El feminismo no entiende de calendarios

8M de 2019

Tendría que estar vestida de morado, estrenando una pancarta que llevo pensando al menos un mes. Hoy, 8 de marzo, tendría que estar cogiendo un tren dirección Atocha dispuesta a quedarme afónica gritando que las mujeres, todas las mujeres, merecemos ser libres. Debería estar con mis compañeras de lucha, sonrientes, mirándonos con la complicidad y el orgullo que da saber que estamos todas juntas peleando por lo que es justo, pero este año no va a ser así.


Este año, lo más sensato es no hacer nada de eso, para cuidarnos entre nosotras y a nuestras familias. El feminismo tiene el orgullo de ser la única lucha social que no deja muertos. En sus más de 3 siglos de historia todo se ha conseguido a base de perseguir lo que es justo, insistir y pelear, pero nunca dejando cadáveres. Nosotras, las feministas de ahora, tenemos la responsabilidad de mantener inmaculado el expediente que hemos heredado y demostrar que estamos a la altura de las grandes mujeres de la historia. ¿Acaso las sufragistas se pondrían en peligro a ellas mismas, a sus compañeras y a sus familias por hacer una manifestación durante una pandemia que ha dejado más de 70.000 muertos? Supongo que no, más que nada porque no nos hace falta.


Lo bonito del feminismo es que es una lucha "de dentro hacia fuera", me explico: primero cambias tú y luego tu alrededor. En un primer momento cambias tu forma de pensar, luego tu lenguaje y tus acciones, después empiezas a hablar con otras personas y les explicas tu nueva forma de mirar al mundo, y si están dispuestas  a escuchar y comprender, ellas  también cambiarán su forma de actuar. De esta manera, como si fuese una cadena, todo va cambiando poco a poco. Avanzar hacia una sociedad igualitaria implica modificar cosas pequeñas: ponerte las gafas violetas, introducir la sororidad, cortar conversaciones machistas, renunciar a tus privilegios frente a otras mujeres... El feminismo no entiende de calendarios porque es la lucha del día a día. Las leyes y los trámites burocráticos siempre van más despacio que la sociedad, pero no poder manifestarnos por un cambio no implica que no estemos cambiando cosas, porque el feminismo no se para nunca. Por eso, no creo que sea necesario hacer manifestaciones este año: el último 8M vi a gente aprovechando la movilización para beber cerveza, bailar, hacer una fiesta y dejar las calles llenas de basura, y a mí esa parte del movimiento no me representa, no quiero que sea la imagen que se de del feminismo y menos en estas circunstancias.

 

Igual que el día del Orgullo, el 8M es una reivindicación, una demostración de cuánta gente está comprometida con la igualdad, y no una fiesta. El objetivo del feminismo es cambiarlo todo para que todas las mujeres podamos ser libres, pero para conseguirlo primero tenemos que cambiar pequeñas cosas. Kate Millet decía que "lo personal es político", por tanto, cambiar cosas en nuestro entorno cercano, también es feminismo, decirle a nuestra prima que es inteligente y no solo guapa, es feminismo, decirle a nuestro hijo que "los que se pelean no se desean" es feminismo, dejar que los niños jueguen con lo que ellos quieren, en lugar de darles a elegir entre coches y muñecas, es feminismo. De hecho es este el tipo de feminismo que debemos hacer ahora. Es cierto que se han hecho todo tipo de manifestaciones durante la pandemia: contra la ley Celaá, en honor a la división azul, contra la condena a Pablo Hásel etc. Pero que otra gente haga las cosas mal no justifica que nosotras también lo hagamos, no es el momento para hacer aglomeraciones de ningún tipo, por muy legítima que sea la protesta.


En mi opinión, participar en cualquier manifestación en plena pandemia es irresponsable, lo que no quita que prohibir el 8M mientras se permiten otras manifestaciones sea machista y huela un poco a cerrado. Desde la llegada del coronavirus nuestras vidas han cambiado, y la forma de manifestarnos también debería cambiar. Soy partidaria de hacer una manifestación este 8M, pero desde las ventanas y los balcones, algo que demuestre que vamos a seguir luchando en nuestro día a día, aunque no salgamos con pancartas a la calle. Este 8 de marzo soy partidaria de lanzar un mensaje contundente pero seguro, que demuestre que no nos hemos rendido. Un mensaje que demuestre que sabemos que no es el momento de salir a gritar las calles, pero que aún así nos van a oír. Bebi Fernández tuvo una idea maravillosa: salir a las ventanas y gritar desde nuestra casa algo tan rotundo y sencillo como un "seguimos aquí", a mí, me parece la forma perfecta de manifestarnos hoy.



Por Cristina Moreno