Los niños también piensan en la muerte



Paseando por twitter encontré hace unos días un artículo publicado en El País en el que se decía que Pixar ha olvidado que sus películas van dirigidas a los niños, por tratar temas como la muerte, la depresión, y otros asuntos metafísicos que se plantean en "Soul". A raíz del enfado que me provocó la autora empecé a pensar en por qué, desde nuestra autoconcedida superioridad de adultos, creemos que los niños no pueden entender temas complejos como, por ejemplo, a dónde van las almas al morir. ¿Acaso los niños son menos capaces de razonar y hacerse preguntas? No lo creo.


Me gusta creer que los niños son folios en blanco que comprenden y absorben toda la información que les podamos dar y que, por lo tanto, que un niño acepte los temas complicados y los normalice depende exclusivamente de la educación que le demos como adultos. Hace dos semanas, sin ir más lejos, una de mis mejores amigas me contó que su hijo le había preguntado que por qué se pone malita siempre, y ella le respondió que las mujeres sangramos una vez al mes y eso hace que nos duela un poco la tripa, pero que es normal y no hay que preocuparse. Como es normal, el niño hizo muchas preguntas que fueron contestadas, entendió perfectamente lo que estaba pasando, lo normalizó y ya no se asusta si a su madre le duele la tripa a veces. Ale, mi sobrino de 4 años, entendió qué es la menstruación a pesar de ser un tema que se suele considerar tabú, y del que pocas veces se habla a las niñas, y mucho menos a los niños. Pero al haberlo explicado con palabras que él puede entender, automáticamente el tema  pasa de ser un "secreto de adultos" a algo perfectamente normal. Y esa es precisamente la especialidad de los dibujos animados: hacer que temas complejos sean sencillos a los ojos de los niños.


El artículo ya citado critica a Pixar por basar la película "Coco" en la muerte, pero me pregunto yo, si a los niños no se les ha explicado que morir es parte de la vida ¿cómo van a enfrentarse a la pérdida de un ser querido como, por ejemplo, un abuelo? Las películas de dibujos generan el contexto perfecto para empezar un debate con los niños acerca de temas que de otra manera no se habrían puesto sobre la mesa. La película "Del revés" es, desde mi punto de vista, una auténtica obra maestra: hace una representación magnífica de los sentimientos, y presenta una serie de ideas que nunca antes se había tratado en el cine infantil: ¿Son todos los sentimientos igual de válidos? ¿Debería esforzarme en estar permanentemente feliz? Y la gente que está triste de manera habitual ¿están enfermos?¿Podemos ayudar a alguien con depresión? ¿Qué cosas construyen la personalidad de una persona? Los niños, como todos los seres humanos, reaccionan a los estímulos, disfrutan o no de las cosas y tienen un amplísimo espectro de sentimientos. Y si los niños tienen sentimientos ¿por qué no hablarles de ellos? ¿Por qué no construir una película dando voz a esos mismos sentimientos viajando al interior de una niña de 12 años completamente enamorada del hockey? Riley, la protagonista de “Del revés”, es una chica que atraviesa una mala racha, y cuyos sentimientos se vuelven un poco inestables. Por primera vez, una película de dibujos presenta un personaje con una vida realista que pasa por un momento difícil, como podría atravesar cualquier otro niño en una situación parecida, y que al igual que la protagonista no consigue entender sus sentimientos.



Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza, en orden de izquierda a derecha, los sentimientos representados en la película "Del Revés".


Desde mi punto de vista no existen los temas "para niños" y los temas "para adultos", lo que existe es una representación de un tema complejo adaptada a un público infantil. "Bichos: una aventura en miniatura", otra película de Pixar estrenada en 1998, habla de cómo unas trabajadoras hormigas toman conciencia de clase y deciden empezar una revolución contra los malvados saltamontes que les roban su comida. ¿Significa que "Bichos" no es una película para niños por hablar de la lucha de clases? No, significa que los guionistas y animadores han conseguido adaptar la revolución de la clase obrera para poder explicársela a los niños a través de hormiguitas con casco de minero, y ellos la habrán interpretado a su manera.


