Nacho Mur, guitarrista de la M.O.D.A


Entrevista a Nacho Mur, guitarrista de la M.O.D.A
Cafe Jazzville, Madrid
Por Fernando Santos
“Soy un inexperto absoluto”
Nacho Mur (1989) es un joven guitarrista que lleva trabajando como guitarrista desde los 15 años, cuando fue elegido por Cómplices para tocar con ellos. En estos años ha tocado para musicales y proyectos de todo tipo, desde Rock Kids a Rebeca Jiménez, pasando por Abraham Mateo. Desde hace un año, forma parte de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.). Con ellos ha compuesto su último disco “Salvavidas (de las balas perdidas)” y lo están presentando en directo por toda España. Aprovechamos el parón navideño para hablar con él.
Empezaste a dedicarte muy pronto a la música y no te han faltado proyectos en todos estos años. ¿Cuánto hay de trabajo y cuánto de suerte en esta trayectoria?
Realmente no lo sé. De trabajo, todo. En cuanto a la suerte, es cierto que empecé muy pronto a trabajar profesionalmente. Se dieron las circunstancias y me llamaron para hacer una prueba para entrar de guitarrista en Cómplices y me cogieron, lo cual es una cosa incomprensible (risas). Tenía 17 años. Empecé muy pronto a trabajar, cuando lo normal es tardar años en ir haciéndote hueco y que la gente te vaya conociendo; quizás ahí está la suerte.
¿Cómo se veía esto en casa? ¿Hubo conflicto con tus padres por lo que esperaban de ti?
Al principio, con 13 años, era un hobbie. Tenía mi banda en Torrelodones y tocaba por divertirme. Aparte, saqué una maqueta de música instrumental en solitario, un poco como un guitar hero terrible (risas) y la cosa es que empezó a funcionar a pequeña escala y empecé a hacer conciertos. Luego entré en Sweet Little Sister y sí que se hizo más complicado. Tenía más responsabilidad porque estaba en el instituto, con 15 o 16 años, y a mi familia esto le hacía gracia y le parecía muy bien siempre y cuando los estudios fueran bien. Es verdad que si hubieran ido mal las notas me habrían dicho algo, pero como todo fue bien, era un complemento bonito y a mi padre le ha gustado siempre mucho la música, pues les parecía bien.
Se fue haciendo una bola poco a poco. Empecé a trabajar, a ganarme un sueldo con la música y vieron que era una posibilidad real. Si hubiera tardado más en entrar a trabajar o lo hubiera hecho solamente en bandas más amateur que no dieran para vivir de eso, habrían puesto más impedimentos.  Así que conseguí sacarme el título de bachiller y me puse a estudiar música.
Entonces, ¿estudiaste Música como carrera propiamente dicha?
Sí, entré en la Escuela Creativa y estuve 5 o 6 años estudiando la carrera de Música allí.
Dicen que la música es una carrera en la que nunca terminas de formarte. ¿Sigues estudiando hoy, de manera oficial?
No, de manera oficial no. He seguido con profesores particulares, como Félix Santos y otros muchos, también he recibido clases de banjo o de mandolina. Ahora sigo, aunque por épocas. No siempre recibo clases de profesores pero sí que toco y estudio en casa todos los días.
Tu trayectoria ha sido fruto de tu trabajo y, a veces, puede parecer que todo te ha salido bien y ha sido fácil. Pero seguro que ha habido momentos difíciles.
Sí, está claro que no todo es de color de rosa. Sin duda, ha habido momentos en los que sientes que estás haciendo cosas que no te gustan. Ahora es un momento muy bonito, tocando con La M.O.D.A., eligiendo la gente con la que toco… pero he hecho de todo.
¿Qué es lo más raro que has hecho?
He tocado por la noche en los programas de videntes, en las bandas que aparecen por detrás, en programas de televisión de La 1 en las mañanas, bandas de versiones de cualquier cosa… pero es que creo que también hay que hacerlo y además aprendes muchas cosas. Esto no es subir a un escenario, que te cuelguen una guitarra y tocar. Esa no es la realidad.
