El lenguaje de los bosques (cuentos del Baztán)

Desde siempre, me ha llamado muchísimo la atención la cultura vasca. Pero es su mitología la que me interesa aún más. Sus historias, leyendas y cuentos acerca de figuras que luchan por el bien y el mal. Deidades protectoras y dioses malignos. Todo ello hace que me adentre en esta fascinante cultura y os cuente (espero hacerlo de la mejor manera posible) estas intrigantes historias.


Nos encontramos en el Baztán, provincia de Navarra. Desde hace muchos años, existe un gran número de leyendas acerca de este lugar. Son innumerables las criaturas que, nacidas de estos cuentos, habitan este territorio. Sin embargo, ¿seguirán siendo leyendas y cuentos del bosque o tras muchos años de historia habrán decidido cobrar vida? Es casi imposible actuar como narradora y trasladar todas las historias que acogen a estos seres como protagonistas. No obstante, haré lo posible para sumergiros en este mundo lleno de magia y brujería.


La protagonista de nuestra historia se llama Mari. Es considerada como la propia madre naturaleza. Supongo que recordareis la película de James Cameron, Avatar. Podría decirse que Mari es algo semejante a Eywa, la deidad de los Na'vi, y se encarga de mantener la naturaleza y la vida del bosque en perfecto equilibrio. Además, se la conoce como diosa de la fertilidad y de la meteorología.

Habita en las cumbres de las montañas, resguardándose en las cuevas. La gruta donde habita frecuentemente se encuentra en el Amboto, sin embargo, tiene como rutina cambiar de morada cada siete años, y dependiendo de la cumbre en la que habite, hará un tiempo u otro. Se encarga de llevar el buen y el mal tiempo a los distintos lugares. Cuentan que, cuando Mari está en Amboto, llueve, cuando se resguarda en Aloña hay sequía y cuando está en la cueva de Supelegor las cosechas tienden a ser abundantes.
Su figura también está relacionada con el eguzkilore. Esta extraña palabra hace referencia a una planta. Sí, una planta con un gran parecido al cardo cuyas hojas se asemejan a los rayos del sol. Cuenta la leyenda que desde tiempos inmemoriales el Gaueko (dios de las tinieblas) atormenta a los pueblos del norte comiéndose a los pastores y a sus rebaños. Las gentes que allí vivían, atormentadas por este demonio, pidieron ayuda a la gran madre, Mari. Esta les bendijo con la luz de su primera hija, Ilargi (la luna) pero su luz no fue suficiente como para derrocar al Gaueko. De nuevo, los humanos pidieron ayuda a Mari y ella acudió rápidamente, esta vez dándoles a su segunda hija, Eguzki (el sol). Aun así, la noche siguió siendo peligrosa. De esta manera, Mari decidió dar su protección brindando un eguzkilore (la flor del sol) a la entrada de las casas. Así, si algún espíritu maligno pretendía entrar en la casa y encontraba esta flor, tendría que pararse a contar todos los pelos o brácteas de la inflorescencia y el día le sorprendía sin haber terminado su tarea.

Ahora llega el turno del Basajaun o señor del bosque. Es una criatura protectora que cuida que el equilibrio del bosque quede intacto. Es en sí mismo armonía y colaboración, unidad y protección. Es considerado un maestro por los humanos, ya que les enseñó oficios como la metalurgia y la agricultura. También se representa como guía y protector, ya que emite grandes ruidos y silbidos desde la profundidad de la montaña para alertar a los pastores de peligros inminentes. En cuanto a su aspecto físico, tiene un cuerpo semejante al humano forrado con una enorme y larga cabellera de color oscuro que le llega hasta los pies y le cubre la cara. Su estatura ronda aproximadamente los tres metros. Su pareja femenina se llama Basandere y es la señora del bosque. También cuida del equilibrio natural de los elementos y de la concordia entre el bien y el mal.


No obstante, no todas las criaturas serán buenas y benevolentes. También nos encontraremos espíritus malignos como el Tartalo o el Inguma.


Tartalo es un cíclope gigantesco y terrorífico, perverso, de instintos salvajes y muy agresivo. Su tamaño es descomunal y su entretenimiento favorito es tirar piedras de un monte a otro. Cuentan que debido a este entretenimiento se crearon varias construcciones que se mantienen a día de hoy. Se alimenta de ovejas, niños e incluso adultos. Se dice que posee un anillo mágico que utiliza para controlar a sus presas y que al grito de ¿Non hago? ("¿Dónde estás?"), el anillo le responde Hemen nago, hemen nago ("Aquí estoy, aquí estoy") para así delatar a sus víctimas.


El Inguma, llamado también Maumau, es un demonio que aparece de noche en las casas cuando sus moradores están dormidos. Este espíritu maligno atormenta a los humanos con pesadillas, les aprieta la garganta dificultándoles la respiración e incluso llega a matarlos.


Otras de las criaturas que asolan los bosques vascos son las lamias. Estas figuras mitológicas, a menudo descritas con pies de pato o garras de ave, poseen una extraordinaria belleza. Generalmente residen en los ríos y las fuentes, donde peinan sus largas cabelleras con ornamentados cepillos de oro macizo.


Tras relatar estas historias, me gustaría recomendaros la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo. Son estas novelas las que han conseguido captar mi atención y las culpables de que yo esté escribiendo este artículo ahora mismo. Me han sumergido en esta maravillosa y misteriosa cultura y han capturado mis cinco sentidos. Quiero destacar que esta obra no solo cuenta mitología y leyendas, también explora la realidad de las gentes del pueblo de Elizondo en el Valle del Baztán y los sucesos que han marcado y marcarán sus vidas.


Yo os he contado la historia, ahora está en vuestra mano creer o no, confiar en estas leyendas o dejarlas de lado y apartarlas. Como dijo la autora de esta trilogía, al fin y al cabo, el rechazo no está en quien recibe, sino en quien se siente ajeno.




Por Ángela Taltavull