¡Plutón, amigo mío!

Se reabre el debate acerca del carácter planetario de nuestro gran amigo Plutón, y no puedo estar más contenta. De verdad, no es broma. Mientras leía el artículo de la CNN España en el que lo explicaban, y mientras una extraña felicidad se adueñaba de mis adentros no pude evitar sino pensar "¿Por qué me hace tan feliz este tema tan tonto?" seguido de una pregunta mayor sin la cual no hubiese podido obtener respuesta a la ya mencionada: "¿Por qué nos dio tanta rabia -sin sentido- que le quitaran el título de planeta al Pequeño Plutón?".

Desde que la  Unión Astronómica Internacional (IAU) en 2006 arrebató a Plutón su identidad planetaria, no sé vosotros pero yo he tenido más de una conversación en la que he discutido si Plutón merecía o no ser un planeta, y en la que he llorado junto a otros la injusta pérdida de nuestro compatriota del sistema solar. 
Y ya entiendo por qué es: todos nos hemos sentido Plutón en algún momento. Plutón representa todo lo que nos han pisoteado en esta vida: es cada uno de nosotros de pequeño cuando no nos invitaban a una fiesta, cuando nos elegían últimos en los equipos de educación física o cuando nos acercábamos a un grupo de gente y dejaban de hablar al notar nuestra presencia. Plutón representa las veces que nos han hecho sentir fuera de lugar, un bicho raro, y por motivos estúpidos, como usar un criterio para establecer la identidad de un planeta que no se utilizaba desde el siglo XIX. 

Plutón es un poco de cada uno de nosotros, es el sentirnos aislados de algo en lo que deberíamos pertenecer, no poder alzar la voz y quedarte al margen: pequeñito, olvidado, frío; observando mientras todos los demás juegan, pensando "Jo, ojalá me dejaran jugar con ellos". Plutón es que te hicieran sentarte en la mesa de los pequeños teniendo tú 12 años y todos los demás 6. Plutón es un poquito de nosotros, y nosotros somos un poquito de Plutón. 
¡Pero mi  pequeño Plutón no se rinde! Igual que todos nosotros conseguimos de alguna forma dejar ese pasado de lado. Plutón se rebela y Plutón reclama lo que es suyo: nadie le puede arrebatar su identidad, porque él mejor que nadie sabe lo que es. Plutón llora y nosotros lloramos, Plutón calla y nosotros gritamos, Plutón se rebela y desde la Tierra nosotros lo apoyamos y aplaudimos.
El debate no está cerrado, ¡pero ánimo Plutón! No dejes que unos humanos te arrebaten tu esencia como si tuvieran
autoridad sobre toda la galaxia cuando al final lo único cierto aquí es que nosotros somos más pequeños que tú pero nos creemos grandes, y tú eres grande pero te hacen sentir pequeño.
Eres nuestro amor plutónico, un trocito de nosotros en la Vía Láctea, un recuerdo de lo que fuimos de pequeños y, joe, que se fastidie la IAU: ¡Yo quiero dejarte jugar!