La educación, el motor de una sociedad mejor


     Por si aún no te habías dado cuenta, vengo a comunicarte que tienes un tesoro. Hablo de algo no material, que viaja contigo desde que naces hasta que mueres. Un acompañante de tal idiosincrasia se merece un cuidado constante. Me refiero al aprendizaje, y se trata de un tesoro que sigue a su propietario todos y cada uno de los días de su vida.

     Pero no todo vale cuando hablamos de aprendizaje. Es la base de la educación, nada más y nada menos que un derecho humano fundamental, reconocido en el propio artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

    Una buena educación es la llave que mejor encaja en la puerta de una sociedad mejor. Sin embargo, el concepto ‘educación’ no puede desvirtuarse, sino todo lo contrario, debe mejorarse y evolucionar acorde a los tiempos.

     Como decía el gran Albert Einstein, nunca deberíamos considerar el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para adentrarnos en el bello y maravilloso mundo del saber. Y por desgracia, no son pocos los que lo ven no como ocasión propicia, sino como mandato imperativo. ¿No os hace esto replantearos el sistema?

     Hay quien resume el modelo actual en tres palabras ‘repetirlo, memorizarlo y vomitarlo’. Ya en el siglo XV, decía Leonardo da Vinci que el estudio sin deseo estropea la memoria y no retiene nada de lo que toma. Y es una pena, hay que lograr que la educación no consiga aburrir, sino descubrir, conectar con el resto, quedarnos con lo mejor de cada uno. Todos tenemos en la cabeza aquel profesor que se limitaba a leer un libro o unas diapositivas que perfectamente podríamos leer en casa. ¿A alguien esto le motiva a aprender?

     Contamos además con la segunda tasa más alta de abandono escolar, un 80% superior a la media europea (efectivamente has leído bien, un 80%). No podemos rendirnos y dejar las cosas a su suerte. Tenemos que poner todos nuestro granito de arena en pos de tornar las cosas a mejor.

     Os doy un dato. La inversión española en educación por alumno, teniendo en cuenta la PPA o paridad de poder adquisitivo y los respectivos niveles de rentas nacionales, pese a no tan alta como nos gustaría, se encuentra relativamente cerca de la media europea. Sin embargo, y lamentablemente, los desastrosos resultados españoles del informe PISA no reflejan lo mismo. Algo falla si se invierte y no se obtienen los resultados esperados, no nos pongamos una venda en los ojos.

     Se ha de fomentar el pensamiento crítico e independiente. Hasta la fecha, el pensamiento del alumno ni se valora ni se necesita, hay que potenciarlo. No somos máquinas que necesitemos ser programadas para reproducir unos contenidos en aras de lograr la máxima puntuación. Porque, además, la nota no debería ser el objetivo, sino el medio. Y es que el fin último del aprendizaje no ha de ser el aprobar, sino el recordar.

     Según un exhaustivo estudio, retenemos solo un 10% de lo que leemos, un 20% de lo que escuchamos y nada más y nada menos que un 90% de lo que hacemos, de ahí el ‘learning by doing’ y el aprendizaje basado en prueba y error. En este sentido, los modelos educativos nórdicos nos llevan la delantera, ¿a qué estamos esperando?

     Decía el premiado científico Roger Lewin que a menudo damos a los niños respuestas que recordar en lugar de problemas a resolver. Y así es. Nuestro sistema educativo lo refleja cristalinamente. No obstante, es preciso desarrollar la lógica. Pues si no, qué nos diferenciaría de un dispositivo USB? El aprendizaje verdadero consiste en descubrir la verdad y no en la imposición de una verdad oficial.


     Os voy a contar la historia real de un pequeño niño, se llama John. Era el peor alumno de su clase, los informes que su profesor emitía a su respecto eran siempre no favorables, con la justificación de que hacía las cosas a su manera. Ese niño hoy es John Gordon, Premio Nobel de Medicina en 2012. ¿Cómo es posible que un maestro no sea capaz de darse cuenta de que tiene un futuro Nobel en su clase?

     Y algo parecido sucedió en su día con Isaac Newton, Albert Einstein, Marie Curie, Steve Jobs, etc. Ninguno es recordado por memorizar bien la lección, sino por su contribución a la sociedad.


     Hay que preparar a los niños desde pequeños a procesar la información, a agregar ideas, conectarla, creando otra nueva, a que sean en definitiva productores de ideas y no meros consumidores, para así conseguir que alcancen todo su potencial. Según Einstein, la creatividad es la inteligencia divirtiéndose. Pues vamos a divertirnos, ¿no?

     La pareja de baile que acompaña a una educación de calidad es la emoción de quien te enseña. No es mejor profesor quien más sabe, sino quien más te hace aprender. Seguro que todos conocéis no a uno, sino a varios profesores que, pese a ser muy cultos, lejos de transmitiros parte de su conocimiento, os han forzado a mirar el reloj en reiteradas ocasiones a lo largo de sus clases. ¿Verdad que sí?

     No es eso lo que necesitamos para conseguir motivación, sino sorpresa, curiosidad, deseo, es así como surge la voluntad. Alguien que no nos corte las alas, sino que nos enseñe a volar. Y que además nos dote, o al menos nos haga conscientes de la necesidad de herramientas ya esenciales en el contexto en que vivimos, como conocimientos tecnológicos o idiomas.

     Por otra parte, es necesario que logre conectar dos mundos, el profesional y el académico, inexorablemente conectados, pero no sincronizados. Y ese nexo causal es imprescindible para no llegar a datos como los que tenemos. En materia de desempleo juvenil, estamos en el vagón de cola de la OCDE, con la tasa más elevada, que roza el 40%. Por su parte, en Alemania ya han integrado sistemas educativos más duales tanto a nivel universitario como de FP para combatir el paro juvenil.

     A tenor con el físico y escritor alemán Martin Henry Fischer, un buen maestro debe conocer las reglas, un buen pupilo, las excepciones. ¿Acaso algún alumno va a lograr conocerlas si no aplica la teoría a la práctica?

     Acabo recordando que, si no estáis dispuestos a aprender, nadie os puede ayudar. En cambio, si lo estáis, nadie os podrá parar.

     Decía Gandhi que para conseguir cambios trascendentales son necesarias pequeñas reformas, así que no estemos de pies quietos, ¡revolucionemos la educación!