Dialoguen y no confronten, por favor.

Durante esta cuarentena y meses del Covid en mi casa han ocurrido cosas hasta ahora sin precedentes. El confinamiento provocó lo que desde hace años, me atrevería a decir, no pasaba: toda la familia sentada a comer en la misma mesa con tranquilidad. 


En mi casa siempre ha habido mucha actividad. Cada uno con sus historias, apenas teníamos tiempo de estar sentados todos juntos con regularidad y tranquilidad. Pero el confinamiento lo cambió todo. Sin comerlo ni beberlo ahí estaba toda la familia religiosamente sentada a la mesa para comer y cenar a la misma hora. Todos juntos. Todos los días.


En mi casa siempre hemos sido muy particulares a la hora de dar nuestra opinión. Mi padre siempre ha expresado con pelos y señales su opinión, sin importarle mucho las formas, osea que todo clarito y rotundo. Luego está mi hermana, que cuando le tocan sus temas de conversación, ojito. Mi madre, por otro lado, prefiere guardarse su opinión para ella, pero ojo, que no da puntada sin hilo cuando habla. Como somos una familia al más puro estilo Cuéntame, nuestra abuela vive con nosotros. Aunque dice que no sabe de nada, ella sabe mucho más que algunos con carrera que salen por televisión. A veces suelta unos comentarios que más que frases son sentencias. Para acabar estoy yo, que por no callar, opino de todo sin mezclar posiciones ideológicas ni nada de eso; pero opinar, opino de todo, valorando lo que está pasando, sin importar quien o quienes lo están haciendo. 


Una vez presentada mi familia, os podréis imaginar que cada comida o cena era un clamor de opiniones y contradicciones. De vez en cuando, teníamos alguna discusión más acalorada que otra sobre temas polémicos que se mezclaban con la política. ¿Os suena esto? Seguro que a más de uno le ha pasado con tanta convivencia.  Conclusión: ver las noticias mientras comíamos o cenábamos solo hacía que se avivase la llama. Consecuencia: se apagó la televisión y se puso música de fondo. Desde que tengo memoria, en esta casa se ha comido y cenado con la televisión y el telediario puesto. Inaudito lo que estábamos viviendo. 


Apagada la llama de la discordia (bendita televisión), seguíamos hablando prácticamente de los mismos temas en la mesa. Sin embargo, las conversaciones eran mucho más tranquilas, dando nuestra opinión sobre varios temas algo polémicos y… ¡sorpresa! llegando a estar de acuerdo en muchos de ellos. ¿Qué estaba pasando? Avanzaban las semanas y cada vez disfrutamos más de comentar los distintos aspectos de esta crisis sin precedentes, las nuevas noticias y un largo etcétera de temas. Con el paso ya de los meses, pensando en aquella situación que hoy se repite, me he dado cuenta de que sin esa llama dichosa de la discordia que son  la televisión y la sobre información, surgió el diálogo tranquilo. ¿Os suena? Es una cosa que hacen las personas cuando quieren llegar a puntos de entendimiento y colaboración. Radica en dejar de lado las diferencias pasadas y presentes entre los intervinientes, escuchar y valorar en consideración suficiente el punto de vista de la otra persona. Se fundamenta en el respecto y en la predisposición a aprender de lo que está diciendo la otra persona. 


Quería describir lo que es para mí dialogar para refrescar la memoria. Es posible que se nos haya olvidado, porque cada vez que encendemos la televisión o la radio, o leemos la prensa... vemos que los máximos representantes del pueblo español, los elegidos entre todos con nuestro voto, no saben lo que es. Acabamos de sufrir una de las catástrofes más inesperadas posiblemente de la historia, pero nuestros dirigentes no son capaces de dejar a un lado sus diferencias, mirando poco hacia el futuro que nos espera y que parece poco esperanzador. Tres meses ya con la misma actitud. 


Me da igual el color político, para esto no hay ideología. Yo la mía la  tengo muy clara, pero ese tipo de opiniones a favor de unos y otros me las reservo dentro de un sobre que pongo en la urna correspondiente. El respeto por el ciudadano, por el votante, por el país, radica en saber cooperar con los que son diferentes a ti para resolver situaciones adversas. Ya está bien. Lo que nuestros políticos hacen no es lo que esperamos de ellos. Estos meses atrás he podido observar cómo Ayuntamientos y Comunidades Autónomas colaboran entre sí para beneficiar a la población. Dejaron sus diferencias a un lado para trabajar juntos por soluciones mejores para todos. Como un equipo. Un ejemplo a seguir, ¿tan difícil es? Está claro que sí. Creo que es necesario pedir a nuestros representantes respeto entre ellos, que aparquen sus diferencias y que se pongan a trabajar juntos por sacar al país de una situación adversa que va a dejar en el camino a mucha gente. 


A todos los que ocupan un sillón en el Congreso de los Diputados, por favor, dialoguen y no confronten. Creo que es posible y que el futuro de muchas personas depende de ello. Den ejemplo y construyan entre todos una mejor situación.

Por David Fernández