Por Álvaro Maldonado de la Cuadra.

Me ha salido escribir la última
frase en plural y no creo que sea mera casualidad.
Pongámonos en esta situación:
el líder de la formación X considera que su aportación política ha
acabado, ha perdido la confianza de la cámara o de su partido, ha sido revocado
de su cargo, hay elecciones… sea cual sea el
motivo el partido se enfrenta a unas primarias, para decidir el nuevo liderazgo del partido.
Obviamente la ciudadanía va
a estar pendiente de este proceso y los demás partidos también. Pero como muchas
cosas en la vida, tal y como diría alguien en algún momento, no se trata del tema en cuestión
sino en cómo se afronta.
Tenemos aquí dos
componentes claves: partidos políticos y medios de comunicación.
La clave ya no está en las
primarias sino en cómo afrontarlas. Es muy fácil decir que los candidatos “son
enemigos”, “que se están matando entre ellos”, “que solo se pelean por el poder”
y montar así un anfiteatro romano televisivo. Es verdad que es fácil desgastar
al partido en cuestión con este tipo de discurso y combatir por ciertos votos. También es
verdad que puede ser que haya casos en los que estas afirmaciones sean verdad,
pero afortunadamente no son la mayoría.
Valoremos las primarias como un encuentro en el que se debate quién y cómo quiere llevar el partido su futura ejecutiva, que es la verdadera esencia de las primarias. Valorémoslas, mejorémoslas y no las convirtamos en un arma arrojadiza ya que tirando de refranero: se tarda mucho en construir algo y muy poco en destruirlo.
Valoremos las primarias como un encuentro en el que se debate quién y cómo quiere llevar el partido su futura ejecutiva, que es la verdadera esencia de las primarias. Valorémoslas, mejorémoslas y no las convirtamos en un arma arrojadiza ya que tirando de refranero: se tarda mucho en construir algo y muy poco en destruirlo.