En estos años te has visto frente a un público más maduro como el de Cómplices, con un grupo en crecimiento como La M.O.D.A., o ante miles de adolescentes acompañando a Abraham Mateo. ¿Cómo vives esas experiencias tan diferentes?
Abraham Mateo y Nacho Mur en concierto
La gente alucina cuando le cuento las cosas tan diferentes que he hecho. Es un aprendizaje brutal. Lo de Abraham es un fenómeno muy grande, viajamos mucho, y se te van quedando muchas cosas. He aprendido a relativizar y a tener menos prejuicios con la música. Al final te das cuenta de que todo el que está ahí y aguanta es porque trabaja y hace las cosas bien.
Y respecto al público, son muy diferentes. He tocado en un musical de Nino Bravo, cuyo público es gente mayor, y con Abraham justo lo contrario. Mola ver las sinergias de cada proyecto, lo que genera en la gente.
Alguna vez has dicho que te gusta estar tocando cada noche en un sitio diferente. Decir que sí a tantas cosas, ¿te ha hecho tener que renunciar a otras?
Está claro. Los sacrificios personales son los más evidentes. Es lo único negativo que le pondría a mi trabajo. Yo soy feliz tocando, pero es verdad que estás todo el día fuera de casa y te pierdes todo tipo de eventos familiares. Al no estar, también se hace difícil tener una relación de pareja. Tienes que encontrar a alguien que se haga a eso. Mi familia, después de tantos años, está acostumbrada. Pero es verdad que dejas de ver a tus amigos tanto como te gustaría. Puedes pasarte dos meses de gira. Esto es una manera de vivir y tienes que saberlo si te quieres dedicar a ello; si no, te puedes frustrar, que es algo que le pasa a mucha gente. Tienes que viajar mucho y tocar muchos repertorios distintos, pero a mí me encanta.
En cuanto a La M.O.D.A., ¿cómo surge tu incorporación?
Me llamaron ellos, lo cual me parece increíble, ya que yo ya era muy fan suyo. Fui a verlos al BBK y al festival Músicos en la naturaleza. Me encantaba la energía que tienen, las letras… me parecía que tenían algo original y llegué a comentar con un amigo: “¡Qué pena que sean de Burgos! Me encantaría que fueran de Madrid para tocar con ellos.” Y se dio la casualidad de que se les fue el guitarrista hace un año más o menos. A las dos o tres semanas yo estaba grabando un disco con Itziar Baitza, con quien he montado el proyecto Faz, y en el estudio estaba de asistente Jacobo Naya, que es quien toca el banjo con La M.O.D.A. Y él les dijo que me conocía, que yo tocaba guitarras, mandolinas, etc., y que me gustaba la banda y que todo encajaba.
Después de investigarme un poco a través de amigos en común, me llamaron y me dijeron “sabemos que tienes que ser tú; suponemos que estás en mil cosas, pero si tú quieres, adelante”. 
Fotografía de el grupo La M.O.D.A
La M.O.D.A. es un grupo grande con una agenda amplia y entrar en él quizás no te permita ir picoteando de tantos otros proyectos.
Claro. Además, La M.O.D.A. no es como otros trabajos que he tenido en los que iba de guitarrista de alguien a los conciertos  y podría ir otro guitarrista si fallaba. Aquí formo parte de la banda, con lo cual cambia todo. Esto es tu proyecto y tienes que estar sí o sí y La M.O.D.A. conlleva mucho trabajo de conciertos y ensayos y además lo llevamos todo nosotros.
¿Es todo autogestionado?
