"Mi querido Jaguar"

Berlín, año 1942. Nos encontramos en plena Guerra Mundial. Nuestra historia comienza con Lilly Wust, una madre de familia con cuatro niños y casada con un soldado de las SS.

En la misma ciudad, una joven mujer llamada Ula vive con su padre y con una amiga periodista, Felice. 

Por aquel entonces, en Alemania era obligatorio realizar el llamado servicio doméstico. Este servicio era imprescindible para las mujeres jóvenes en edad de casarse. Las chicas debían hacer un año de ayuda doméstica a una mujer ya casada. De esta manera, aprenderían a ser unas buenas esposas. Ula, había intentado hacerlo en diversos hogares, pero como sus ideas eran contrarias al régimen, no conseguía integrarse del todo en las distintas casas que visitó.

En el verano de 1942, Ula llegó a la casa de nuestra protagonista, Lilly. Cuando esta abrió la puerta, no saludó a la joven con un ¡Heil Hitler! Sino que le dio los buenos días. La joven pensó que por fin había conseguido encontrar una buena casa, pero cuál fue su sorpresa cuando a la salida, pudo observar un retrato del führer. Sin embargo, Ula ya no podía echarse para atrás. Si renunciaba al contrato, llamaría mucho la atención y no quería perjudicar ni a su padre ni a su amiga Felice, ya que ésta, era judía y trabajaba como periodista pasando información a la resistencia para eliminar al régimen nazi.

Un día, cuando Ula fue a trabajar a la casa de Lilly, se quedó sorprendida por lo que la mujer le dijo. Para Lilly, la culpa de todo la tenían los judíos, incluso afirmaba que podía olerles y diferenciar quién era judío y quién no. Cuando Ula llegó a su casa, habló con Felice y le contó la desagradable experiencia que había tenido con la mujer para la que trabajaba. Le cuenta que es una mujer afín al régimen y que no soporta a los judíos. En ese momento, Felice se quedó pensativa y le dijo a Ula que irían a comprobar si realmente Lilly era capaz de oler a los judíos, poniéndole como prueba a la propia Felice.

En noviembre de 1942, Ula y Lilly fueron a una cafetería ya que habían quedado con Felice para merendar. Cuando la joven llega, Lilly no puede parar de fijarse en ella y se quedó maravillada con su simpatía, amabilidad y carisma. Las mujeres estuvieron hablando durante toda la tarde y cuando fueron a despedirse, Felice le entregó una manzana a Lilly, por la historia de “Adán y Eva”, a modo de "tentación".

Fueron pasando los días y las dos mujeres comenzaron a entablar una gran amistad. Una noche, Lilly organizó una cena en su casa a la que Felice estaba invitada. Cuando terminaron, Lilly recogió y comenzó a fregar los platos y de repente, Felice se puso detrás de ella y la besó. La mujer se puso muy colorada y le dijo a Felice que se había confundido, que podían ser amigas pero que nada más, que ella nunca podría estar con una mujer.

Días después, Felice viajó al norte por temas de trabajo. Tanto Felice como Lilly comenzaron a extrañarse y decidieron escribirse cartas. En esta correspondencia podía apreciarse el cariño y el flirteo que existía entre las dos mujeres.

Cuando Felice volvió de su viaje, nada más llegar, recibió la noticia de que Lilly estaba en el hospital. La tuvieron que operar por una infección en la mandíbula. Felice fue corriendo al hospital a verla y las dos se reencontraron de nuevo. Felice prometió visitarla todos los días y Lilly le pidió un favor, que cuando volviera al día siguiente tenía que traerle varias cosas de su casa entre ellas crema, un pañuelo, unas postales y aguja e hilo. Al final, Lilly le pidió una última cosa: "por fin tu amor para mí sola". Es en ese momento cuando Felice se da cuenta de lo enamorada que está de Lilly, y Lilly de ella.

En marzo del 43, Lilly es dada de alta en el hospital y Felice se ofrece a acompañarla durante todas las noches en casa por si necesita ayuda ya que aún está convaleciente. En cuanto al marido de Lilly, este lleva siéndole infiel toda su vida y Lilly decide abandonarle y declarar su amor a Felice. 

Un año más tarde (1944), Felice redacta un contrato de amor para Lilly. Al no poder casarse, lo que pretenden es escribir unos votos donde proclamar su amor libremente. Algunos de estos votos son:

"Te amaré siempre.
Cuidaré en la medida en que lo permitan las circunstancias de ti y de los niños.
No me giraré a mirar chicas guapas, si acaso solo para confirmar que tú lo eres más"

Meses más tarde, Lilly comenzó a preocuparse porque Felice desaparecía frecuentemente. Felice le decía que tenía que irse de viaje, pero nunca le contaba adónde iba ni por cuánto tiempo. En realidad, como ya contamos antes, Felice trabajaba infiltrada para la resistencia en un periódico nazi. A la vuelta de uno de esos viajes, Lilly la estaba esperando en casa, preocupada y pidiéndole que fuese sincera con ella. Felice le cuenta que es judía y que trabaja para la resistencia. Al principio a Lilly se le desencajó la cara, no comprendía nada y no podía entender cómo era posible que estuviera compartiendo su vida con una mujer judía. La situación no fue nada fácil, pero ambas decidieron permanecer juntas ya que su amor estaba por encima de cualquier ideología o creencia.

