"Yo soy un grande, grandísimo actor"

En una entrevista para el canal de YouTube de “smdani” el artista Chojin declaró que la mujer que tenía como referente el hip hop era sin duda Rosa Parks, luchadora nata por los derechos civiles contra el racismo. La razón para él era simple: “Rosa consiguió cambiar algo”. El rapero explicaba que todos tenemos un crítico dentro pero que no todos tenemos la capacidad de accionar. La lógica de Rosa para él era la siguiente: estoy viendo una injusticia, quiero cambiar las cosas, qué puedo hacer para cambiar las cosas y por último y más importante: las cambio.

Le compartí la entrevista a mi padre, quien me dijo al minuto que tenía que verme la película Ser o no ser, un clasicazo de Ernst Lubitsch. Al principio tenía cero expectativas porque he de confesar (con mucha vergüenza) que siempre me quedo dormida en las películas. De hecho, admiro muchísimo a mis amigos cinéfilos porque al acabar la película siempre sacan conclusiones brutales de x escena en la que yo ya estaba en el quinto sueño. A pesar de todo, menos mal que mi padre insistió, porque los ojos solamente se me cerraron para pestañear.

La película cuenta la historia de una compañía de teatro que se ve obligada a sustituir la parodia sobre el régimen hitleriano en la que estaban trabajando por la obra de Hamlet, debido a que los nazis invaden Polonia. Cuando los actores descubren que la Gestapo está planeando atrapar a unas familias, se ven obligados a aplicar en la vida real las míticas palabras del monólogo de la obra de Shakespeare que dan nombre a esta película: “Ser o no ser”. Ser o no ser valientes. Sin ánimo de hacer spoilers, simplemente diré que los actores se encuentran ciertamente ante una situación en la que han de decidir entre agarrar el toro por los cuernos y ayudar en aquello que puedan o dejar pasar una catástrofe.

Finalmente, el grupo de actores decide “ser” actores y embarcarse en la mayor actuación improvisada de sus vidas. Eligen hacer uso de sus habilidades teatrales ingeniosamente para tender una trampa a la Gestapo e impedir que esta logre sus objetivos. Vamos, que sin comerlo ni beberlo los actores se ven envueltos en una situación extrema en la que pasan de interpretar un papel por trabajo a actuar para salvar vidas. Y es este hecho de que eligiesen querer sacar un partido real a su talento lo valiente y, por tanto, lo que les hace nobles.

En Ser o no ser, mi personaje preferido es sin duda Joseph Turá, uno de los actores principales de la compañía. Su personalidad es exagerada y dramática, llega incluso a tocar el borde de la arrogancia. Una diva, vaya. Él mismo se describe a sí mismo como “un grande, grandísimo actor”. Y en mi opinión, lo es porque actúa con un fin, lo cual me lleva a otro punto de reflexión.

Cuando está encima del escenario, Joseph quiere transmitir sentimientos a su público, hacerles reflexionar. Por ello, si alguno de sus oyentes se ausenta de la sala o pone los ojos en blanco, se frustra y siente una decepción enorme. Piensa que lo está haciendo mal y que no sirve como actor al percibir la sensación de no estar transmitiendo nada con su representación. Indagando en la actitud de Joseph, me he dado cuenta de lo necesario que es que el ser humano encuentre un fin en sus actos.  Él solamente se considera actor si consigue lo que está buscando: tocar la fibra sensible de su audiencia.

Joseph Tura interpretando Hamlet en la película Ser o no ser
El personaje Josep Tura interpretando la obra de Hamlet en la película Ser o no ser

El personaje de Joseph Tura dispuesto a engañar a la Gestapo en la película Ser o no ser
 

Otro ejemplo que me sorprendió es el caso del periodista y exdirector del El Mundo, David Jiménez, personaje que no fue a recoger su título de periodista a la universidad hasta muchos años más tarde de haberse licenciado. Tras años de trabajo con sentido lo recogió con orgullo diciendo: “supongo que lo recojo ahora porque me lo he ganado”.

Probablemente, el sentido que le damos a nuestros actos está influido por nuestras circunstancias. En el ejemplo de Rosa, sus circunstancias determinaron su lucha por la igualdad, y el acto de no ceder su sitio en el autobús a una persona blanca no fue por capricho sino por su sentido de lucha. Y aquí es cuando lanzo la pregunta: ¿Pensáis que Rosa se hubiese quedado sentada si no hubiese tenido claro el por qué no debía levantarse?

En otras palabras, las circunstancias repercuten en el sentido que le damos a nuestros actos y son estos los que determinan nuestro propio desarrollo como personas. Creo que esa es la clave para pasar de ese crítico interior que mencionaba el Chojin a ese alguien que acciona: despertar del bucle fantasmal de ese hacer las cosas por hacer y empezar a hacer las cosas porque tienen sentido. Despertarte no porque ha sonado la alarma sino porque sabes lo que vas a hacer ese día y estás dispuesto a tacharlo de la lista.

Así que bueno, dicho esto, ¿somos o no somos “grandes, grandísimos actores”, actores que buscan algo con su interpretación?


Por Lucía López Arana