Dice Sabina en una canción, con su voz propia, ronca y arraigada a su cuerpo: "Que cada noche sea noche de bodas, y que todas las lunas sean lunas de miel". Pero, Sabina, lo siento mucho. He de decirte que noche de bodas solo hay una, y luna de miel otra única, también.

La paradoja de la expectativa es que anula a la otra persona. Por ejemplo, si nuestra pareja decide que quiere cenar en un indio y uno tenía ya decidido que esa noche iban a ir a un italiano; o que esperaba un beso de buenas noches y éste no es así por la razón que sea. ¿Dónde está escrito que aquello iba a ser como queríamos que fuese?
La expectativa aniquila la voluntad del otro, y con ello su deseo. La expectativa es un arma que destruye, y lo peor de todo: inunda, como el agua en la bodega de un barco roto, cualquier posibilidad de improvisación.
Tanta información, tantas ideas preconcebidas, tantos clichés. En definitiva, tantas expectativas solo anulan una de las mejores sensaciones que puede sentir el ser humano que es sentirse impresionado.
Derechos de la imagen cedidos por la gran viñetista Flavita Banana.
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