Elogio a la utopía

Por Sophie Hélène Carvallo

Una de mis pasiones es imaginar. Todos los días dedico un tiempo a perderme en mi mente, a fantasear sobre cómo me gustaría que fuera mi vida, a imaginar un mundo mejor. No es nada novedoso, pues muchos de los politólogos más celebres han dedicado obras enteras a plasmar sus fantasías para la sociedad. Sin embargo, cuando éstos pensamientos son compartidos, suelen ser recibidos como tonterías idealizadas. Las utopías son consideradas como algo poco útil elaborado por personas ilusas.

El jardín de las delicias (1515) - El bosco

Quizás aquellos que soñamos con utopías estemos desconectados de la realidad, pero no tanto como algunos creen. No creo que nadie que elabore una utopía lo hace con la intención de que lo ideado sea aplicado a la realidad en su totalidad, pues al aceptar que el sueño de uno es una utopía se acepta también su imposibilidad. Al analizar morfológicamente la palabra vemos que es literalmente u, οὐ en griego (negación) y topos, τόπος (lugar). El no lugar, algo que no existe y no existirá. La utopía no es algo práctico y "útil" en el sentido más pragmático. La utopía es un anhelo, un deseo, el fin al que queremos tender. No debemos entender a la utopía como más que eso: el objetivo. La idea de una sociedad perfecta se basa generalmente en la buena voluntad de las personas, en que las personas quieren esta realidad perfecta en sus vidas y en la de los demás. Supongo que de ahí nace la crítica a los soñadores, en nuestra convicción de que el ser humano puede llegar a ser más, mejor. Es el debate eterno: la naturaleza del hombre. Pero no del todo, que las personas puedan mejorar no quiere decir que el hombre es bueno por naturaleza, simplemente que no es tan malo. 

La utopía personal de cada uno puede variar, y eso no es malo. La política actual no parece ser más que la defensa de las utopías de los individuos y partidos políticos. Pero si perdemos nuestras utopías y nuestros sueños no nos queda más que la desolación de la realidad. Si no pensamos que lo que constituye la realidad actual puede convertirse en algo mejor, ¿qué queda? Por mucho que sea poco más que un engaño, tener una meta nos impulsa como personas. Y si la meta no es menos que la vida perfecta y feliz de las personas en sociedad, ¿realmente queremos obstaculizarla? Fomentar la idea de la mejoría del mundo debería ser algo natural, todos nacemos con un poco de "quiero salvar al mundo" en nosotros. El prejuicio a los optimistas, a los soñadores, a los que quieren ese "algo más" es lo que debería ser obstaculizado. 
Así que puede que sea una simple e ingenua joven que vive sumida en el engaño heredado de Rousseau de que las personas pueden llegar a más. Aun así, las repercusiones de vivir en esta ilusión no son negativas. Por lo tanto, a todos aquellos que me quieren despertar: no intentéis disuadirme, mi esperanza en la humanidad no ha sido del todo apagada.