Quien más, quien menos, todos hemos soñado alguna vez con vivir la vida del miembro de un grupo de música de éxito. Llenar salas, tocar ante miles de personas, entrar en el estudio de grabación, firmar autógrafos, champán en limusinas y peticiones rocambolescas en los camerinos, morir ahogado en tu propio vómito... (quizás esto último no). En realidad, casi nada de todo esto es tan glamuroso como lo pintan, pero lo que está claro es que hoy en día hay muy poquitos artistas que vivan en estos niveles; y ni siquiera entro a valorar el sacrificio para tu vida personal que todo ello implica. Y sin embargo, cada vez que ves a tu grupo o artista favorito, no puedes evitar imaginar cómo es su vida y la idealizas.
Hace no demasiado leí en un artículo que la industria musical se estaba recuperando del batacazo que supusieron las plataformas de descarga ilegal de música. Partiendo de la base de que cuando decimos "industria musical" nos referimos a las discográficas (nada de salas de conciertos, artistas, etc.) y de que "batacazo" se traduce como reducción en sus ingentes beneficios (mecachis, he pasado de ganar varios millones a solo unos pocos millones), me pregunté cómo funciona hoy todo este tinglado y, dando por sentado que las discográficas no van a ser las perjudicadas ni las pobrecitas, quise saber cuánto dinero se lleva hoy un grupo de los discos y entradas que vende y de las reproducciones que se acumulan de sus canciones en Spotify y YouTube, por poner dos ejemplos.
Contrato con discográfica
Siguiendo el camino habitual, cuando un artista hoy firma un contrato con una discográfica de las grandes, pongamos Universal, lo que está haciendo es algo parecido a firmar una hipoteca con el banco. La discográfica te adelanta el dinero de tus próximos, pongamos, tres discos y a cambio se queda con la propiedad de todas tus composiciones y sus derechos hasta que recupere la inversión. Y cuando ya se ha recuperado la inversión, sigue ganando dinero pero un tanto por ciento (conocido como royalties) van para el artista. Hace unas décadas, antes del supuesto batacazo, esos royalties eran de entre un 7% y un 10%. Y ese porcentaje luego había que repartirlo entre todos los miembros del grupo, de manera que casi mejor hacerte cantautor. Ahora pensad en todos esos grupos que empiezan a triunfar y "de repente" el cantante se va en solitario. Oh, vaya...
Hay grupos que han probado diferentes modelos según el momento en el que se encontraban. Es el caso de Second. Su vocalista, Sean Frutos, nos comenta que ellos comenzaron con un acuerdo de licencia con Warner por el que ellos se pagaban la grabación del disco y la discográfica se encargaba de la promoción. Como cualquier contrato, tiene una duración, en este caso diez años, tras los cuales el artista recupera el control total de su material. A pesar de lo que a veces se suele decir de las compañías discográficas, Sean afirma que la empresa "no te marca el camino artísticamente", aunque lógicamente sí te marca los tiempos (grabación de videoclips, promociones, conciertos...). Después de cuatro discos con ellos, decidieron producirse por su cuenta un disco, logrado gracias al micromecenazgo de sus seguidores, y ahora continúan editándose los discos (y manejando sus tiempos, por tanto), aunque confían en una discográfica para la distribución.
Hay grupos que han probado diferentes modelos según el momento en el que se encontraban. Es el caso de Second. Su vocalista, Sean Frutos, nos comenta que ellos comenzaron con un acuerdo de licencia con Warner por el que ellos se pagaban la grabación del disco y la discográfica se encargaba de la promoción. Como cualquier contrato, tiene una duración, en este caso diez años, tras los cuales el artista recupera el control total de su material. A pesar de lo que a veces se suele decir de las compañías discográficas, Sean afirma que la empresa "no te marca el camino artísticamente", aunque lógicamente sí te marca los tiempos (grabación de videoclips, promociones, conciertos...). Después de cuatro discos con ellos, decidieron producirse por su cuenta un disco, logrado gracias al micromecenazgo de sus seguidores, y ahora continúan editándose los discos (y manejando sus tiempos, por tanto), aunque confían en una discográfica para la distribución.
