Ellas también juegan

¿Imaginas ir a ver un partido de fútbol y tener que especificar que es fútbol masculino? Seguramente no, cuando hablamos de fútbol damos por hecho que nos referimos a equipos compuestos por hombres, ni siquiera se nos pasa por la cabeza que las mujeres también juegan. Podría ser porque algunos de los grandes equipos como el Real Madrid, hasta el pasado año 2020, ni siquiera tenían un equipo donde puedan jugar las mujeres, o porque si buscas la plantilla del FC Barcelona en Google solo aparecen hombres, como si las mujeres que juegan al fútbol ni siquiera existieran. Para refererirnos a las competiciones femeninas estamos obligados a especificar que son femeninas, como si las mujeres jugaran "al otro fútbol" o fueran la marca blanca del deporte rey.

El machismo en el fútbol no es algo nuevo, las mujeres han tenido una pelea histórica para poder jugar e incluso para poder acceder a los estadios como espectadora, aunque esto no era así originalmente. El fútbol evoluciona de un deporte de pelota llamado Tsu Chu en el que los equipos eran mixtos y las mujeres siguieron jugando hasta finales de la Edad Media, cuando Gran Bretaña les prohibió participar por considerarlo "violento". Hasta la llegada de la primera guerra mundial las mujeres ni siquiera podían entrar a los estadios, pero al marchar los hombres al frente, las mujeres ocuparon las fábricas, y con ellas, sus equipos de fútbol. Desde entonces no se discrimina de manera explícita a las mujeres que quieren jugar al fútbol, pero sí se las invisibiliza.

Si entras en la tienda del FC Barcelona puedes comprar camisetas serigrafiadas de tus jugadores favoritos, siempre que sean hombres, porque a pesar de ser las campeonas de la última Champions, Patri Guijarro, Jennifer Hermoso o Marta Torrejón no verán sus nombres en las camisetas de los aficionados. Las camisetas de las jugadoras del FC Barcelona no llevan su nombre serigrafiado en las camisetas que el club tiene a la venta, pero esto no es lo peor, ya que sus camisetas ni siquiera se venden tallaje masculino. ¿Es que los hombres reniegan de sus jugadoras y por eso no quieren sus camisetas? Seguramente no, pero los hombres aficionados al fútbol femenino ni si quiera tienen la oportunidad de comprarse la equipación de su jugadora favorita, lo que supone una discriminación doble.

Estoy harta de escuchar excusas como que las jugadoras no obtienen visibilidad porque no interesan o porque, aunque sea primera división, el nivel es más bajo que el de sus homólogos masculinos. Y sinceramente, me niego a pensar que las mujeres no son capaces de hacer buen fútbol. Prefiero dirigir la atención al fútbol base y a las ligas infantiles. Pongamos que en un equipo mixto de categoría benjamín juegan 15 niños y 4 niñas. Cuando los niños cumplan años y pasen a categoría infantil ya no podrán jugar juntos, de manera que seguirán jugando 15 niños, y 4 niñas tendrán que buscar un nuevo equipo femenino o dejar el fútbol. De esta manera se establece un sesgo en las bases del fútbol, porque en muchas ocasiones las niñas no pueden jugar porque no son suficientes para formar un equipo de categoría cadete y así poder seguir su entrenamiento. Esto hace que lleguen muchos más niños que niñas a la élite, y sobretodo, que aquellos que lleguen tengan un mejor rendimiento, ya que estadísticamente son más, por lo que es más fácil que alguno despunte.

Las niñas se necesitan a ellas mismas para poder entrenar, necesitan ser suficientes para formar equipos, y competir, y para ello, primero necesitan tener referentes de mujeres futbolistas en las que poder mirarse. A menudo escuchamos que el fútbol femenino no se emite en televisión porque a los grandes anunciantes no les sale rentable, pero existiendo la televisión pública esta excusa se queda bastante obsoleta. Después de las huelgas protagonizadas por las jugadoras en 2019 y 2020, parece que la igualdad empieza a deslizarse en el fútbol: por primera vez TVE va a emitir la Eurocopa femenina de 2021, siguiendo el ejemplo de Francia, que en 2019 emitió todos los partidos del mundial. Esto demuestra que aunque los clubs tengan miedo de arriesgar con un equipo femenino las mujeres empiezan a tener poco a poco la visibilidad que merecen. Sin embargo, todos hemos oído la excusa de que el fútbol femenino no genera interés y por ello no obtiene visibilidad ha servido para justificar la falta de visibilidad en los medios, pero también los bajos salarios de las jugadoras. En España, el salario mínimo de los futbolistas de primera división de LaLiga Santander es de 150.000€, y de 77.500€ para los jugadores de segunda, mientras tanto, las futbolistas de primera división tienen un salario de 16.000€ al año, lo que reduce su esfuerzo y su trabajo a poco más que una pachanga de recreo en comparación con los hombres.

Probablemente el primer paso para reconocer a las mujeres en el fútbol como se merecen sea considerarlas deportistas profesionales, al igual que sus compañeros hombres. Que las jugadoras no solo compitan entre ellas, sino también porque se las vea y reconozca como deportistas de élite. En España los deportes profesionales están recogidos en la ley, en concreto por el real decreto 1251/1999, de 16 de julio, sobre Sociedades Anónimas Deportivas que considera deporte profesional las competiciones de fútbol en primera y segunda división A y la liga ACB masculina de Baloncesto. En el caso del baloncesto la discriminación hacia las jugadoras está presente en la ley de manera explícita, sin embargo, en el fútbol ni si quiera se menciona, como si las mujeres directamente no lo practicasen. Esta discriminación en el fútbol se ha mantenido hasta este año 2021, cuando por primera vez las jugadoras de primera división han sido consideradas como profesionales legalmente?

A día de hoy, las mujeres están invisibilizadas en el fútbol por sesgos que vienen desde las categorías más bajas y acaban afectando a las ligas superiores. Las mujeres tienen trabas para encontrar equipos en los que jugar cuando dejan de ser niñas y no reciben el reconocimiento que merecen cuando llegan a las categorías superiores. Toda la discriminación hacia las mujeres se esconde detrás del negocio del fútbol, la televisión y la publicidad. Ahora más que nunca se está criticando a los clubs que hacen negocio de la pasión de millones de personas que realmente aman el fútbol. Los aficionados están recordando que el fútbol les pertenece, que quieren los partidos en abierto y que reniegan de los precios desorbitados de las camisetas. No olvidemos que el negocio del fútbol aparta especialmente a las mujeres de los campos y que el dinero no puede ir por delante del esfuerzo y la pasión. Las mujeres han llegado al fútbol para demostrar que existen y merecen ser vistas y reconocidas, que ahora más que nunca ellas también juegan.



Por Cristina Moreno