IGNORANT: devolvednos nuestra voz


Se da por hecho que quien camine a lo largo de toda la línea de los veinte será, solo por ello, un ser ocioso dedicado al libertinaje y al no pensar: que será devoto a los mandatos de Baco romano, o griego Dioniso. Dicen que estamos demasiado distraídos por nuestras facetas narcisistas como para tener opiniones que hayan salido de nuestros cerebros, demasiado ignorantes como para ser capaces de dar un punto de vista coherente y fundamentado. Todos estamos acostumbrados (y hartos) de ser catalogados, a golpe de vista, como auténticos espantapájaros sin ambiciones u objetivos reales más allá de cuánto nos costará el vodka para la fiesta del mes que viene. Infantilizados, infravalorados e invisibilizados por un todo adulto del que ya nos hemos cansado: no necesitamos la validación de nadie, tenemos nuestras manos, nuestra voz y nuestras cabezas. Si no quieren escucharnos, nosotros les obligaremos a que lo hagan.

Esta tendencia a subestimar al joven como sujeto capaz se agudiza en los ambientes artísticos y/o culturales. Centrándome, pues, en esta vertiente en lo que queda de artículo, me gustaría recalcar que no niego que haya jóvenes sin el talento mínimo para producir algo de buena calidad, solo añado que también hay adultos sin él. Ser joven no es variable natural o indispensable para la mediocridad creativa: uno puede ser bueno independientemente de la edad. Los años de vida solo son un factor que puede llegar a potenciar y perfeccionar lo que ya existía. Los años de vida son un ingrediente que ayuda a que el talento madure, además de una circunstancia que aumenta, por cuestiones puramente numéricas a más días vividos, la probabilidad de haber aprendido y adquirido nuevas habilidades. Un mal artista no es malo meramente por ser joven, simplemente es un mal artista, pero hemos interiorizado que, si lo es, lo es precisa y exclusivamente por esa juventud. Es esa causalidad directa, sin matices ni dudas ni segundas revisiones la que denuncio. No todos serán buenos, pero la edad es solo una variable más, no la razón ineludible de. Por supuesto, también están los que son de una genialidad indiscutible pero que nuevamente por su edad, y las asociaciones que trae consigo, son apartados y puestos al margen. Enmudecidos sistemáticamente. Acallados, exiliados sin contemplación previa de los temas considerados como dignos de apoyo, análisis o recordatorio.

De esta necesidad, manchada de impotencia efervescente, de conseguir que nos "vean", nace el proyecto del que hablaremos hoy, como respuesta a: ¿de qué formas nos hacemos oír, para conseguir en el proceso traspasar la muralla de los prejuicios que, como guillotinas, caen sobre nosotros y nosotras antes de darnos una oportunidad?. IGNORANT busca convertirse en una de esas herramientas, ser uno de esos amplificadores que permita devolverles el volumen a las palabras de aquellos artistas jóvenes que, atrapados en el estereotipo de juventud del que nos veníamos quejando, han sido silenciados.

Mar Castel, estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Valencia, es la creadora y directora de esta iniciativa. Al llegar del Erasmus, habiendo residido en un país en calidad de estudiante (no de turista), disfrutado de sus calles y conocido a personas tan distintas… cuando regresó a su ciudad la vio con ojos nuevos y el arte que la impregnaba acabó llenándose de más matices y significados. “Estoy rodeada de personas con muchísimo talento, creadores de diferentes ámbitos que rondan los veinte y aspiran a vivir de lo que les apasiona. Pero, aun siendo tan buenos como lo son, cuando pienso en el futuro no consigo imaginarlos (ni imaginarme) trabajando de lo que les gusta”, confesaba Mar Castel para una entrevista de Opinión20.

