Por Álvaro Maldonado de la Cuadra.
Parece ser que la
ecuación es clara: o se suben los ingresos a base de impuestos o se recortan
los costes. Algo parecido a lo que vemos en las empresas a diario. Recuerdo de
pequeño ver el telediario y ponerme del lado del gobierno y de la oposición. Pensaba
que a unos les podía decir que iban a poner tantos impuestos que íbamos a
acabar pagando hasta por respirar y a otros que daba pena ver los servicios públicos
del dinero que se les había recortado o despilfarrado. Pensaba también que era
contrario lo que se decían o mejor dicho lo que me imaginaba que se decían,
pero que, aun así, ambos discursos funcionaban. Vi ganar con esa mirada esquemática
e inocente la segunda legislatura de Zapatero así como la primera de Rajoy. Como
comprenderán, esa idea tan simple ha ido evolucionando y adquiriendo más
riqueza y rigor que la de un chaval viendo el telediario con 10 años.
Posiblemente cualquier
respuesta que busque o sepa usted mismo a la pregunta: ¿Qué es la Economía?
encuentre algo parecido a “la mejor forma de organizar recursos escasos”. Tan cortita
y acertada es la respuesta que es la razón por la que en ella se encuentra la
base de un futuro próspero para nuestro país, no solo en el ámbito económico
sino también en el político y social entre otros…
Llamemos a esta propuesta
una buena gestión. El paradigma bipartidista encasillará esta palabra “gestión”
en una de estas dos partes, que lo componen, pero por favor vayámonos de viejas
concepciones conocidas respecto a esta palabra, que no hace falta ni
ejemplificar y acompáñeme más allá.
Mantengamos los impuestos
necesarios y eliminemos los que ahogan al contribuyente. Hagamos atractiva la legalidad,
si, lo he dicho bien, haciendo ver que si se paga y se cobra bajo la legalidad
más garantías sociales tendremos como país y como ciudadanos. También
persigamos el fraude, porque puede ser que usted y yo podamos ser optimistas
respecto a este tema, pero en ningún momento tontos. Mejoremos la
Administración Pública, mejorando su comunicación interna entre las autonomías.
Hagamos de ella un instrumento más que eficiente.
Estos cambios y un sinfín
más, derivados de una buena gestión generan la posibilidad de elegir libremente
en qué invertir: en desarrollo, mejorar nuestro modelo educativo o en lo que sus
convicciones políticas estimen oportuno.
Para llegar a ello hay
que evitar la trampa bipartidista que puede resultar muy suculenta pero que
acaba en recortes y en impuestos prohibitivos.
Mejoremos la gestión, mejoremos el
futuro.