La no tan fina línea entre la salud mental y el compromiso


Desde Laura Escanes hasta Simone Biles: el aplaudido retiro de redes sociales, competiciones o compromisos de tantos no se queda en la esfera célebre. Cada vez más, aprendemos a poner un límite a los trabajos que, en lugar de hacernos felices, no nos aportan lo que buscamos. Sin embargo, quizás alimentados por quienes sí se lo pueden permitir, se nos olvida que nuestros descansos repentinos son el trabajo de otros. Y la salud mental de otros.

Que la salud mental está en boga lo sabemos todos, y es realmente complicado no estar de acuerdo con el movimiento: con las reivindicaciones de que, verdaderamente, ni sabíamos del tema ni lo priorizábamos. Seguramente, ahora tampoco sabemos, pero sí nos han enseñado a priorizar. O nos hemos creído que nos enseñaban quienes ni son profesionales ni tienen una vida al uso, una vida con la que nos podamos comparar. Si algo está claro es que hay más consciencia al respecto, más introspección y muchos menos impedimentos para hablar de problemas relacionados con la mente. 

Este artículo no pretende que la gente no ponga límites por problemas de salud mental. Lo aplaude, lo aplaudo. Pero critica a quien se ha llevado la causa por bandera, ridiculizando a quien sí sufre. No sé realmente si tener una pila de apuntes que transcribir y tener poco tiempo para ello es un problema de salud mental, o de que no te has sabido gestionar tu tiempo; no sé si no poder acabar un proyecto con unos compañeros porque te has pasado la semana de bar en bar es cuestión de que has priorizado tu bienestar o es que eres un caradura. Especialmente porque no tenemos educación al respecto, es difícil saber cuándo lo que falta verdaderamente es la salud mental y no el compromiso: ¿debo consentir algo?, ¿escapo al mínimo de agobio? Es complicado también juzgarlo y criticarlo, pero no lo es tanto el reconocer que nos hemos vuelto algo intransigentes con el estrés y desconsiderados con el compañero. Con nuestra pila de trabajo delante, cogemos y decimos que no podemos más. Bravas nosotras, pero pobre el que se queda colgado porque necesitamos desconectar. 

La salud mental no puede ser la excusa de los sinvergüenzas, porque hoy lo es la salud mental y mañana lo será cualquiera que sea el tema estrella. Los proyectos y trabajos requieren un compromiso del que no nos podemos bajar a la mínima. Muchos de nuestros referentes se lo pueden permitir, y quizás esto es algo que falla en el mensaje: está fenomenal que Laura Escanes deje las redes, su trabajo, unos días, porque necesita recuperarse, pero el ciudadano de a pie no se lo puede permitir. Es estupendo, heroico y valiente que Simone Biles no compita porque no soporta la presión, pero lo cierto es que a la mitad de los ciudadanos eso le supondría perder un puesto de trabajo. La desconexión no es la solución: no por no ser buena, sino por no ser asequible. 

El mensaje, si nos paramos a analizarlo, quizás se centra demasiado en el parar, en lugar de en el saber seguir, como si bajarnos en un andén para luego coger el mismo tren fuese a ser lo único determinante. Y, mientras nuestra mente se debate sobre si bajarse, seguir o, pocas veces, cambiar de tren, hay quien no ha aprendido ni a hacer la reflexión y se queda en un tren del que quizás, el conductor, por necesitar desconectar, se ha marchado. Hablemos de la salud mental, siempre y mucho, pero no olvidemos que hay quien depende de nosotros. Paremos cuando verdaderamente haya que parar, pero no hagamos de los problemas mentales el discurso fácil. Y entendamos,  por mucho que las redes nos quieran decir lo contrario, que no siempre podemos parar cuándo y dónde queremos. Y la solución va más allá del irse y dejar al resto plantado, que es en lo que nos hemos quedado: va en buscar soluciones que permitan que el camino sea llevadero, también para los que no saben reconocer que necesitan descansar. Y si la solución sigue siendo soltar la mano que se agarran el compromiso y la salud mental, algo falla. No hay quien lo sostenga.  

Por Alessandra Pereira
Imagen: Sharmelan Murugiah