El auténtico problema de los MENA

 

Imagen proporcionada por la Comunidad de Madrid

Ayer estaba ojeando un artículo de The Economist sobre el conflicto isaraelí-palestino cuando leí una línea que me llamo la atención. Este artículo atribuía en parte la irrupción de la violencia a “la larga política de Netanyahu de gestionar, más que resolver, el conflicto palestino”. Eso me llevó a reflexionar sobre esta idea de gestionar, más que de resolver, como baremo hacia el cual se estaban deslizando muchas áreas de la política en nuestro país. Cataluña es un ejemplo evidente. El paro estructural es otro. Pero para mí, la materia de gestionar-pero-no-resolver por excelencia es la migración, que toca en preguntas tan vitales para nuestra sociedad como la identidad, la convivencia y la integración de nuevos miembros.


En mi opinión, el mayor problema con esta mentalidad es que fomenta el conformismo. Nuestras expectativas y nuestra capacidad de enfrentarnos a problemas disminuyen, porque resolvernos ya no está en el horizonte de lo posible. Aquellos desafíos a los que no se les da solución tienden a enquistarse y a evolucionar, causando daños en el largo plazo mientras que se normaliza su existencia y nos resignamos a ella. Tómese cualquier ejemplo del párrafo anterior, y véase cómo la situación ha ido degenerando a lo largo de los años, e incluso las décadas, mientras la solución parece más lejana que nunca.

 

Por eso hoy me gustaría matar dos pájaros de un tiro con este artículo. Por un lado, me gustaría poner mi granito de arena en el debate sobre los menores extranjeros no acompañados en la Comunidad de Madrid, que a mi gusto ha sido evadido por la mayoría de candidatos del 4M. Por otro lado, me gustaría que este artículo sirviera como un revulsivo a esa mentalidad de gestionar-pero-no-resolver, es decir, que nos inspire a todos a enfrentar los problemas de frente, sin estridencias ni evasivas, y para exigir a nuestros líderes que hagan lo mismo.


Por brevedad, supondré que los lectores de nuestra revista están familiarizados con el debate que ha surgido alrededor de los menores extranjeros no acompañados (MENA) en la Comunidad de Madrid. A la cabeza del debate tenemos a Vox, que propone medidas basadas en la “seguridad”, entendida esta como el aumento de control policial y la expulsión más ágil de menores que cometan delitos. El resto de los partidos han respondido con diferentes grados de indignación, acusando a Vox de criminalizar a un colectivo vulnerable y recalcando la obligación de atender a estas personas.


Por mucho que Vox se haya servido de la manipulación para defender sus argumentos con respecto a los MENA, los demás partidos han renunciado a reconocer que el sistema de acogida de MENA en la Comunidad de Madrid no tiene las herramientas para hacer su trabajo. La tremenda frustración provocada por el estancamiento y el desamparo está llevando a algunos de los menores tutelados a adoptar comportamientos cada vez más destructivos hacia sí mismos y hacia otras personas, en especial los vecinos de las áreas colindantes y los educadores de los centros*. El origen de este problema, no obstante, no se encuentra en la naturaleza de los MENA y desde luego no se encuentra en una especie de incompatibilidad cultural con nosotros. Este problema se origina en varias carencias de nuestro sistema de acogida, muy conocidas y denunciadas por los grupos que llevan décadas trabajando con este colectivo.


Cuando se acoge a un MENA (así como a cualquier otro menor), la administración tiene que proporcionar cobertura de dos tipos. La primera es una cobertura jurídica en forma de tutela institucional, a través de la cual las instituciones toman la responsabilidad de realizar, o autorizar, todas las gestiones jurídicas que los menores requieran. El segundo tipo de cobertura es aquella relacionada con las necesidades más inmediatas del menor, que en el caso de los menores extranjeros incluyen además las herramientas lingüísticas y educativas necesarias para integrarse en la sociedad española.


Respecto al primer punto, la capacidad de las Comunidades Autónomas es atroz. Según un artículo publicado en 2019, apenas un 21% de los menores inmigrantes tutelados (2.573 de 12.300) tenía documentos. Carecer de estos documentos supone una cantidad de problemas apabullante para el menor, que no puede acceder a una gran variedad de servicios como deportes federados, cursos de formación, empadronamiento o ayudas sociales. La situación se agrava considerablemente cuando el menor se convierte en mayor de edad sin haber tenido la oportunidad de formalizar sus papeles, ya que los requisitos se incrementan y el migrante no cuenta con la cobertura de la tutela administrativa.


Para colmo, en muchos casos la tutela ni siquiera se aplica. Según la Red Española de Inmigración, de los 82 menores recogidos en el Centro de Primera Acogida de Hortaleza solo 22 fueron tutelados por el gobierno regional, mientras que el resto fueron considerados menores en tránsito. Por mucho que se critiquen las propuestas de Vox como inmorales o irresponsables, la presidenta de la fundación Raíces, Lourdes Rayzábal, observa que “la dejación de funciones ya existe. La han implementado los gobiernos de todos los colores, en todas las comunidades autónomas”.