Sí, fechamos los conciertos nosotros, si escribes al correo contestamos nosotros… Todo. Desde reservar los hoteles hasta la tienda de merchandising. Lógicamente, como han crecido las cosas, contamos con amigos en los que estamos delegando algunas cuestiones. Pero sí, estamos todos a todo. Somos siete y nos podemos repartir el trabajo. Y en el aspecto musical, cuando una banda se hace más grande, te puedes imaginar que es algo que te lleva todo el día. Es una locura…
Y cuadrar la agenda de siete personas, que cada una tendrá sus cosas…
Sí, pero al fin y al cabo es nuestra actividad y lo tenemos todo bastante organizado. La parte de intendencia te lleva mucho tiempo: de gestión, de correos… al final dedicamos parte de la mañana a ensayar y parte de la mañana a oficina. Para nosotros es nuestro trabajo, pero no en sentido peyorativo, sino que tenemos claro que todos los días tenemos que dedicar un tiempo a esto. Lo bueno que tiene es que a cambio tomas todas las decisiones tú y tienes independencia. Supongo que si te ficha una discográfica grande, ellos también tendrán que tomar alguna decisión y te dirán cómo hacer la promoción, si tocas en un sitio u otro… Nosotros decimos: “¿Tocamos en México?” y vemos si queremos o no. “¿Tocamos en la calle? ¿Sí?”. Pues lo hacemos. Y quizás otros nos dirían “eso es una locura, es perder dinero”, pero nosotros lo hacemos si queremos.
Pensando en cómo ha crecido el fenómeno de La M.O.D.A., y viendo casos similares como cuando surgió Vetusta Morla, ¿qué debe tener un grupo para pasar de no ser conocido a tocar por toda España?
No lo tengo muy claro. Si no, todas mis bandas habrían funcionado (risas). Ahora que lo he visto desde fuera y desde dentro, creo que tiene que ver con algo generacional. No es solo que las canciones estén mejor o peor; eso al final es una cuestión de gustos. Hay gente haciendo canciones increíbles que no acaban de funcionar. Que La M.O.D.A. haya funcionado, creo que es porque hay una generación que se siente identificada con el grupo, hay algo personal. Esa es la diferencia entre que vaya gente a tus conciertos o que vaya bastante gente a tus conciertos. Leyendo los correos que recibimos, y tras los acústicos, que tienes más oportunidad de hablar con la gente, te dicen que se sienten identificados, sienten que hablas de ellos. Y también es una cuestión de trabajo diario. La M.O.D.A. ya llevaba siete años trabajando y, por ejemplo, se habían ido a tocar a Cádiz por 50 euros… a repartir entre todos. Así que también es cuestión de trabajar, perder dinero, poner mucha energía y dedicarse 24 horas.
Como has dicho otras veces, se trata de ser un obrero del rock.
Sí. La primera vez que escuché esa frase fue a Jairo Zabala, de Depedro, y es verdad. Al final es un trabajo. Y no tiene ni más ni menos mérito que lo que hace mi madre cada mañana cuando va a trabajar. Si tienes una banda que, de pronto, lo revienta y puedes vivir de eso, estupendo; pero no es lo habitual. Como en cualquier oficio, tienes que echarle muchas horas.
En cuanto a Faz, el proyecto que tienes junto con Itziar Baitza, ¿te apetecía tener un proyecto más personal?
Con Faz sacamos el disco hace un año, cuando aún no estaba con La M.O.D.A., y surgió de manera bastante natural. Yo tocaba con Itziar, ella tenía su proyecto como cantautora y vimos que en directo pasaban cosas muy interesantes. Y decidí jugármelo todo con esto y proponerle tocar de esta manera, con la guitarra eléctrica y la voz solo, dejando la canción de autor a un lado y enfocando esto a experimentar con el sonido. Empezamos a componer juntos y ahora estamos empezando a presentarlo en directo. Queremos que el entorno sea lo más cercano posible; el concepto es casi más como una obra de teatro que un concierto. Por eso es complicado encontrar los sitios para tocar. Pero estamos muy contentos con el proyecto.

Sabemos que tocas prácticamente todas las cuerdas, en sentido literal. ¿Te has atrevido con otros instrumentos, como pueden ser los metales, la percusión, etc.?
Qué va. Con el banjo, la mandolina, etc., voy poco a poco. Me gusta mucho la música americana y ahora estoy con el pedal steel también… Pero no toco bien ninguno. Si con la guitarra a menudo me frustro, imagínate. Es verdad que me he enfocado en sonar bien, pero llegar a tocar muy bien es difícil.