En cualquier caso, si en algo coinciden todos los artistas es en que la venta de CD y cualquier otro formato físico ha perdido protagonismo, incluso a pesar del resurgimiento del vinilo. Hoy en día la gente escucha música en plataformas digitales y en los conciertos. Tanto es así, que las discográficas se llevan desde hace unos años un porcentaje de los beneficios en conciertos (como mínimo un 5%, según Ricardo Ruipérez, de MClan), cuando antes no le prestaban tanta atención. Por algo será. Por otro lado, algunos grupos prefieren vender ellos mismos los discos en conciertos o en su web, ya que las grandes superficies como Fnac o El Corte Inglés se suelen quedar con más del 50% de la venta.
Con los festivales pasa algo similar pero es más difícil de medir porque uno compra una entrada para ver a muchos grupos y hay grupos a los que ven cientos de miles de personas y a otros solo sus cuatro amigos. En estos casos, hay dos vías para ingresar dinero: en primer lugar, el caché, es decir, lo que te pagan por acudir a un festival; lo cual depende de tu reconocimiento. Y en segundo lugar, los derechos de autor. Ahí hay un grupo indeterminado de personas escuchando tus canciones, debes cobrar un dinero por los derechos de autor. Entonces se hace un cálculo aproximado de cuánta gente hay y la SGAE te paga por ello. En cualquier caso, el fenómeno de los festivales también ha cambiado bastante. Sean Frutos recuerda que hace unos veinte años los festivales funcionaban desde una visión un tanto romántica en la que la excusa era juntarse y muchas veces tanto grupos como promotores perdían dinero. Hoy hay muchos más festivales en nuestro país, acuden cientos de miles de personas pero el principal objetivo era y sigue siendo el mismo: darte a conocer. Y llegar a estar entre los cabezas de cartel es fruto de mucho trabajo; como recuerda Sean: "todos hemos sido ese grupo que al principio toca a las cuatro de la tarde".
La autoproducción
Para evitar tener que rendir cuentas ante la compañía, muchos artistas hoy se producen ellos mismos el disco. Joaquín Padilla, excantante de Iguana Tango y actual productor de discos, me explicaba que la autoproducción tiene la ventaja de que los ingresos son íntegros para ti, pero a cambio sueles tener menos ventas, ya que no tienes una compañía que te respalde. Hoy en día cualquiera puede grabarse un disco por unos 6.000 euros (si consigues que un colega te haga la portada y otro la foto promocional), lo cual incluye unas 500 copias. Si la cosa va bien y vendes 600 discos a 10€ cada uno, ya lo has amortizado. Pero claro, si quieres vivir de ello, la cosa se complica. Por eso mismo, otro camino intermedio consiste en producirte tú el disco pero encargar la distribución a una discográfica, que al fin y al cabo, es quien tiene los medios. En ese caso, los contratos actuales hacen un reparto de beneficios que ronda el 70% para la discográfica y el 30% restante para el músico.
Según Alberto López, que trabaja en la industria musical, muchos artistas empiezan autoproduciéndose para llamar la atención de las discográficas. Afirma que aún se dan casos en los que las discográficas apuestan por un artista y este no triunfa y no recuperan la inversión inicial. Pero estoy seguro de que lo compensan con los royalties del resto de artistas que sí funcionan.
Como afirma, Joaquín, "ser músico es una profesión (...), por lo tanto yo debería hacer un disco y vivir de él durante un año. Pero la realidad es que no podría ser mileurista ni muchísimo menos". Y eso tampoco se consigue con las reproducciones en plataformas digitales, que parecen la panacea hoy en día.
Spotify, Youtube y demás
En cuanto a las plataformas digitales, son el presente y el futuro porque todo el mundo tiene acceso a ellas y es lo que más usamos para escuchar música. Pero no son las que llenan la cuenta corriente de los músicos, ni mucho menos. Cogiendo dos de las más famosas, hace no demasiado leí un artículo que explicaba que para generar un dólar de beneficio, necesitabas que tu canción fuese reproducida 229 veces en Spotify. No parece mucho pero si pretendes ser al menos mileurista, necesitas que se reproduzca 229.000 veces cada mes, como mínimo. Y eso ya no es tan fácil.
En el caso de YouTube es más difícil, ya que no se trata de una plataforma musical como tal, y por lo tanto su mercado es más amplio y no necesita atraer especialmente a los artistas musicales. En este caso, necesitas 1.449 reproducciones para generar un dólar. Y creo que Joaquín Padilla lo expresa muy bien: "¿qué artista musical puede tener 400.000 visitas cada semana? No eres un youtuber, eres un músico".
Por lo tanto, si quieres triunfar en el mundo de la música, te va a tocar currar mucho, saber hacer cuentas y tener un buen puñado de amigos de verdad. Vamos, como en casi cualquier trabajo.