la sorpresa que ha generado en mucha gente que se haya volcado en las raíces populares de la música española y se haya desviado del estilo más latino, he pensado que desde hace unos años "lo latino" está por todas partes.

Alguien podría decirme que en España llevamos escuchando música latina toda la vida. Y es cierto. Desde el pachangueo de los noventa con Ricky Martin o Gloria Estefan, entre otros, a los boleros de Armando Manzanero y los tangos de Gardel mucho antes. Y en realidad debería puntualizar que, cuando digo que la cultura latina se está extendiendo por todas partes, quiero decir por todo el mundo. Y cuando digo todo el mundo, quiero decir Estados Unidos.

Sin querer hacer un estudio profundísimo, me fijo en algunos datos sobre la música, que es la expresión artística que más directamente consumimos todos. Si me fijo en la lista de los diez artistas que más discos vendieron en EE. UU. en 2020, quitando dos o tres estrellas del pop (Taylor Swift, The Weekend y Billie Eilish) y la banda sonora de un musical (Hamilton), todo lo demás son cantantes de rap y/o hip hop. Y excepto The Weekend, todos son estadounidenses.

Aquí podría acabar mi investigación y mi teoría. Cero latinos. Pero bien sabemos que la música hoy se consume mucho online, a través de plataformas como Spotify o YouTube. Así que si nos vamos a los artistas más escuchados a nivel mundial en Spotify, ahí ya sí aparecen, entre los diez primeros, nombres que a todos nos suenan como Bad Bunny (Puerto Rico) o J Balvin (Colombia). Y en YouTube, entre la lista de los videoclips más vistos el pasado año se cuelan canciones de Maluma (Colombia) y J Balvin.

Si consultamos estos mismos datos para España, la presencia es muchísimo mayor. De hecho, entre los videoclips con más visualizaciones en 2020 solo uno está protagonizado por cantantes españoles (David Bisbal y Aitana) y los otros nueve son de artistas de Puerto Rico (Tainy, Ozuna, Myke Towers, Jhay Cortez), Colombia (Camilo, J Balvin, Maluma), República Dominicana (Prince Royce) y Argentina (Trueno y Nicki Nicole). Y si nos vamos a Spotify, no es tan exagerado pero aparecen de nuevo artistas latinos como Karol G. (Colombia), Sech (Panamá) y los ya citados Ozuna, J Balvin y Bad Bunny.


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Este repaso rápido a las listas no deja de ser el reflejo de un cambio a nivel global en nuestro mundo occidental. Ahora toca latino. La presencia latina es cada vez mayor en los países desarrollados —una vez más, nada nuevo para nosotros los españoles—. Si nos fijamos de nuevo en Estados Unidos, en 2019 los latinos ya suponían el 18% de la población estadounidense. Ya en 2015, había una mayor proporción de latinos (14,99%) que de blancos (14,92%) en California y los estudios apuntan a que en 2060 serán el doble que los blancos. Y el dato final: en las elecciones presidenciales del pasado otoño, los latinos representaban el 13,3% del electorado, por primera vez por encima de los afroamericanos (12,5%). De manera que lo latino y los latinos se han ido haciendo cada vez más presentes. Sin prisa pero sin pausa —no puedo evitarlo—: des pa cito...

De todo esto se puede deducir que cada vez hay más población latina en el mundo occidental y, según en qué partes, superan a la población blanca. Siguiendo algunas teorías demográficas, esto tiene todo el sentido: tienen más hijos que la población blanca. En cierto modo, es lo mismo que pasó antes con la población afroamericana. Una posible explicación, o al menos una de las razones, es el nivel de renta. Está comprobado que un mayor nivel de renta suele llevar a una reducción de la tasa de fecundidad —la cantidad de hijos que tienen las mujeres en edad de procrear—. Parece ser que aumentar tu poder adquisitivo te lleva progresivamente a una mayor comodidad, a acostumbrarte a determinadas necesidades que antes no lo eran tanto. Además, una mayor renta suele permitir una mejor educación y esta acaba siendo un factor determinante, especialmente en los países subdesarrollados, que empodera a las mujeres y hace que la decisión de tener hijos —y cuántos— cada vez sea más propia y menos dependiente de la tradición o de lo que otros le digan que hay que hacer.

Por lo tanto, si la población afroamericana —antes— y la latina —ahora— tienen, de media, un menor poder adquisitivo que la población blanca es normal que esta última cada vez se expanda menos por el mundo y en cambio los primeros le vayan ganando la partida. Algo de todo esto explica, en parte, el repunte en Estados Unidos del supremacismo blanco. La mayor presencia, evidente, de negros, latinos y otros colectivos en cargos públicos y órganos de decisión amenaza su tradicional estatus privilegiado.

Del mismo modo, es normal que según estos colectivos van haciéndose más presentes a nivel cultural, su música llegue a los canales más conocidos, las radiofórmulas y las grandes discográficas. Sucedió primero con los raperos, el RnB y el hip hop; y ahora sucede con el electrolatino y el reguetón —cabría añadir que muchos artistas pueden llegar ya a un gran público a través de redes sociales, sin pasar por un contrato discográfico, así que mejor me lo ponen—. Según vayan alcanzando un mayor nivel de renta, las poblaciones latinas se irán acomodando y reduciendo la cantidad de hijos por familia. Y entonces llegarán otros.

Ahora toca latino. Y en unas décadas, ¿africano?



Por Fernando Santos