La crisis no económica de España


De toda la vida, cuando las cosas se ponen feas (como ahora), siempre saltan a primera plana de nuestros periódicos las noticias económicas con los peores augurios. Que si la caída del PIB, las bajadas de la bolsa, el aumento del paro. Desde luego, los españoles tenemos un máster en esto después de nuestra última y duradera crisis económica. 

Pero esta vez, la nueva crisis provocada por el COVID19, ha generado lo que para mi son otra serie de crisis con apellidos distintos a los económicos. Todas ellas de unas dimensiones sin precedentes. 


Estamos asistiendo a una crisis social con unas características atípicas. Enfrentados unos contra otros, por cualquier diferencia. Nos señalamos entre grupos sociales por ser los causantes de los contagios, incluso diferenciando entre nacionalidades o clases sociales. Arremeten contra los jóvenes por su irresponsabilidad, para no asumir que nadie está exento de culpa. La fractura social en diversos ámbitos de nuestra vida es desde mi punto de vista la más grande vista en tiempos de democracia. 


No solo nuestra sociedad se está resquebrajando como un viejo árbol a punto de caer. ¿Acaso hemos asistido en nuestra corta historia política a una división polarizada como la actual? Soy un apasionado de la historia española y para conocer de verdad la historia, hay que vivirla, pero creo que nunca habíamos llegado hasta tales extremos. Como bien dice el Alcalde de Madrid, Jose Luís Martínez-Almeida: “la única finalidad que tenemos es la de mejorar la calidad de vida de los madrileños”. Así es como debería ser, para el resto de partidos políticos, en todos los niveles. La triste realidad es que están empleando la crisis del Covid19 buscando beneficio político. Hace tiempo que los ciudadanos de Madrid u otros territorios se han convertido en mercancía política. 


Hablando de mercancía, la otra gran crisis es la mediática. Trafican con la información de manera interesada para atacar determinadas acciones políticas, independientemente del partido que sean. De esta manera, con información poco veraz y manipulada, asistimos a una crisis parangón de confianza en la información de los principales medios de comunicación. Lo peor es que parece no tener fin. Prácticamente ya no podemos fiarnos de la veracidad de la información al 100%. Hay que informarse con cuidado, hasta ese punto hemos llegado. 


Nos acercamos poco a poco a un abismo que en el pasado causó grandes confrontaciones. No quiero decir, ni por asomo, que puedan llegar a repetirse. Simplemente debemos recordar que cuando un país sufre una crisis en tantos y diversos ámbitos, corre el riesgo de romper con su orden social, con su bienestar social. Un privilegio que nuestros abuelos seguro nos pueden confirmar que costó mucho ganar.


Somos libres de elegir cómo actuar, a quién votar y dónde informarnos. Está en nuestra mano dejar de lado la búsqueda de diferencias y empezar a buscar la forma de tender puentes y mantener a una sociedad unida.


Los efectos económicos de esta pandemia tienen difícil solución, pero entre todos podemos hacer que la fractura social no llegue a ser insalvable. Lo último que puede dejar esta crisis no económica en nuestro país son cicatrices sin cerrar porque no las queremos curar. Poco a poco llegará el final del Covid19, pero ¿luego qué?, ¿Seguiremos divididos o saldremos adelante sin importar lo vivido? A veces se nos olvida, pero esto acabará y miraremos atrás, tal vez arrepentidos. 




Por David Fernández