Su método de creación es un trasvase de la
literatura al cine. Un escritor deja que a través de su mente fluyan
recuerdos, experiencias, anécdotas; sus personajes se configuran a medida que
la historia avanza, se redescubren, se desarrollan. Serra cree que la materia
prima para que el cine también sea una creación dinámica existe: las historias
pueden formarse a tiempo real.
Esta utopía se hace palpable en su última
película: Liberté. Para poder afrontar esta obra y no escapar de la sala tras
cuarenta minutos de proyección, es interesante conocer cómo la rodó y,
sobre todo, por qué lo hizo así.
Serra genera tensión; es su propósito como
director. Él no interfiere ni da órdenes a los actores, les deja ser; tan solo
determina un contexto que, en el caso de Liberté, es la Francia del siglo XVIII.
Así pues, podríamos definir sus obras como una performance nacida de la
arbitrariedad. A Serra le aterra la idea de estropear la pureza de su creación. Cuando se rueda él no escucha ni mira las imágenes; lo hace después, en el
montaje.
El caos generado por su método de creación después pasa por un método exhaustivo de filtros. El primero de todos
ellos es el gusto del director, que selecciona determinados planos en función de detalles totalmente dispares: la luz, la interpretación, el color… Tras ello,
se sienta frente a la transcripción de los diálogos y comienza a intentar darle
un sentido a aquello que tiene por delante. Presume de trabajar con una materia
prima pura e inédita, fruto de no interferir mientras los actores interpretan, respetando su libertad más absoluta y, por tanto, su inspiración
natural.
Sus obras son una creación anárquica montadas
bajo un método riguroso. Esto es necesario para darle el factor de ficción, que se deja ver a través de los escenarios y vestuarios; solo con la injerencia
en el montaje se consigue articular una historia ficcional y alejarse del
ensayo/documental. Un método digno de un artista. Extraña en un cineasta que su manera de crear esté basada en la incomunicación y en la intuición; en encontrar imágenes inéditas. Es por su excentricidad
que Serra ha sido comparado con pintores como Dalí.
Liberté es una película original y perturbadora.
A medida que avanza la noche, la oscuridad atrapa al espectador hasta tal punto
que el filme parece observarle a él. Toda la obra está marcada por un ritmo
lento y tortuoso, impregnado de sexo y suciedad; ahogado por el silencio.
El sexo... Serra
plantea el sexo como la aceptación de la verdadera arbitrariedad del deseo;
abandonarse a uno mismo para ser usado por el otro. Plantea el deseo sexual
como un igualador de clases, como el abandono de la propia individualidad. Roza
la deshumanización.
Mañana 15 de noviembre se nos brinda la oportunidad de
volver a sentir el cine como una acción colectiva. No solo es un espectáculo lo
que sucede en pantalla, también lo es lo que allí ocurre: el público, incómodo
ante la propia tensión que genera la desnudez, carraspea, se remueve en los
asientos, se levanta... 120 minutos en los que no hay término medio: o sales
espantado de la sala o no puedes apartar los ojos de la pantalla.