Y la verdad se quedó desnuda...

A día de hoy, la sociedad se desmorona lentamente. La política está desahuciada y los simples mortales no paramos de preguntarnos por nuestro futuro. Hoy os traigo una leyenda que podemos aplicar perfectamente a la realidad. Una leyenda que puede servirnos de aprendizaje, pero que debemos darnos prisa en interiorizar...

Hace muchos años, la Verdad y la Mentira se encontraron. La Mentira saludó muy efusiva a la Verdad diciéndole lo bonito que estaba el día, y que sería un momento perfecto para ir a dar un paseo por el campo. La Verdad, muy desconfiada, rechazó su oferta, pero la Mentira consiguió convencerla gracias a sus artimañas y tretas. Así fue como ambas dieron un largo paseo esa preciosa mañana de verano. Después de unas cuantas horas, la Verdad vislumbró en la lejanía un maravilloso lago y la Mentira, afirmando estar cansada, engañó a la inocente Verdad para ir al lago a reposar y darse un tranquilo baño. 

La primera en entrar a nadar fue la Mentira, saltó al agua y se puso a disfrutar del baño. La Verdad se sentó en unas piedras y se puso a mirar con ingenuidad al agua, no estaba segura de que meterse en ese lago con la Mentira iba a ser una decisión acertada. Sin embargo, al ver como disfrutaba su compañera, decidió despojarse de sus ropas y sumergirse en aquellas aguas cristalinas.

En un despiste de la Verdad, la Mentira consiguió salir rápidamente del lago, vestirse con las ropas de la Verdad y escaparse. La Verdad, que en aquel momento estaba sumergida dentro del agua, sacó la cabeza a la superficie y se dio cuenta de lo que había pasado. Corriendo, salió del lago, y empezó a buscar a la Mentira, pero ella ya había escapado. Fue en ese momento en el que la ingenua Verdad se encontró sola, mojada y despojada de su vestimenta. Nuestra ilusa protagonista comenzó a caminar sin ropas y cuando se fue encontrando a la gente, todos se horrorizaron al verla. Ninguno le ofreció su ayuda y desde ese instante, la pobre Verdad vaga por el mundo, completamente desnuda. 

Aunque esto solo sea un cuento para niños, su moraleja está escrita para los adultos. Una historia con un triste final pero que representa la pura realidad. En mi opinión, hoy en día la gente prefiere ver a una mentira disfrazada frente a una verdad clara y directa.

Siempre hemos vinculado los buenos valores y ser buena persona con la palabra sinceridad, ya que, todo aquello que se forja mediante la mentira, termina derrumbándose. Sin embargo, muchas personas hemos mentido o hemos dicho "medias verdades", fingiendo una realidad distinta a la pura verdad. Pero eso no es lo peor, lo verdaderamente erróneo se produce cuando nos autoproclamamos como personas honestas que nunca mienten. Cuando en realidad detrás de esa medalla, se esconde la mayor de las mentiras. Por ello, no podemos olvidar que cualquier mentira, por muy piadosa que sea, siempre será una gran traba en nuestro camino, antes o después, pero lo será.

Y como punto final, me gustaría recordaros algo. Podéis llamarlo consejo, quizá enseñanza o simplemente las inocentes palabras de una joven periodista de veintidós años. La Mentira recorre nuestro mundo, llena de odio y de maldad, disfrazada con los atuendos de la Verdad. Y nosotros lo sabemos, la vemos y a pesar de ello, nos hacemos los tontos, porque es mucho más fácil creer que vamos a vivir mucho más felices en una farsa que conociendo la verdad al desnudo. Pero no es así, a corto plazo, la mentira puede ser nuestra gran aliada, pero a la larga, se convertirá en la mayor de nuestras pesadillas.

Por Ángela Taltavull