Desde el principio, el proyecto se planteó como un documental de denuncia, formado por doce capítulos que acogieran a creadores y creadoras de distintas modalidades artísticas (protagonizando cada una de ellas uno de los capítulos) y que han sido, de un modo u otro, ignorados. Al principio se formuló como una idea “modesta”, pero poco a poco fue adquiriendo fuerza por su potencia en bruto: lo que comenzaba con la participación de doce artistas, acabó resolviéndose con un total de treinta y tres, dos (un chico y una chica) por programa. Como posibles espectadores futuros que seríamos, esto supondría para nosotros una oportunidad dorada para conocer de primera mano las perspectivas de treinta y tres artistas activos, narradas por sus propias bocas. 

Con este proyecto "se busca denunciar la precariedad que sufren los jóvenes, especialmente en el sector artístico y cultural, reivindicar un replanteamiento de la cultura y el arte, añadiendo disciplinas y rompiendo con los conceptos tradicionales y retratar estéticamente y temáticamente a una generación que se encuentra perdida entre los milenials y la generación Z" como se recalca con literalidad absoluta en su sitio web. 

Buscamos hablar de nuestra generación desde el punto de vista de nuestra generación. Tomar consciencia sobre ese mismo punto de vista del que partimos, que es, además, compartido por todos nosotros y nosotras. Todos estamos en situaciones parecidas: estamos acabando la universidad, queremos orientar nuestro futuro laboral al sector cultural, sentimos el mismo miedo ante su precariedad, la misma incertidumbre… contar sus historias ha acabado siendo, de alguna forma, contar la nuestra”, recalcaba la directora.

Un concepto que me pareció interesantísimo fue el de “espíritu ignorant”, que surgió de forma natural en la conversación que Mar y yo mantuvimos. ¿Qué es exactamente? Le pregunté. El espíritu ignorant es la esencia que comparten (sin haberlo buscado previa o concienzudamente) todos los artistas/protagonistas que colaboran con ellas. Chavales y chavalas jóvenes que buscan vivir de su arte y de su pasión, y que por esa decisión, sufren todas sus consecuencias: problemas para llegar a fin de mes, varios trabajos para conseguir dinero, ansiedad ante la idea de no lograr sobrevivir con sus creaciones, depender de redes sociales como instagram para darse a conocer… Personas que han padecido (y que muchos siguen padeciendo) los ""pormayores"" de su elección, que han reflexionado sobre ello y que tienen algo que decir al respecto y desde la experiencia. Con IGNORANT cuentan con un espacio donde poder expresarse y enseñar su obra, al mismo tiempo que es tratada (y son tratados) con la seriedad que todo el esfuerzo de su creación merece.

¿Cómo se va a financiar un proyecto tan interesante y ambicioso como este? Verkami es una plataforma dedicada al micromecenazgo, fundada en 2010 por la iniciativa privada de un padre y sus dos hijos. Su nombre es un neologismo construido a partir de dos palabras del esperanto: Verko (creación artística o científica, trabajo, obra, producción. O, en forma verbal, verki: crear o producir obras de arte) y Ami (estimar, agradar). 'Verkami' podría definirse como un amigo de la creación.

Todos los principios de este método coincidían con los valores de IGNORANT, por lo que decidieron recurrir a sus servicios. En cuarenta días tenían que conseguir un total de cinco mil euros. Si al finalizar el plazo (que termina a principios de este febrero de 2021) no se ha conseguido la suma total, no se percibirá nada del dinero y se tendría que optar por otros medios para financiar la iniciativa (aplazando, por ende, la realización del proyecto).

Para terminar, no pretendo hacer comparaciones directas o indirectas, ni aludir a nadie de antaño con nadie presente, solo quisiera recordar y puntualizar que todos aquellos grandes, que hoy estudiamos en nuestros libros de texto, que todos citamos o recordamos con una desorbitada admiración, también fueron jóvenes una vez. Los jóvenes también merecemos ser tomados en serio, merecemos ser atendidos, lo que no significa ser valorados desde la condescendencia. No pedimos una doble moral para criticar nuestro arte/oficio/disciplina, solo pedimos que se nos escuche y critique con la mente limpia de estigmas.

Por María B. Lario