¿Por trece razones? Por una sola

Por Fernando Santos


No había terminado la primavera -que la sangre altera- cuando Netflix estrenó en España la segunda y polémica temporada de Por trece razones. En su estreno en Estados Unidos, sumó más de 6 millones de espectadores en solo tres días. Habrá quien la critique -y mucho-, pero está claro que esta serie engancha.

¿De qué está hecho ese garfio que nos lleva al sofá a verla? ¿Qué han puesto en ese anzuelo para que millones de pececillos nademos frente a su pantalla? Voy a vencer la tentación de pensar trece razones para verla porque es poco original y ya lo han hecho otros, tanto a favor como en contra

Más allá de ser una serie sobre adolescentes en un instituto -¿cuántas series con esta premisa nos han enganchado? ¡Todas!-, los enigmas de cada personaje, el propio gancho inicial de las cintas, el desarrollo de cada personalidad, etc., lo que nos da esta serie, básicamente, es morbo.Y el morbo engancha. 

¿Qué es el morbo? El origen de la palabra viene del latín y, en esta lengua, quería decir "enfermedad". De ahí viene, por ejemplo, el término morbilidad, "proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado". Esto no quiere decir que todos los espectadores de la serie seamos unos enfermos; tranquilos... Aunque es verdad que la psicología explica que existen diferentes grados de morbo y que, de hecho, se puede convertir en una patología. Pero no es nuestro caso.

El morbo se puede explicar como una atracción hacia aquello prohibido (moralmente) o aquello que de manera natural nos causa rechazo, como el miedo, las desgracias ajenas o las cosas desagradables. Por ejemplo, cuando se produce un accidente, es bastante habitual que los conductores que pasan por delante reduzcan la velocidad intentando captar algún detalle. Eso es morbo. 

Al parecer, esto del morbo tiene una base científica y es similar a la de miedo. Lo explicaré en términos llanos, que me perdonen los lectores de ciencias, que yo todo me lo imagino como en Érase una vez el cuerpo humano... Cuando vemos una película del miedo, el cuerpo se prepara y descarga adrenalina para enfrentar ese supuesto peligro que vemos en la pantalla. Cuando pasa el supuesto peligro y el cuerpo puede relajarse, libera dopamina, que nos produce una sensación placentera. Así se entiende que haya quien disfrute con las películas de terror.

Por trece razones tiene buenas dosis de morbo; pero además mezcla la desgracia ajena y los tabúes en un solo asunto: el suicidio, uno de los temas tabú por excelencia. A esto súmale la homosexualidad, el acoso escolar, la violación, el uso de armas de fuego... Morbo, morbo, morbo, morbo.

Por cierto, poco después de estrenarse en España la segunda temporada, Netflix anunció que habrá una tercera.