Por Álvaro Maldonado de la Cuadra.
No existiría un día soleado y otro nuboso si todos fuesen de la manera deseada. No podríamos saber lo que es la sed sin la ausencia de agua, el estar enfadado sin conocer cómo es no estarlo y así una gran cantidad de hechos que ocurren en nuestro día a día. Y, cómo no, no existiría la alegría sin conocer la tristeza.
Sin embargo tratamos la
tristeza cual enemigo, al que tanto miedo tenemos que preferimos no mencionarlo.
“No pasa nada” es la frase con la que se han hecho hasta bromas cuando se quiere
expresar todo lo contrario, pero es que
sí que pasa ¿ o es que acaso pretendemos solo parecer alegres en toda nuestra
existencia? Todos sabemos a partir de una edad que no todo “será color de
rosa”, pero seguimos pataleándo con la sensación de tristeza cual niños.
Va siendo hora de que
mimemos también los momentos en los que no estamos radiantes y pletóricos
o directamente tristes, que los tratemos como una sensación más, y que no nos
peleemos con ella. Os invito a aceptar los momentos tristes como otro momento más, a acogerlo con cariño para conocerlo y superarlo, porque tal y como dijo
uno de mis grandes referentes, José
Ortega y Gasset, en su frase estrella, cuya segunda parte no es tan conocida «Yo
soy yo y mi circunstancia, y si no la
salvo a ella no me salvo yo» no será posible salvarnos a nosotros mismos.