Aparte, cuando estuve en la Escuela Creativa aprendí un poco de piano, un poco de batería… pero te diría que no toco bien ni la guitarra. Así que el resto mucho menos. Soy un inexperto absoluto.
Sabemos que eres un gran devorador de música. ¿Qué has escuchado últimamente?
La verdad es que escucho música de manera compulsiva. Todos los días escucho un disco nuevo. O revisito alguno que ya conozca. Pero lo que sí que hago es escucharlo entero, de arriba  abajo, y lo escucho de verdad, no mientras hago otra cosa. Por ejemplo, hoy he estado escuchando el nuevo disco de John Martin. Y llevo varios días escuchando a Nick Drake a tope, porque me parece una locura.
Pero es que escucho de todo, ¿eh? Cualquier estilo. Ahora estoy escuchando trap también y me alucina. Además, me gusta la producción y dependiendo del estilo a veces me acerco más desde un punto de vista u otro.
Se puede ser rockero y escuchar trap, entonces.
Por supuesto. Por ejemplo, me parece que Yung Beef es un crack. Está claro que es una cultura diferente pero a mí me interesa. Cuando veo que algo nuevo interesa a los chavales, pienso que algo bueno hay ahí. Solemos menospreciar lo nuevo pero ha pasado toda la vida. Cuando estaba el jazz surgió el rock and roll y lo veían como unos chavales superficiales que solo quieren bailar y pasarlo bien. Pasa siempre. Cuando hay una generación nueva, hay una ruptura y a mí me gusta entenderla y escuchar con la mente lo más abierta posible.
¿Qué aspectos positivos y negativos ves de la situación actual de la música española?
Nacho Mur en concierto
Creo que vivimos un momento bonito. Llevo escuchando música desde pequeño y creo que ahora es el mejor momento. Hay una gran creatividad, están saliendo unas bandas y unos músicos increíbles. Es un lujo que existan bandas como Vetusta, Morgan o Depedro. Son gente que está funcionando pero es que son buenos músicos, tocan buenas canciones… Lo que pasa es que la industria ha cambiado y eso da mucho menos dinero. Eso supone algo negativo para gente que ganaba mucho más antes, pero también hace que todo se oxigene y que la gente que estaba chupando del bote desaparezca y aparezcan nuevas maneras de trabajar; creo que era necesario. Es una maravilla cómo se está autoeditando la gente. Otro ejemplo son los festivales. Hay quien dice que es una burbuja, y probablemente lo sea y acabe organizándose, pero por ahora disfrutémoslo. Estaría bien que se llenaran más las salas, sean grandes o pequeñas. Pero también es verdad que la gente consume mucha música, gracias a Internet, y eso es muy bueno.
A pesar de tu ajetreada vida, sueles sacar siempre un momento para leer. ¿Crees que es importante mantener esta costumbre?
Sí, creo que es porque en mi casa lo he mamado desde pequeño. Mi madre lee todos los días, cuando llega de trabajar, y eso lo he visto desde pequeño. Creo que se aprende mucho, te permite estar contigo mismo… y para las horas de furgo es buenísimo (risas).
¿Alguna recomendación entre lo que has leído últimamente?
El último de Trueba (“Tierra de campos”) me ha gustado mucho. Además es sobre un músico que vuelve a su pueblo y tiene que ver conmigo, porque mi familia es castellana.
¿Cómo te relacionas con las redes sociales? Al final, cuanto más conocido eres, más tienes que fijarte en tu manejo de este tema.
Es complicado. Creo que para los que venimos de cuando no había es un cambio que no sabemos gestionar muy bien. Yo lo utilizo de una manera un poco anárquica, no lo utilizo como promoción, pero tampoco me parece mal que lo hagan otros. Aparte, las redes son muy diferentes entre sí. Casi pongo más música que escucho y que recomiendo que cosas mías. Obviamente, sí comparto cosas que me hacen ilusión como cuando entré en La M.O.D.A., eso sí lo puse.