La lucha contra ti mismo

Me gusta pensar que dentro de nosotros tenemos una serie “condicionantes” que determinan cómo somos. Nos imponen esta serie de condiciones que te acompañan durante el resto de tu vida y através de las cuales aprendes a vivir. No los eliges, están ahí, y tampoco tienes la opción de aceptarlos o rechazarlos, van a formar parte de ti y no hay más discusión. A esa parte a mí me gusta llamarla destino, porque dudo mucho que todo sea mera casualidad.

Dividiría las series de condicionantes en dos, como dos líneas paralelas, pero muy diferentes. En la primera serie pondría todas aquellas cosas que de algún modo te imponen, es una línea como más terrenal en la que se encuentra tu cultura, tu país, tu familia, tu posición social... Es como tu punto de partida, construyes tu vida a partir de todas estas cosas que te son dadas y de algún modo obedecen a algo, como, normas sociales, leyes, tradiciones...


Sin embargo, la segunda serie sería algo más espiritual con cosas muy aleatorias que no tienen porqué obedecer a algo, forman parte de ti y las sabes reconocer. Como que te guste más el helado de chocolate que el de fresa, o  que tu vocación sea ser médico y no astronauta. Parecen cosas dispares, pero todas forman de ti, y me atrevería a decir que todas tienen alguna clase de interconexión entre ellas, y por eso forman parte de una misma serie.


Creo que la máxima diferencia entre estas dos series, es que la primera te es impuesta, y la segunda, eres tú, es lo que te gusta, lo que te hace feliz, es cómo eres verdaderamente. Como todo problema, el dilema estará en la confrontación, cuando una de estas dos líneas paralelas, no sea compatible con la otra.


Pero creo que el verdadero problema es que estas dos líneas, muy difícilmente van a ser totalmente al 100% compatibles entre ellas. Siempre va a ver un algo que chirríe o un cabo mal atado. Aquí llega el momento en el que te debes plantear a cuál de las dos debes obedecer, y esta decisión, sí que está en tú mano y sí lo eliges tú.


En mi opinión, para ser feliz, siempre tendrás que seguir tu instinto, las cosas nunca van a estar bien aunque te acostumbres y aprendas a vivir obedeciendo a lo terrenal, a la imposición, a las leyes y normas... siempre va a haber un algo que te recuerde que las cosas no están todo lo bien que podrían aunque lo calles, finjas y te autoconvenzas de que sí lo están. Lo llevas dentro, en el fondo sabes que no lo están. Aunque tengas que aprender a conocerte muy bien a ti mismo para saber escucharlo.


Así llego a la conclusión final de que la vida es un juego, y más aún, diría que un reto. Una lucha continua, entre ti mismo, entre tu entorno, y entre la injusticia. Vivir es superarse, conseguir estar un poquito más cerca de eso que te grita tu voz. Vivir es no tomar un no por respuesta, y seguir, atravesar barreras, por mucho que pueda dueler, sigue. La recompensa es muy grande y la felicidad muy efímera, porque cuando hayas superado un reto, estarás a punto de enfrentarte al siguiente, y así sucesivamente. Puede sonar agotador, pero estoy segura, de que por cada reto que superes, estarás un poquito más agusto contigo mismo, con tu vida y con tus circunstancias, y quizás y ya solo quizás, un poco más en paz, y quizás y ya solo quizás, un poco más en armonía, con el universo, por ejemplo.