Directo al corazón


Jamás ha existido un aspecto tan complicado como lo es el amor. Todos nos hemos hecho preguntas acerca de este tema. Si la cosa sale mal, le damos mil vueltas al asunto y analizamos todo aquello que ha podido influir para que la situación haya terminado así. Incluso, si todo va bien, seguimos haciéndonos preguntas como: ¿por qué las personas acaban siendo pareja? ¿Cómo nos encontramos los unos a los otros? 

Hay un gran número de mitos, cuentos y leyendas al respecto, a cual más fantástico e inverosímil. Sin embargo, conocemos de la existencia de un lugar en el planeta en el que las leyendas acerca del amor se entremezclan de manera equilibrada y armónica con la realidad, y ese lugar, es Japón.

La mitología japonesa es un conjunto complejo de creencias y mitos que ha servido de referencia durante miles de años. Historias como la de la Princesa Kaguya o Tanabata son solo algunos ejemplos de las leyendas que componen la mitología del país nipón. Entre ellas, existe un mito que ha prevalecido a lo largo de los años y cuya fama va en aumento. Hablamos de la leyenda del hilo rojo: 

Muchas lunas atrás, llegó a oídos del emperador que en una de las provincias de su vasto imperio vivía una hechicera muy poderosa. Esta mujer tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino.
El joven emperador la hizo llamar y la mandó buscar el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique para así poder encontrar a la que sería su esposa y se convertiría en emperatriz del reino. La mujer accedió a esta petición y comenzó a seguir el hilo. Esta larga búsqueda los llevó hasta uno de los mercados más famosos de la ciudad, donde una pobre campesina con su bebé en brazos ofrecía sus productos. La hechicera se detuvo frente a la campesina y le dijo al emperador que ahí acababa su hilo. Sin embargo, al escuchar esto, el emperador enfureció. Cogió a la hechicera y le dijo que él jamás se desposaría con una campesina de ropas roídas. Tras esto, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña en brazos y la hizo caer, haciendo que la niña se hiciera una gran herida en la frente. Luego, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, el emperador debía casarse y sus consejeros le recomendaron que se desposara con la hija de uno de los generales más poderosos del imperio. Así fue, el emperador aceptó y llegó el día de la boda. Sin embargo, en el momento en el que el emperador vio por primera vez la cara de su esposa al levantarle el velo durante la ceremonia, vio que su hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. Una cicatriz fruto de una caída cuando era un bebé.

Otra de las leyendas más famosas sobre este hilo rojo cuenta la historia de un anciano que vive en la Luna. Este hombre sale cada noche para entrelazar las almas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan ni se desvíen de su camino. 
Como podéis ver, son innumerables las historias acerca de este hilo rojo, sin embargo, la conclusión es la misma. Todas las relaciones están predeterminadas, nada es fruto del azar o de la suerte. Este hilo tan peculiar se encuentra a nuestro lado desde que nacemos y nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida, guiándonos y marcando nuestro destino. 

Supongo que os estáis preguntando el porqué del dedo meñique. Es sencillo, todo está relacionado con la sangre. La arteria cubital es la que conecta nuestro corazón con el dedo meñique y, según el mito, es a la que llamamos hilo rojo. Esta arteria (hilo) se extiende por el mundo hasta llegar al corazón de otra persona. Un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros deseos ni nuestros temores, un hilo rojo que no podremos cortar ni deshilachar. Un hilo rojo que va directo al corazón, cuya función es conectar a todos aquellos amores eternos, profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después. El amor de unos padres, de un hermano, el amor inocente de un niño, de un amigo, el amor de dos hombres, de un hombre y una mujer o de dos mujeres que se aman… Un hilo rojo que simboliza el cariño y el respeto que se profesan las personas, sin importar su raza, género, sexo o ideología. Un hilo rojo que nos hace sentir la magia del amor. 

Ahora querido lector me gustaría que pensaras en todas las personas que conoces, en aquellas que son realmente importantes para ti: ¿son las que se corresponden con tu hilo rojo? ¿consideras que la vida os ha querido unir? ¿que vuestros destinos están ligados?

Está claro que el destino va a marcar nuestras vidas, que hay un hilo rojo que nos une a infinidad de cosas, aunque nosotros no seamos conscientes de ello. Pero por otro lado nos encontramos con la idea de aceptación. Debemos ser leales a nuestros sentimientos y lo que tenga que llegar llegará, tarde o temprano. En mi opinión y en contra de muchas otras, creo que es al corazón al que hay que hacerle caso la mayoría de las veces porque, los sentimientos, queramos o no, se encuentran por encima de cualquier ley, divina o humana. 


Por Ángela Taltavull