¿Y si no nos depilamos?

Por Ethel Sainz de Vicuña

Seamos sinceros: estando en pleno siglo XXI, ya va siendo hora de que normalicemos el vello femenino. Es innegable la insaciable presencia de un estigma con respecto al vello corporal y facial en las mujeres en el que, a pesar de que sabemos que es lo más natural del mundo, nos escandalizamos al verlo. Experimentamos diariamente una contradicción en la que conviven la normalidad del vello y a la vez la necesidad de eliminarlo. Pero la realidad es que el vello crece en la mujer, está ahí, al igual que en el hombre, y no debería verse sometida a la pesada carga tabú que supone para la sociedad el no quitárselo.  


Fotografía de: instagram.com/superdeluxe
Hay una escala, conocida como la Escala Ferriman-Gallwey, que determina los distintos grados de vello corporal en las mujeres, desde lo más mínimo hasta llegar al hirsutismo (una condición que produce el crecimiento excesivo de vello debido a un trastorno de las glándulas suprarrenales). Es decir, básicamente establece cuándo el vello en altas magnitudes se debe a una cuestión hormonal y cuándo no. ¿Cuál es el problema en todo esto? Que las mujeres con más pelo corporal de lo que está "bien visto", sin llegar a la abundancia del hirsutismo, siguen creyendo que tienen un problema, no por la escala (cuya única finalidad es indicar cuándo hay un problema hormonal) sino por la forma en la que hemos sido educados: que tener más pelo en mis brazos que mis amigos en los suyos me hace más masculina, que tener bigote que se note a simple vista me hace menos mujer, que tener vello en las axilas me hace una descuidada. Pero la cuestión no reside en cuánto pelo tenga en el cuerpo: La vellosidad va acompañada en la sociedad de un eterno eslogan que clama “ES NORMAL, PERO QUÍTATELO”. 

Adjetivos peyorativos y motes insultantes persiguen a las mujeres desde una temprana edad siempre que muestran más vello de lo que es  aceptable. Si es que el vello está tan mal visto en la sociedad que hasta en los anuncios de cuchillas o bandas de cera usan a personas ya depiladas.
Depilarse debe ser una opción personal y hay que entender tanto a las mujeres que deciden hacerlo por opinión propia como a las que no. Por lo que, la respuesta tanto a la pregunta que encabeza este artículo como a la pregunta ¿y si lo hago? debería ser la misma: da igual. Con todo este barullo de palabras, lo que quiero decir es que no debemos buscar la velleza del vello, porque no reside en él, sino que la belleza está en su naturaleza y en la libertad de las personas de mediar con él de la forma que cada uno considere adecuada. Toda opinión debe ser respetada: el vello ajeno no molesta, las miradas prejuiciosas de la gente que no deja a los demás tomar decisiones propias, sí.
Y para terminar, un poema:

El vello,
Que cada uno decida
Lo que quiera hacer con ello.
Fin.