Para mí, lo mejor de las películas para niños es que su mensaje cambia según la edad con que las veas y en Pixar son unos auténticos artistas en esta doble lectura. El ejemplo más llamativo lo he encontrado en la película "Pinocho". En una de las últimas escenas, Disney nos enseña a un hombre gordo que fuma en pipa y a dos ladrones venidos a menos que hablan en una taberna de mala muerte. El hombre gordo le dice a los ladrones que les pagará mucho oro si le traen niños, y dice textualmente que "colecciona niños estúpidos de esos a los que no les gusta ir a la escuela". Los ladrones, notablemente asustados, preguntan qué pasará si se enteran los guardias de que están secuestrando a niños, y el hombre gordo responde que no habrá ningún problema y que no se preocupen, porque él los llevará a la isla de los juegos, un lugar del que "nunca vuelven como niños". De pequeña, yo veía que el hombre de la pipa secuestraba niños prometiéndoles que los llevaría a un gran parque de atracciones en una isla donde no tendrían que ir a la escuela y allí los convertía en burros. La última vez que vi la escena, sin embargo, interpreté que el gordo fumador de puros secuestra niños para una red de pedofilia, por eso nunca vuelven "como niños". De pequeña, jamás hubiera podido llegar a esta conclusión, pero desde una perspectiva adulta y con un conocimiento más amplio del mundo el mensaje cambia. Por lo tanto, entiendo que los niños interpretan las películas a su manera, en base al conocimiento anterior que tengan del mundo, y se quedan con el mensaje que más les gusta. Por eso desde su perspectiva “Bichos” habla de unas hormigas que quieren quedarse con su comida porque la han trabajado ellas, y el gordo de pinocho castiga a los niños que no estudian convirtiéndolos en burros, nada más. Los niños cotejan la información que les da la película con lo que ellos ya saben y, si descubren que algo no concuerda, hacen preguntas.  Si les sigue sin encajar, seguirán preguntando, y si es la primera vez que tocan un tema, también harán preguntas, porque los niños son personas que están en un mundo enorme lleno de cosas que aún no conocen y lo normal es que tengan curiosidad y muchas ganas de entenderlo todo. Entonces, ¿por qué no vamos a hablarles de la muerte, la depresión, la menstruación o de si las personas tenemos alma? 


Al margen de las historias, Pixar hace las películas para que sean visualmente atractivas para los niños: las llena de colores llamativos, animales fantásticos y cancioncitas fáciles de recordar que los mantienen pegados a la pantalla durante todo el largo del metraje (nunca había visto a mi sobrino tan quieto como el día que vimos Coco). La música, los colores, los acentos, todo en la película está pensado para atrapar la atención y, cuando estás plenamente metido en la historia, Pixar te cuela que lo importante es recordar los buenos momentos con las personas fallecidas, que de esa forma siempre van a estar vivos aunque estén al otro lado de un puente muy grande hecho con pétalos que brillan. Las películas infantiles, al igual que los cuentos, buscan transmitir un mensaje, una moraleja que enseñe algo a los niños de una forma sencilla. Cuanto más complejos sean los temas de los que hablan las películas, más posibilidades dan a los niños de preguntar y aprender y, a su vez, nos ponen a los adultos en la encrucijada de ayudarles a descubrir cosas nuevas, o dejar que los prejuicios nos bloqueen y no hablarles de cosas interesantes porque “ese no es tema para niños”.


Que los niños hagan preguntas difíciles conlleva que los adultos tenemos que dedicar tiempo a reflexionar y a buscar la manera de darles una respuesta coherente y sencilla, con palabras y ejemplos que ellos puedan entender. Reconozco que muchas veces puede ser un proceso complicado, pero nadie dijo que educar fuera a ser fácil. Para mí, delimitar los temas sobre los que se puede hablar a los niños puede significar varias cosas: pereza y falta de interés por encontrar la explicación sencilla a un tema complejo, una necesidad excesiva de proteger al niño de cosas que forman parte de la vida inevitablemente, o que los padres creen que su hijo no es capaz de entender el tema del que se habla, y yo, sinceramente, no creo que los niños sean más lentos que los adultos a la hora de entender las cosas. De hecho, pienso que los niños están locos por aprender, por saber el porqué de las cosas y por  tener una respuesta a la que es mi pregunta favorita: "y eso tú, ¿por qué lo sabes?



Por Cristina Moreno