En términos de atención a los MENA, hay un amplísimo espacio para la mejora en la Comunidad de Madrid. El informe titulado Menores extranjeros no acompañados en España: necesidades y modelos de intervención, publicado en 2017, argumenta que el modelo que da mejores resultados parece ser un modelo mixto integrado por centros de Primera Acogida especializados en MENA, en los que se responda a sus necesidades más urgentes y se les ayude a dar los primeros pasos, seguidos de centros de menores convencionales en el que tengan la oportunidad de integrarse con tutelados españoles.


Sin embargo, para que este modelo funcione, el informe recalca la importancia de centros de primera acogida “bien estructurados” en los que los menores sientan que van avanzando en su “proyecto migratorio”, especialmente en términos de formación y papeles. Y luego señala que “los programas que se diseñaron como mera recepción y retención” para manejar el pico de llegada de MENA han ocasionado “importantes conflictos”. A la luz de esos datos, no es de extrañar que el Centro de Primera Acogida Hortaleza sea asociado con la criminalidad cuando la ocupación media de estas residencias era del 122% en 2018, según un documento de la comunidad de Madrid. Este documento hace un fuerte hincapié en el rápido aumento de MENA atendidos por la comunidad en los últimos años, lo que les ha llevado a ampliar las plazas disponibles en centros de gestión pública y privada (estos últimos suponen la mayoría de las plazas) mediante procedimientos de emergencia. Esta solución es comprensible a la luz de las circunstancias, pero no es viable más allá del corto plazo y no hay nada que indique que la Comunidad de Madrid tenga pensado crear un sistema que se ajuste a las necesidades de los menores.


En conclusión, la mayoría de problemas que estamos presenciando alrededor de los MENA tiene su origen en las insuficiencias de nuestro sistema. Los menores extranjeros no acompañados son un colectivo muy vulnerable pero también complejo, ya que tienen necesidad de apoyo por partida triple como menores, carentes de figura de referencia y extranjeros. Pero son necesidades que podemos comprender y trabajar para satisfacer. Y la solución al problema es ese, satisfacerlas. Uno de los primeros pasos es proporcionar una estructura al proceso, de tal forma que los menores se vean bien atendidos en términos de tutela y de necesidades básicas y se evite la frustración. Si la Comunidad de Madrid no cuenta con la experiencia para hacer esto debería buscar profesionales que vengan de entornos en los que hayan implementado con éxito estos programas, ya sean en otras comunidades de España o en otros países europeos, cuya situación es más análoga a la de nuestro país.  


Construir un sistema efectivo de atención para los MENA será un proyecto largo y complejo, sobre todo si se hace bien. Pero es un proyecto necesario. Si las tendencias actuales continúan, nuestra sociedad se volverá cada vez más multicultural y las necesidades de las personas vulnerables dentro de ella serán cada vez más diversas. Esto traerá desafíos, pero también la posibilidad de riqueza si estos se gestionan bien. Es nuestra responsabilidad como individuos, como región y como país dotarnos de las herramientas necesarias para enfrentarnos al futuro y asegurar la prosperidad y felicidad de todos. Y podemos hacerlo. Tenemos la capacidad de ponernos manos a la obra y empezar el camino, paso a paso, medida a medida. Porque nadie va a hacer esto por nosotros, y porque a la hora de la verdad, cuando las personas vulnerables se vean protegidas y se vuelvan a poner de pie, nuestras calles sean seguras y nuestras comunidades sean más resistentes, nos alegraremos de haber hecho lo correcto en vez de ceder al miedo. 


PD: Escribir este artículo no habría sido posible sin el trabajo de los periodistas, pero para solucionar este problema necesitaremos también la ayuda de los académicos. He encontrado pocos trabajos académicos relacionados con la atención a los MENA en España, pero hay dos que me gustaría destacar. El primero es Menores extranjeros no acompañados en España: necesidades y modelos de intervención, mencionado en el artículo, y el segundo Necesidades de los educadores para la atención socioeducativa del menor extranjero no acompañado en centros de acogida, publicado en 2020 por investigadores de la Universidad de Granada. Son dos artículos que me han orientado y me han enseñado que, por muy complejo que parezca el problema, se pueden encontrar soluciones. Que esto nos sirva de inspiración para seguir investigando en estas áreas y que conozcamos más sobre nuestra propia sociedad. 


Por Javier Díez


*Aunque haya problemas de orden público innegables asociados con la población de MENA, estos no son al nivel que Vox sugiere. Los conflictos están muy localizados alrededor del centro de atención de Hortaleza y de la Casa de Campo, con algunas zonas aledañas como Batán. Según el Sindicato Unificado de Policía, el porcentaje de MENA que comete delitos de forma reiterada es de entre 15% y 20%. Según la Consejería de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad de Madrid hay 269 MENA en la comunidad.