Que no me entero, señoro

Voy a comenzar siendo sincera. Sí, yo a veces soy pedante. Sí, a veces adorno las frases para que se alarguen y que parezca que quiero decir un pelín más de lo que digo. Esta técnica la realizo en esta época en la que tengo que entregar trabajos supuestamente super necesarios para mi formación (pista: no) que encierran premisas tan interesantes como tener un mínimo de palabras y citar a gente que piense como yo, pero que lo haya dicho antes y sea mayor. Pero el filtro belleza en las redacciones lo uso para protegerme, o para decorar una frase según el contexto en el que me encuentre (que cuando me pongo poética, me pongo poética, no nos vamos a engañar).




Fuente: significado.net


Entonces... ¿Cuál es tu queja de hoy, Teresa? Pues bien, no soporto los textos pedantes y elitistas que presuntamente van con intención didáctica. Sí, me refiero a ese párrafo del infierno que estás intentando descifrar y, ¡sorpresa!, no dice nada. He tenido que leer, al igual que el resto de los estudiantes, trillones de artículos, apuntes y un largo etcétera que no tienen sentido más allá de demostrar lo mucho que sabe la persona que lo escribe, y lo poco que entiendes tú. El resultado es la ironía de presentar un formato ampuloso y cuidado con un contenido vacío. Y sigo con las preguntas: ¿para qué sirve ese elitismo? ¿es cuestión de ego, o maquillan, al igual que yo en mis trabajos de mínimo de palabras, alguna carencia?

Utilice usted todas las subordinadas que quiera, señor(o), que después de tirarme una hora analizándolas llegaré a la conclusión de que usted podría resumirlas en una palabra. En serio, cuánta parafernalia... Para tan poco contenido real. Quizás es que estoy aprendiendo a valorar el tiempo de otra manera y ya no me sirve atender al ego de un funcionario, cuando yo lo que quiero es aprender. No me malinterpreten, no hablo de escribir a partir de ahora de cualquier manera, y soy consciente de la complejidad de según qué tema y de la importancia del uso de tecnicismos; hablo de que, si quieres enseñar algo a alguien, tienes que convertirlo en un formato accesible, porque tu pretensión es que se adquiera conocimiento, y no una recompensa para tu ego, ¿o me equivoco?

No quiero terminar este artículo sin agradecer a estas personas enviadas del paraíso que se expresan de lujo y tienen un dominio del lenguaje estupendo. A estas personas que realmente se preocupan por transmitir lo que quieren, y no lo que se quieren. Gracias a vosotras, esta servidora es capaz de distinguir un buen texto de una estupidez señorial. Y mi propuesta es muy fácil: hablemos bien, expresémonos claro, y tengamos cuidado con no convertirnos en unos señoros. Ah, y no tengáis miedo de reconocer que algo no lo entendéis, a veces no es la complejidad del tema en sí, ¡sino lo mal que escribe la otra persona!


Por Teresa Camarena Moreno