Llámame ingenua o sueña conmigo


A veces me pregunto cómo seguiría la vida, o cómo serían ciertas situaciones si el 21 de enero del dos mil veinte el ABC no hubiese sacado el titular de: “Un virus misterioso pone en alerta a China.”

Me pregunto qué hubiese pasado si no se hubiesen cancelado viajes y celebraciones, que hubiese pasado si siguiéramos sin miedo en las calles. Por alguna razón no tengo duda de que, si no fuese por ese titular, dos mil veinte hubiese sido un gran año. Me atrevería a decir que incluso uno de los mejores.

Me encuentro a diario pensando en una de las últimas frases de la película Tenet: “El mundo jamás sabrá lo que pudo haber pasado. Y aunque lo supieran, no les importaría. Porque a nadie le importa la bomba que no explotó. Solo la que sí lo hizo.”

Así que supongo que, si no hubiese salido ese titular, no hubiese pasado nada. Supongo que todo seguiría igual, sin parón, sin “nueva normalidad”, sin un antes y un después en la Historia.

Me abruma pensar en aquellos meses encerrada y procuro evitar pensar en todo lo que está pasando, por no hablar de todo lo que nos espera.

Me agarro fuertemente al pensamiento de “no hay mal que por bien no venga” como modo de supervivencia. Leí en el horóscopo (sí, lo siento) que recordase que hay una oportunidad debajo de cada circunstancia que el año traiga. Me gusta pensar que, si ahora mismo estamos pasando por todo esto, es por el bien de todos y para un futuro mejor; que, gracias a esto, evitaremos futuras pandemias y millones más de muertos.

Y así extrapolo este pensamiento a todos los ámbitos de mi vida, y así consigo salir del agujero negro en el que yo misma me encierro. Ojalá sea cierto que todo pasa por algo, y ojalá la vida sea una película de las de siempre, con final feliz.

Puedes llamarme ingenua o soñar conmigo, yo te invito.


Por Almu Wilson