Reconozco abiertamente que este aislamiento por la crisis del Covid-19 ha despertado en mí reacciones hasta ahora desconocidas. Creo que a todos nos ha puesto en algún momento contra las cuerdas, sea por la razón que sea.
Hace pocos días, llegó a mis manos esta imagen:
Hace pocos días, llegó a mis manos esta imagen:
Sinceramente, nunca me he visto tan reflejado. Quien más o quien menos, ha sufrido algún tipo de reacción que pueda alojarse en esas descripciones.
Al principio nos pegábamos a la televisión con cada rueda de prensa oficial, esperando con ansiedad por si había malas noticias, y respirando aliviados al finalizar. Por suerte hemos pasado rápidamente a la zona de aprendizaje. Progresamos hacia la calma y el sentido común, que mucha falta nos hacen ante situaciones adversas. Hemos identificado nuestras emociones, controlando las negativas que no nos aportan valor, dejando crecer las que nos hacen sonreír. Hemos apagado poco a poco la televisión, la radio, y dejado de consumir constantemente información sobre el coronavirus para pensar dos veces antes de actuar. Buenas noticias en tiempos de crisis. No estamos tan mal.
Por fin hemos dado un descanso al personal de los supermercados. Pánico e histeria a partes iguales se apoderaron de la población, arrasando con todo lo que teníamos a mano, sin importar qué ni cómo. Al menos ahora podemos entretenernos construyendo castillos con rollos de papel higiénico y “dando toques” para subir el vídeo a Instagram.
Está saliendo lo mejor de nosotros, dejando atrás lo peor, que no ha sido poco. Nadie nos culpa. El miedo convierte al ser humano más racional en un salvaje prehistórico en cuestión de segundos. El que haya dicho que no tiene o no ha tenido miedo en ningún momento en esta crisis… simplemente miente. Allá él o ella, y cada loco con su historia. Pero... ¿y lo grandes que somos ahora?
Sin embargo, hay otros que no han pasado de las quejas continuas y del mal humor. Siguen comprando y llenando sus carritos con “por si acasos”. Parece mentira, pero así es. Muchos no quieren mirar hacia delante y prefieren seguir tuiteando sus quejas, su mal humor y echándole las culpas al Gobierno. Hay que diferenciar entre opiniones y llorones. Entre preocupaciones y tonterías que no aportan nada. Creo que son los mismos que se creen seleccionadores de España y dirigen al equipo desde el sofá a grito pelao, cerveza en mano por supuesto, y en posición horizontal. Menudos figuras. Lamentablemente, de esos… no nos vamos a librar. Seguirán ahí, acumulando papel higiénico. El resto, los que estamos en zona de crecimiento, tenemos la responsabilidad de aislarlos (de nuevo). No les hagamos caso y sigamos sumando para salir de esta situación. Mejores, más fuertes como sociedad y espero, que más unidos.
La mayoría hemos sido capaces de saltar a la zona de crecimiento en cuestión de días. Sí, lo hemos hecho. Solo hay que mirar un poco al exterior. Tenemos que sentirnos muy orgullosos de nuestra reacción, de nuestra capacidad de crecimiento. Es increíble (pero cierto), la cantidad de buenas acciones que han contagiado de espíritu positivo a todo un país para sacar lo mejor de nosotros. Pronto tuvimos memes y vídeos que nos sacaban una sonrisa ante tanta incertidumbre. Porque una sonrisa es siempre una gran medicina. Ahora, las redes sociales son pura inspiración y alegría de ver cómo nos ayudamos unos a otros, como luchamos juntos, pero separados.
Yo, sinceramente me siento muy orgulloso de lo que hemos hecho. Mirar hacia delante y dejar de lado los fallos y las quejas es también responsabilidad de todos.
Y tú, ¿en qué fase estás?
Al principio nos pegábamos a la televisión con cada rueda de prensa oficial, esperando con ansiedad por si había malas noticias, y respirando aliviados al finalizar. Por suerte hemos pasado rápidamente a la zona de aprendizaje. Progresamos hacia la calma y el sentido común, que mucha falta nos hacen ante situaciones adversas. Hemos identificado nuestras emociones, controlando las negativas que no nos aportan valor, dejando crecer las que nos hacen sonreír. Hemos apagado poco a poco la televisión, la radio, y dejado de consumir constantemente información sobre el coronavirus para pensar dos veces antes de actuar. Buenas noticias en tiempos de crisis. No estamos tan mal.
Por fin hemos dado un descanso al personal de los supermercados. Pánico e histeria a partes iguales se apoderaron de la población, arrasando con todo lo que teníamos a mano, sin importar qué ni cómo. Al menos ahora podemos entretenernos construyendo castillos con rollos de papel higiénico y “dando toques” para subir el vídeo a Instagram.
Está saliendo lo mejor de nosotros, dejando atrás lo peor, que no ha sido poco. Nadie nos culpa. El miedo convierte al ser humano más racional en un salvaje prehistórico en cuestión de segundos. El que haya dicho que no tiene o no ha tenido miedo en ningún momento en esta crisis… simplemente miente. Allá él o ella, y cada loco con su historia. Pero... ¿y lo grandes que somos ahora?
Sin embargo, hay otros que no han pasado de las quejas continuas y del mal humor. Siguen comprando y llenando sus carritos con “por si acasos”. Parece mentira, pero así es. Muchos no quieren mirar hacia delante y prefieren seguir tuiteando sus quejas, su mal humor y echándole las culpas al Gobierno. Hay que diferenciar entre opiniones y llorones. Entre preocupaciones y tonterías que no aportan nada. Creo que son los mismos que se creen seleccionadores de España y dirigen al equipo desde el sofá a grito pelao, cerveza en mano por supuesto, y en posición horizontal. Menudos figuras. Lamentablemente, de esos… no nos vamos a librar. Seguirán ahí, acumulando papel higiénico. El resto, los que estamos en zona de crecimiento, tenemos la responsabilidad de aislarlos (de nuevo). No les hagamos caso y sigamos sumando para salir de esta situación. Mejores, más fuertes como sociedad y espero, que más unidos.
La mayoría hemos sido capaces de saltar a la zona de crecimiento en cuestión de días. Sí, lo hemos hecho. Solo hay que mirar un poco al exterior. Tenemos que sentirnos muy orgullosos de nuestra reacción, de nuestra capacidad de crecimiento. Es increíble (pero cierto), la cantidad de buenas acciones que han contagiado de espíritu positivo a todo un país para sacar lo mejor de nosotros. Pronto tuvimos memes y vídeos que nos sacaban una sonrisa ante tanta incertidumbre. Porque una sonrisa es siempre una gran medicina. Ahora, las redes sociales son pura inspiración y alegría de ver cómo nos ayudamos unos a otros, como luchamos juntos, pero separados.
Yo, sinceramente me siento muy orgulloso de lo que hemos hecho. Mirar hacia delante y dejar de lado los fallos y las quejas es también responsabilidad de todos.
Y tú, ¿en qué fase estás?
Por David Fernández