LSD, hipnosis y torturas: lo que esconde la CIA

LSD, hipnosis y torturas. Los ingredientes perfectos para crear un proyecto ilegal cuya finalidad sea controlar la mente de prisioneros de la Guerra Fría. ¿Ficción? No, realidad. Este conjunto de retorcidos experimentos se conoce hoy en día como el Proyecto MK Ultra, diseñado en la década de los 50 por la CIA. Pero retrocedamos un poco, ¿Qué es todo esto?

Tras la Segunda Guerra Mundial, algunas tácticas como el espionaje y la manipulación entre los distintos bandos implicados en la guerra habían ganado mucho poder. El gobierno de EE. UU. descubrió que la Unión Soviética y sus aliados estaban utilizando el lavado de cerebro para interrogar a prisioneros de guerra americanos, lo cual despertó su rabia y estimuló su “imaginación” para crear algo parecido que les permitiese ganar ventaja en la Guerra Fría. Nació así el MK Ultra, en 1953.

El objetivo inicial era crear una “droga de la verdad” para emplearla en los interrogatorios a soviéticos, chinos y norcoreanos, pero terminó ampliándose a otras formas de control mental y se plantearon otros objetivos relacionados, como por ejemplo borrar la memoria para reprogramar y controlar la conducta. Los experimentos eran muchas veces ilegales y sin consentimiento de los participantes. Utilizaban como sujetos a prisioneros, pacientes de instituciones mentales, drogadictos o prostitutas, pero también a universitarios, médicos y a propios trabajadores de la CIA. Trabajaban con hipnosis, drogas como LSD, privación sensorial, abusos verbales, físicos y sexuales y torturas, e incluso llegaron a crear experimentos centrados en incapacitar o asesinar al enemigo con tóxicos o radiactivos, entre otros.

El mismo año de la inauguración del proyecto moría Frank Olson, científico del ejército de EE. UU. que realizaba investigaciones de guerra biológica. La versión pública de los hechos mencionaba que Olson se habría “lanzado o caído supuestamente al vacío desde la ventana de su habitación de hotel”. A pesar de las sospechas de sus familiares y sus intentos por esclarecer el caso, las verdaderas razones de su muerte no se conocieron hasta más de 20 años después.

En 1973 el director de la CIA decidió que estaban tentando demasiado a la suerte y ordenó destruir todos los registros del proyecto por miedo a ser descubierto, por lo que la poca información que se tiene proviene de documentos rescatados y testimonios de las víctimas. Finalmente, en 1975 se hicieron públicas las investigaciones de las actividades y los posibles abusos de la CIA en décadas anteriores, lo cual dirigió plenamente la atención al Proyecto MK Ultra. Además, el gobierno estadounidense admitió inesperadamente haber suministrado grandes cantidades de LSD a Frank Olson sin su consentimiento, lo cual le habría producido paranoia y crisis nerviosas. Podría parecer esta la razón de su suicidio, pero una nueva autopsia reveló lesiones que sugerían claramente un homicidio. A pesar de tener varias pruebas que inclinaban la balanza hacia el asesinato, no se llegaron a encontrar culpables.

¿Y a qué viene todo esto?

En el último año están saliendo a la luz más escándalos que de costumbre, o al menos están teniendo más repercusión que en años anteriores. Presidentes, empresarios, actores y cantantes, todos ellos involucrados en distintas actividades sospechosas, clandestinas y/o ilegales. Juegan con nuestros datos; ya no es ninguna novedad que Facebook esté implicado en casos de retención y comercialización de información privada de sus usuarios. Juegan con nuestras mentes, como explica el documental de "El Gran Hackeo" en Netflix, en el que se habla de la empresa Cambridge Analytica y de su papel - éticamente cuestionable y por el que fue juzgada junto a Facebook - en la victoria de Trump y en el éxito del Brexit (básicamente manipulaban a los usuarios mostrándoles a cada uno información distinta sobre las elecciones en función de su perfil psicológico). Incluso a veces, juegan con nuestras propias vidascomo es el caso del conocido multimillonario Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual de menores. 

Es cierto que hay personajes de los que no es tan inesperado escuchar estos rumores, pero, para bien o para mal, la verdad alcanza - en muchos casos más tarde que temprano - a cualquiera (incluso a aquellos a los que no podíamos hacer otra cosa más que idolatrar). Concretamente, uno de los casos que comencé a escuchar hace poco y que más me llamó la atención trata sobre el lado oscuro, racista y maltratador de Gandhi, amigo cercano de Hitler que consideraba a los negros como salvajes e inferiores y dormía con niñas desnudas para demostrar su autocontrol y resistencia a la tentación. Sí, Gandhi.

Este, junto a lo mencionado anteriormente, son solo unos de los muchos ejemplos que nos demuestran que sabemos muy poco sobre lo que se esconde detrás del poder de las personas a cargo del mundo. Nos hace desconfiar de todo y de todos, y nos lleva a cuestionarnos si realmente estamos seguros o, al menos, medianamente informados. ¿Qué es verdad y qué no?

Sí, es cierto que estos casos acaban haciéndose públicos; la población los empieza a conocer y lucha por hacer justicia, lo cual es innegable que tiene mucho poder. Pero este, al fin y al cabo, parece ser limitado y se queda corto cuando los intereses de las élites - acusadas y puestas en el punto de mira - se meten en el medio y consiguen librarse de ser juzgados y responsabilizarse, o al menos retrasarlo todo lo posible. 

Además, paralelamente siguen apareciendo más noticias y escándalos debajo de todo lo ya descubierto, llevándonos a una situación de incertidumbre e impotencia. ¿Tiene esto un fin y será posible destaparlo todo y empezar de cero? ¿O lleva tanto tiempo creciendo y hay tanta gente involucrada que sería prácticamente imposible destruir esa red? Y, por otro lado, ¿Quién destapa esto? ¿Podemos confiar en el periodismo actual para hacer responsables a los culpables e informar a los ciudadanos fielmente?

Puede sonar muy catastrófico, pero la intención de todo esto no es desanimar, sino informar. Mirando atrás y comparando con el presente se pueden apreciar los cambios tan relevantes que ha conseguido la sociedad unida en cuanto a temas de desigualdad racial, de género o de clase, entre otras. Pero para ello es necesario exigir, y mucho. Exigir principalmente cambios en la justicia, la cual al fin y al cabo tiene (o debería tener) el poder - y el interés, que es casi más importante - de controlar y juzgar como es debido a políticos, empresas y a cualquier persona o entidad que pretenda priorizar su lucro frente a la ética y la moralidad. 

Y, quizá el primer paso y el más importante es unirnos como sociedad. Intentar dejar a un lado la polarización y el odio que tanto han caracterizado a estos últimos años. Interesarnos por un bien mayor, por el beneficio de la sociedad; organizarnos y formar algo más grande. Las diferencias son inevitables, pero no deberían ser irreconciliables y excluyentes. Porque, lo queramos o no, una cosa sí que podemos sacar en claro. Si estamos divididos como sociedad, no somos nada para nosotros, pero lo somos todo para ellos.





Por Beatriz García Valverde