Cultura segura(mente asfixiada)

Eres artista. Has conseguido volver al escenario tras un tiempo lleno de incertidumbre y ansiedad. Observas las medidas y protocolos que tanto tú como el reducido público que asista deben cumplir a rajatabla. Suspiras. Eres responsable, entiendes que son necesarias las precauciones, que en estos meses de atrás se ha vivido una pesadilla, que la salud es lo primero. Es más, quieres demostrar que es posible una cultura segura, aunque algunas de las precauciones resulten limitantes para tu espectáculo. Con toda la ilusión y una dosis añadida de miedo buscas la forma de llegar a tu ansiado escenario, te subes a un tren, a un avión, o a un autobús... Y te lo encuentras lleno, al total de su capacidad, codo con codo con tu compañero de viaje. Pero no te preocupes, cuando llegues a la actuación tendrás toda la distancia de seguridad del mundo, y más.

Esta situación tan paradójica es tristemente el día a día versión “nueva normalidad” del artista en este país, del artista afortunado incluso me atrevería a añadir, puesto que todavía hay muchos incapaces de volver, artistas que se encuentran desamparados y observan con impotencia cómo se cancelan sus proyectos o por organismos externos o por decisión propia. La decisión propia encierra la mayor de las frustraciones, y sucede cuando se ven obligados a posponer o anular un evento porque es insostenible siguiendo las medidas. Y la verdad, mejor no empezar a hablar de la posibilidad (duele decir realidad) del cierre de teatros de nuevo, porque puede dar para mínimo cien artículos más.


En marzo no era un aspecto tan criticable; los hechos se sucedían a una velocidad vertiginosa y todos los sectores se paralizaban por causas obvias. Por aquel entonces este sector se intentó adaptar, contribuyó como podía y sabía y esperó casi heroicamente a que pasase la tormenta. Es verdad que la tormenta no ha pasado, pero, ¿por qué es inevitable la sensación de que en algunos sectores está lloviendo y tronando más que en otros? ¿Por qué una persona comprometida y responsable se descubre así misma realizando acciones contradictorias a lo largo del día? ¿Por qué un individuo es más contagioso en un teatro que en el metro? 

Llegados a este punto podríamos citar la frase de cierto grupo en verano “eso es, todo el mundo sin mascarilla” y alguna otra irresponsabilidad que se ha cometido en el sector para justificar estas restricciones... Pero son faltas que no representan al conjunto, un conjunto que muestra y demuestra seguridad, que lo único que busca es seguir existiendo y seguir luchando por lo que luchaba antes del virus. Son muchos los que están a la espera de soluciones, medidas alternativas que no sigan la premisa vacía de pagar justos por pecadores. Quizás estamos a tiempo, la cultura no ha llegado a la asfixia... Todavía.

Por Teresa Camarena