C. Tangana embajador de España


Fotograma del Videoclip Demasiadas Mujeres  de C.Tangana, producido por LittleSpain.

Disco de oro y 1.631.995 visitas en 24 horas. Éxito español y mundial que se celebra al ritmo de pasodobles y rumbachatas.  ¿Y, como escenario? Aragoneses, en el municipio de Santa María del Real de la Nieva, Segovia, y las calles de Madrid. Un niño comiendo un bocata envuelto en papel de plata, un frontón y sillas tomando el fresco. Tanto Demasiadas Mujeres como Tú Me Dejaste de Querer, y la renovada estética de C. Tangana resuenan en mi cabeza días después de haberlos visto. C. Tangana y su arte consiguen de nuevo sorprenderme y revolverme exponiéndome a una de mis realidades más inherentes pero menos mencionadas : la de ser española y madrileña. 

Una forma de vida es la definición que le daba el filósofo británico Richard Wollheim al arte. Afirmaba que para comprenderlo debemos definirlo en relación con su contexto social. Adiós al artista independiente, rebelde y rompedor. Para Wollheim tu arte está condicionado por el medio y sus cambios. Las creencias, historia, inquietudes y  necesidades del contexto son las musas que inspiran al creador y es así como  el arte se convierte en forma de vida. El arte visto así es una apuesta radical, igual que sus implicaciones. El ser “forma de vida”  implica que revela cada aspecto del marco cultural, ideológico y social bajo el que ha sido creado. 

Lejos de pensar que esto convierte al arte en algo aburrido, dictado o normativo siempre he concebido este aspecto como uno de sus más potentes poderes. El poder de ser termómetro social, de ser un foco intenso que arroja luz sobre el escenario de la realidad. Este poder, junto con el de emocionar y remover (aunque se parta de la más absoluta ignorancia previa), hace que le haya dado alguna vuelta de más a los últimos videoclips de “El Madrileño”. A lo mejor Antón no quiere decirme nada, pero a mí su trabajo más reciente me interpela y soy incapaz de permanecer indiferente. 

¿Pero qué es lo que resulta disruptivo de estos cortometrajes? ¿Emocionarme al ver España y su bandera? ¿El ver representado su carácter castizo y tradicional? ¿Sus pueblos, calles y barrios? ¿Acaso son los aspectos más potentes de mi identidad, la tradición, el folclore y los símbolos de mi país los que, al verlos representados de una manera tan sincera y real, me impactan? Me doy cuenta de que no estoy acostumbrada a que artistas jóvenes contemporáneos forjen su identidad en torno a una idea tan maltratada y poco de moda como la de España. No estoy acostumbrada a que se le haga referencia sin ser acompañada por “en crisis”, “corrupta” o “atrasada”. 

Fue al irme a vivir fuera cuando adquirí, sin que nadie me lo pidiera, el papel de fiel embajadora de España ante todo el que me preguntase por mi origen. Siesta, tapas, toros y Real Madrid, todos se merecían mi sonrisa y mi seguida invitación a este paraíso de buen tiempo y buena gastronomía cuando quisiesen. Fue también fuera cuando me di cuenta de la fuerza de los símbolos, las tradiciones y la cultura. No sé bailar sevillanas ni disfruto especialmente con el flamenco pero es escucharlo fuera de mi país y arrancarme a intentar bailarlo sin ningún tipo de vergüenza. Una exaltación de la cultura, tradición y raíces pero solo cuando no estoy dentro. 

Me gustaría hacerlo también en España pero no es tarea fácil. Acordarse de la esencia de algo cuando lo que lo rodea es todo negativo, desesperanzador y radical resulta complicado. Una autocrítica desmedida por parte de los ciudadanos junto a las ansias de los políticos actuales por politizar cualquier aspecto de la cultura tradicional española, dejan un panorama devastador para abrazar nuestra identidad y lo que somos. Uno en el que los símbolos son cargados con connotaciones usurpadas y monopolizadas por unos pocos que creen entender lo que verdaderamente significan. 

