Te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía

Soy una de esas personas que nunca entendió el verso “me gusta cuando callas porque estás como ausente”. Quizás ese fue el poema que me alejó un poco de Neruda y me inclinó hacia Benedetti y su “te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía”. No sé vosotras, pero en mi día a día suceden a menudo situaciones injustas, malentendidos, y muchas veces la primera precaución que se te aparece en la cabeza como una ventanita más del navegador es: déjalo estar, calla.

Puede ser por miedo a equivocarte, por no terminar de comprender ese justo momento que estás viviendo, por temor a complicar más las cosas, porque a nosotras se nos ha enseñado que “calladitas estamos más guapas”... Y no quiero que el desenlace sea siempre enmudecer y dejarlo huir (que no dejar ir); callar y complacer a Neruda, callar y ausentarme, no verbalizar, no hacerme presente. Sin embargo, ¿por qué resulta tan cómodo a priori el silencio, si luego deja un vacío extraño que te impide dejar de pensar en ello?



Por suerte, en mi vida cuento con referencias familiares que deciden todo lo contrario: ante cualquier conato de adversidad, ellas reaccionan hablando: saben el poder innato que existe en la expresión de lo que sienten, así como el efecto que puede producir en su alrededor la denuncia en voz alta. De esta manera he visto cómo, con suma educación, cambian lo que parecía inamovible, recuperan lo que les habían dicho que estaba ya demasiado perdido, y adquieren el sitio que se merecen. En mi caso, cuando lo he probado, y hablando siempre de porcentajes imaginarios (mis preferidos), el 75 por ciento de las ocasiones he conseguido solucionar “el problema” y el 100 por cien me quedaba muy agusto (y oye, es que esto también es importante).

A veces me obligo a verbalizar, otras reacciono como un resorte, pero siempre intento superar ese primer engaño de “mejor callarme”. No, no te calles, por favor: estamos más guapas cuando no nos callamos. Me parece que es hora de desobedecer a Neruda: me gusta cuando hablas porque estás como presente. No te hagas invisible. Lo que sintamos es merecedor de ser expresado, luego ya analizaremos qué hacer con ello. Y, ¿ante la duda? Más Benedetti:

Tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía.

 

Teresa Camarena Moreno