En agosto de 1944, los alemanes sabían que iban a perder la guerra, pero la situación de los judíos no mejoró, al contrario. Cada vez se les encarcelaba más y se les torturaba y mataba. Fue en ese momento en el que los amigos de Felice le dijeron que debía irse con ellos a Suiza, pero ella no quiso abandonar a Lilly.

Un fin de semana del verano, Felice decidió tomarse el día libre e irse con su pareja a disfrutar de un día en la naturaleza. Al volver a casa, las dos estaban muy ilusionadas por el tiempo que habían podido disfrutar juntas, pero cuando abrieron la puerta vieron a una amiga suya con cara de pánico haciéndoles señas. Fue ahí cuando se dieron cuenta que la GESTAPO estaba buscando a Felice. Ambas consiguieron hacerles creer que Lilly desconocía que Felice era judía, pero Felice no pudo salvarse de ser arrestada. A pesar de que ésta intentó escaparse y se escondió en casa de una vecina, los policías la encontraron, le pegaron y se la llevaron. Antes de irse, le dio un beso en la frente a Lilly y le susurró lo mucho que la quería. 

En un primer momento, Felice estuvo presa en el centro de detención y luego se la llevaron hasta el Gueto de Theresienstadt. No obstante, las noticias no eran tan malas como llegaron a pensar, ya que era preferible estar en el gueto, que a pesar de tener unas condiciones terribles, no era un campo de concentración. Sin embargo, Lilly necesitaba ver a su amada y decidió viajar desde Berlín a Terezín (actual República Checa) que es donde se encontraba encerrada Felice. Al llegar, intentó hablar con uno de los guardias rogándole que le dejara entregarle una cesta con comida a una de las mujeres que estaban allí encerradas, pero el guardia, se puso hecho una furia y echó a Lilly de allí.

Al llegar a Berlín, Lilly recibió noticias de que, esa misma tarde, se llevaron a Felice a Auschwitz. Sin embargo, antes de que se la llevaran al campo de exterminio, Felice consiguió entablar amistad con uno de los carceleros que le permitió mandar una carta. Su destinataria era Lilly y en ella decía:

“Mi amadísimo cachorro, apenas el Jaguar vuelve la espalda empiezas a hacer cosas tan salvajes que el cazador ya le interroga sobre ti y el pobre Jaguar ya no puede dormir por las noches. El noble Jaguar lo ha pasado muy mal y ha perdido mucha parte de su belleza […]. Te abrazo y te beso 199.000 veces”

Tras esta carta, ambas mujeres perdieron el contacto y en diciembre de 1944 Lilly recibió otras cinco cartas de Felice. En ellas le cuenta que ha podido mandárselas gracias a uno de los guardias de Auschwitz y que en ese momento ella se encontraba en la enfermería. Felice había cogido la escarlatina y le dijo a Lilly que con lo poco que quedaba de guerra, seguramente podía quedarse ingresada y no volver más al campo de exterminio.

El 15 de noviembre, Lilly recibió una de las últimas cartas de Felice, en la que las noticias no fueron buenas:

“Ayer no llegó ninguna carta tuya. Y el día de hoy está a punto de acabarse. Hace un rato hemos recibido el resultado del segundo frotis: negativo. Ahora nos harán otro y, si también resulta negativo, nos sacarán de aquí. Parece ser, pues, que las seis semanas no han servido de nada y tengo mucho miedo de volver al campamento, como alguien que acaba de sacar la cabeza de unas aguas heladas y ahora van a sumergírsela de nuevo. Pero esto solo te lo digo a ti, porque solo la gatita puede saber que el valiente Jaguar tiene miedo. Reza por él, ¿eh?

En diciembre, Felice consiguió colar su última carta, en la que le decía a Lilly:

“Amor mío, mil felicitaciones navideñas para ti y para los niños. Entre tanto he vuelto a sanar en el gélido desván y aunque aún estoy muy floja ya sirvo para el trabajo. Piensa siempre en mí y reza por el valiente y nostálgico Jaguar”

Exactamente el 16 de diciembre de 1944 fue el último día que se tuvieron noticias de Felice y en enero del año siguiente, el campo de concentración de Auschwitz fue liberado por los soldados soviéticos. 

Por cosa de dos semanas, Felice no pudo sobrevivir y Lilly estuvo preguntándose toda su vida si la muerte de su amada fue culpa suya.

En mi opinión, la historia de Lilly y Felice, a pesar de haber sucedido hace ochenta años, es un aprendizaje de vida. Son numerosos los lugares en los que las personas homosexuales son tachadas de enfermas y tratadas como tal. Y no solo eso, muchas de ellas son maltratadas, insultadas e incluso asesinadas. Los derechos deben ser los mismos para todas las personas sin importar su condición sexual, ideología, raza o creencia.

Debemos ser conscientes de lo que las generaciones anteriores hicieron por las futuras y no permitir que su muerte y dolor haya sido en vano.

Mirar hacia atrás para aprender de lo sucedido será lo que nos permita mejorar como sociedad y como seres humanos. No reincidir en los mismos fallos pero sí fijarnos en ellos para reparar nuestros errores y no volver a cometerlos. 

Gracias Felice por demostrarnos que las cosas, si las deseamos fervientemente y nos esforzamos por ellas día tras día, pueden hacerse realidad. HASTA SIEMPRE VALIENTE JAGUAR.



 Por Ángela Taltavull