Hablando con una amiga y después de ver los videoclips, con la piel de gallina,  comentábamos qué era España para nosotras. Pero sin complejidades, de manera sencilla,  y en lo rutinario. El niño comiendo un bocata envuelto en papel de plata, la sombrilla protegiendo la nevera de mano con gazpacho dentro en la playa, la camisa de cuadros de manga corta del señor mayor de cualquier plaza en verano, la palabra aperitivo y merienda frente a snack para todo, las aceitunas con el doble en terraza hasta diciembre, el frontón… Es todo este imaginario colectivo que resulta tan complicado definir lo que tan rico hace a nuestro país y  Little Spain consigue plasmarlo. 

Como mencionaba al principio, son las inquietudes y necesidades del contexto, las que inspiran y sirven de musas al creador. Y precisamente son estos creadores, Little Spain,  la productora de estos vídeos, quienes tras vivir en Los Ángeles regresan a España con la necesidad de plasmar el estereotipo madrileño y español que tanta “nostalgia, emoción y enamoramiento les causaba. De L.A. a Las Vistillas. Así lo definen y así se refleja la paradoja que afecta a buena parte de la juventud española. Es precisamente el salir de España y tomar perspectiva, lo que te permite apreciar su esencia y su imagen más romántica, esa que tantas veces desde dentro se nos olvida. 

La España cotidiana y sencilla, la que frecuentemente medios, políticos e incluso nosotros mismos alienamos y politizamos, es la verdadera riqueza de nuestro país. Y es precisamente al politizarla cuando más la ignoramos. Esto no quiere decir que no resaltemos las injusticias, fallos e imperfecciones, que son muchos y requieren cambio, sino que ni todo es malo ni todo lo malo se extiende a todos los ámbitos. Son detalles como los que resaltan los vídeos, los que nos salpican de esa tradición que nos define. Una tradición que, lejos de ser una carga que nos impide liderar tecnológicamente y ser “más como Alemania”, nos distingue y nos hace atractivos ante países extranjeros que ansían raíces. 

En España o se dan por sentado, o cuando no se ignoran se usan los símbolos como elemento político. Agradezco ver la tradición en estado puro, con banderas, religiones y culturas sin ningún tipo de intención más allá de la de emocionar al que se sienta interpelado. Me gusta y lo admiro porque no lo veo frecuente y sin embargo lo veo muy necesario. Además, no solo quiero verlo yo, quiero que lo vean todos. Cómo se vive en Aragoneses, cómo comemos pipas y regaliz en el banquito y cómo se ven los tejados de Madrid. Yo cuando cocino una tortilla de patata de erasmus tengo un radio aproximado de diez personas a las que he conseguido engañar para que la prueben, pero C. Tangana tiene bastante más alcance. Un alcance que ha decidido poner al servicio de algo que tanto a él como a la productora Little Spain  y a mí, nos conmueve y emociona: España y Madrid, pero los de verdad.  

C. Tangana embajador de España porque ya es momento de que alguien atendiera a la necesidad social de recordar las raíces y la esencia. De devolverle esa imagen romántica, que muchos le dieron antes en el arte pero que actualmente se ha visto desprovista de ella.  Me gusta que se haga ahora, en 2020, ayudando a la España real a reivindicarse y  luchar contra todo estereotipo, casilla o ideología en la que muchos la quieren meter. Algunos le acusan de mainstream, y si ser mainstream significa que puedes dar más voz a un arte como este, yo también quiero ser mainstream. 

Como cuentan los creadores de Demasiadas mujeres, al terminar de rodar el alcalde les pidió tímidamente si los niños del pueblo podían hacerse una foto con el artista. Después de hacerla este gritó: ¡un aplauso a este señor que ha elegido Aragoneses! Muchas gracias por elegir a nuestro pueblo, esto es un gran orgullo para nosotros". Yo me uno al alcalde y a su grito y le agradezco a el Artista que haya elegido España y Madrid como identidad. Que es un orgullo y una suerte para nosotros. 

Por Arantxa Lastres