China, ya no estás sola.

China se ha acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo sin que nadie le moleste. Ha sido siempre así desde la llegada del comunismo, hasta su posterior aperturismo y situación actual: una mezcla del más puro capitalismo con una sociedad arraigada en comportamientos pasados. 

Con esa mentalidad de hacer lo que quiero y cuando quiero, ha obrado durante sus últimos años de historia sin importarle a nadie. Es importante recordar que los chinos son los responsables de una de las mayores atrocidades cometidas contra los derechos humanos y las libertades de la historia. La República Popular de China invadió la región del Tíbet en 1950 con la única premisa de recobrar la patria unificada. Una excusa para ocultar sus verdaderos intereses económicos y estratégicos en la región. El Tíbet, se declaró abiertamente pacifista siguiendo sus doctrina de la religión budista. No gozaba de ejército consolidado y se rindió sin oponer apenas resistencia. Nada de ello importó. Los chinos arrasaron más de 6.000 templos budistas y mataron a más de 1,2 millones tibetanos, obligando al Dalai Lama (líder religioso y político tibetano) a exiliarse, acabando con una de las culturas milenarias más representativas de Asia y del mundo. Hoy solo se conserva el mítico palacio de Potala que servía de alojamiento para los líderes espirituales del país, rodeado de turistas e increíbles medidas de seguridad para evitar revueltas. Más de 60 años después de aquel atroz suceso, nadie ha pedido responsabilidades más allá de algunas manifestaciones, y China siguió su camino sin importarle demasiado. Y es que… ¿Quién se acuerda del Tíbet?

Poco a poco, alcanzó una gran extensión territorial, seguida de una imparable progresión económica hasta nuestros días. Su crecimiento se ha llevado por delante empleos y gran desarrollo industrial en países desarrollados, controlando ahora una inmensa parte del comercio internacional. Pero bueno, esto es el capitalismo y el libre mercado, ¿verdad? Vieron una oportunidad perfecta y la aprovecharon. Hasta aquí, todo genial. Ahora bien, esto implica grandes cambios en su forma de hacer las cosas. 

El Covid19 ha puesto de manifiesto que la repercusión de todo lo que hace China es mundial. El que ya lo sabía, pero no entendía muy bien por qué y solo oía el típico “es que los chinos lo controlan todo”, han podido comprobarlo de primera mano. 

El origen del Covid19 no está muy claro, y dado el hermetismo y falta de transparencia habitual, jamás lo sabremos. Igual que el número oficial de fallecidos en el país. Pues lo mismo. China no puede seguir haciendo lo que quiere a todos los niveles. Ya no. China debe asumir que ya no están solos en el mundo y que se debe tener una responsabilidad más allá, con el resto de la comunidad global. Su impacto y repercusión es tremendo, nadie les culpa por ello, pero sea cual sea la causa de contagio del Covid19, deben llegar hasta el final para esclarecer qué ha pasado. Sea un contagio animal o una imprudencia en un laboratorio, deben dar las correspondientes explicaciones. Ante esta gran incertidumbre generada y repercusión mundial, se espera una colaboración y transparencia abierta para mostrar al mundo cuáles son las causas de un virus que ha dejado muertes a su paso a nivel global. 

Está claro que hay que buscar responsabilidades, esto no puede quedar en el olvido como pasó con el Tíbet, sea lo que sea que haya ocurrido. Nos merecemos saberlo.


Por David Fernández