Primarias


Por Álvaro Maldonado de la Cuadra.


Parece que la resaca de las primarias de los partidos políticos ha ido desapareciendo del día a día en estos últimos meses. Durante su momento álgido pude reflexionar sobre ellas. Hemos conseguido democratizar el funcionamiento interno de los partidos principales de este país. Un logro impresionante. Conseguimos así que la ciudadanía políticamente involucrada pueda escoger a sus líderes para que les represente a través de primarias, pero a la vez y paralelo a la consolidación de esta democratización interna nos las estamos cargando.

Me ha salido escribir la última frase en plural y no creo que sea mera casualidad.

Pongámonos en esta situación: el líder de la formación X considera que su aportación política ha acabado, ha perdido la confianza de la cámara o de su partido, ha sido revocado de su cargo, hay elecciones… sea cual sea el motivo el partido se enfrenta a unas primarias, para decidir el nuevo liderazgo del partido.
Obviamente la ciudadanía va a estar pendiente de este proceso y los demás partidos también. Pero como muchas cosas en la vida, tal y como diría alguien en algún momento, no se trata del tema en cuestión sino en cómo se afronta.

Tenemos aquí dos componentes claves: partidos políticos y medios de comunicación.

La clave ya no está en las primarias sino en cómo afrontarlas. Es muy fácil decir que los candidatos “son enemigos”, “que se están matando entre ellos”, “que solo se pelean por el poder” y montar así un anfiteatro romano televisivo. Es verdad que es fácil desgastar al partido en cuestión con este tipo de discurso y combatir por ciertos votos. También es verdad que puede ser que haya casos en los que estas afirmaciones sean verdad, pero afortunadamente no son la mayoría.

Valoremos las primarias como un encuentro en el que se debate quién y cómo quiere llevar el partido su futura ejecutiva, que es la verdadera esencia de las primarias. Valorémoslas, mejorémoslas y no las convirtamos en un arma arrojadiza ya que tirando de refranero: se tarda mucho en construir algo y muy poco en destruirlo.